NotMid 30/10/2022
MUNDO
Parece un kayak de metal negro, completamente cerrado y con la cubierta reforzada. Tiene sensores y cámaras en todas partes. Puede cambiar de dirección, detenerse, aumentar o disminuir la velocidad con su potente motor de combustión interna. Esto lo decide un piloto humano sentado al calor, a cientos, incluso miles, de kilómetros de distancia. El piloto establece la ruta en base a las brújulas, los geolocalizadores de a bordo y los vídeos que envía la embarcación en tiempo real. Su trabajo consiste en acercarse lo más posible al objetivo y estallar.
Es uno de los drones navales utilizados en el ataque del sábado por la mañana a la base naval rusa en Sebastopol, en la península de Crimea. Algunas de estas canoas llenas de explosivos a control remoto zigzagueaban entre las ráfagas de ametralladoras pesadas que les disparaban los helicópteros rusos. Y al menos dos dan en el blanco. La señal de vídeo desaparece justo detrás de las paredes de un buque de guerra.
Según algunas reconstrucciones, las canoas habrían partido en plena noche desde la costa ucraniana para llegar a la bahía de Sebastopol al mismo tiempo que los drones aéreos, mucho más rápidos, que partían muchas horas después. El avión sirvió para distraer a las defensas rusas y permitir que los drones acuáticos pasaran desapercibidos.
Parece que el plan no ha funcionado completamente, pero la información aún está por verificar. Los drones son los grandes protagonistas de esta guerra en Europa . Moscú denunció la presencia de un avión no tripulado gigante sobre el Mar Negro frente a Crimea justo en las horas en las que se produjo el ataque. Era un RQ-4B Global Hawk con una envergadura de 40 metros. Parece que despegó de la base de Sigonella, en Sicilia.
Agencias