Mientras bendecía la ruina económica de Occidente a través del terror climático, el dirigente chino restauraba el culto a Lenin, que andaba desvaído
NotMid 24/10/2022
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Xi Jinping, el dirigente comunista que, tras haberlo atacado en su discurso previo, humilló físicamente a su predecesor Hu Jintao, haciendo que unos bedeles se lo llevaran a la fuerza, y dejando a su lado la silla espantosamente vacía de las víctimas, es el mismo que inauguró la Cumbre de Davos, cuando la Agenda 2030 se consagró como el Libro Verde de Occidente, envés del Libro Rojo de Mao, colección de idiotismos que rige la política de la mayor dictadura comunista del mundo. No significan nada -sus tesis sobre la dialéctica son de parvulario- pero, como indiscutibles, tienen el ilimitado prestigio del terror. La insignia que porta ufano el zote monclovita es la hoz y el martillo del PCCh en cretinés para occidentales.
Mientras bendecía, con Bill Gates y los Sororos aplaudiendo, la ruina económica de Occidente a través del terror climático, Xi restauraba el culto a Lenin, que desde Deng Xiaoping a Hu Jintao andaba desvaído. Y Lenin es el terror rojo, tal y como lo aprendió en Moscú Khan Sheng, el Djerzinski de Mao, que, con su protegida Chiang Ching, ensayó en Yenan la humillación sistemática y la masacre -cinco millones de muertos- al llegar al poder.
Frank Dikoter acaba de publicar China after Mao, explicando el estallido de la inmensa burbuja del crecimiento acelerado que hizo de cien millones de miembros del Partido cientos de miles de bolsillos llenos, gracias a los guanxi o contactos políticos. Tanto y tan deprisa se construyó, y tanto se degradó culturalmente la mano de obra campesina para las zonas especiales, que la educación en China hoy tiene un nivel haitiano. Claro que los príncipes rojos como Xi mandan a sus hijos a las universidades de fuera y se enriquecen a caballo de ese comercio dopado con falsificaciones y precios manipulados, que ahora se está yendo a pique.
Xi, ante esta crisis, acude a Lenin, que aprovechó su primera hambruna provocada por la guerra a los kulaki, para aterrorizar a las masas famélicas. El terror en China bebe de la cheka y de un teatro de la crueldad nada artaudiano, el de la Revolución Cultural, donde Xi, hijo de gerifalte rojo temporalmente maltratado, aprendió a ser maltratador. Además de defender la vigencia del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Zedong-pensamiento Xi Jinping para construir el socialismo moderno chino, el dictador escenificó para las masas una obra de teatro digna de las óperas de Chiang Ching o del Fuego sobre el cuartel general, con el que Mao inició su gigantesca purga cultural: si nadie del partido está libre de castigo, ojito con criticar a Xi. Como aquí a la Agenda 2030 o a la Ley Trans.
El comunismo es el modelo de la cultura de la cancelación.