NotMid 27/10/2024
OPINIÓN
Rafa LaTorre
Las preguntas que se han dejado sin responder se toman pronto su revancha. Primero fueron las razones inexplicadas del cese de José Luis Ábalos. Pedro Sánchez no le volvió a coger el teléfono al hombre más importante de su biografía política y esto pretendió disfrazarlo de una rutinaria renovación del gabinete.
Lo que hoy revela EL MUNDO es más comprometedor y exige una explicación inmediata. Y, si no, una decisión menos retórica. La oposición brindó la oportunidad de responder a la pregunta en sede parlamentaria. ¿Cuántas veces se reunió usted o Begoña Gómez con Víctor de Aldama? La evasiva de Sánchez fue tan clamorosa que los periodistas enviados a la cumbre hispanolusa de Faro decidieron planteársela en los mismos términos. Fue una pregunta sin gateras, estaba planteada en nombre de toda la prensa presente. Sánchez no respondió.
Hoy sabemos que Sánchez trataba con risueña camaradería al presunto muñidor de una organización criminal. Hay algo muy interesante en la guisa con la que se retrata Víctor de Aldama con el presidente. De hecho, seguro que muy pocos podían acceder a un lugar tan reservado como aquel en el coinciden en la foto. La imagen que hoy publica EL MUNDO es la revancha de las preguntas sin respuesta y por eso las explicaciones o las decisiones del presidente del Gobierno no admiten más demora.
Él mismo se jactó de haberle arrebatado a Ábalos la presunción de inocencia cuando lo enviaron al grupo mixto. No hay uno solo de los argumentos empleados entonces contra el diputado Ábalos que no sirvan hoy para el presidente del Gobierno. Ábalos es mucho más importante para Sánchez que Koldo para Ábalos y la demostración inapelable de este aserto es que quien presentó al golem navarro al bueno de José Luis se llama Santos Cerdán y es hoy secretario de Organización del PSOE. Sin Sánchez no hay Ábalos ni Koldo ni Cerdán.
Si Ábalos, como señala el juez Ismael Moreno en su exposición razonada al Supremo, juega «un papel principal» en una organización criminal, eso significa que una organización criminal alcanzó el núcleo del poder del sanchismo. La trama de Víctor de Aldama operaba desde el lugar donde el poder orgánico del PSOE y el poder ejecutivo del ministerio de la obra pública, el de mayor presupuesto del Gobierno, se encarnaba en José Luis Ábalos.
La fotografía que hoy publica EL MUNDO es un testimonio de época y, quizá, cuando la instrucción de los diferentes casos termine, lleguemos a comprender las razones por las que un hombre se mostró dispuesto a pagar cualquier precio por un prórroga en el poder. No es sólo la obsesión malsana de una personalidad construida con los peores materiales, es muy probable que esta se haya visto excitada por urgencias menos shakesperianas.
Víctor de Aldama se encuentra incomunicado en prisión preventiva. Es el hombre que sonríe relajado junto al presidente durante la presentación de uno de los más penosos naufragios socialistas en Madrid: la candidatura de Pepu Hernández al ayuntamiento de la capital. Todavía estaría por llegar la pandemia que impulsaría la carrera de Víctor de Aldama como conseguidor. Su figura se aparece espectral por todos los escándalos que hoy asedian al Gobierno de Sánchez. A la cárcel le han conducido las pruebas de su participación en el millonarísimo fraude de los hidrocarburos, que convierte el negocio de la mascarillas en el chocolate del loro, en infeliz expresión de Ábalos. Aún falta por dilucidar su papel y honorarios como negociador del rescate público de Air Europa.
Y lo fundamental. Ya no es preciso que Pedro Sánchez responda a la pregunta que le perseguía hasta ahora. Este periódico ha acreditado que lo conoce desde hace demasiado tiempo como para permanecer indemne. La pregunta ahora es: ¿por qué no ha querido responder a la pregunta cuando se le dio la oportunidad?