“Sánchez quiere que Junts se incorpore a la gobernabilidad de España, a tal efecto les mima y les hace mucho caso, pero Puigdemont no se deja querer”
NotMid 31/01/2024
OPINIÓN
LUCÍA MÉNDEZ
El público tiene costumbre de vivir las sesiones parlamentarias del mismo modo que la tanda de penaltis en la final de un campeonato de fútbol. Todo es posible hasta el último minuto, final de infarto, contengamos el aliento, nada está escrito. La jurisprudencia era que solo había que esperar al último lanzamiento y ahí Pedro Sánchez siempre metía gol. Puigdemont -después de amagar con lo contrario- se apartaba de la portería para que pasara el balón del presidente.
Así era hasta el 30 de enero por la tarde, día en el que cambió una legislatura que -quién lo diría por su aspecto- cumple dos meses. El público se resistía a pensar que esto pasaría. A última hora, Junts se apearía del no para abrazar la abstención o el sí. Y hasta el último minuto, nadie quería asumir que el viento de los caprichos de Puigdemont esta vez soplaba en contra. «Ellos verán, a quien más le interesa la amnistía es a Puigdemont». Así pensaban los socialistas.
Y ellos, los siete de Junts, no pensaron en otra cosa que en torpedear su propia Ley de Amnistía en el Congreso. ¿Dónde se extraviaron aquellas palabras del señor de Waterloo, tan claras como el agua clara? Los pactos de la investidura de Sánchez los exigiría por adelantado y con carácter de urgencia. No sabemos qué opinarán sus seguidores de las fanfarronadas de urgencia del ex presidente de la Generalitat. Hay que reconocer que la proeza de votar contra su propia amnistía supera en audacia y astucia a la fuga de incógnito en un coche después de ser destituido.