La amenaza económica obliga a Europa a defenderse avanzando en una integración que garantice su autonomía financiera
NotMid 31/03/2025
EDITORIAL
Donald Trump se dispone a oficializar en 48 horas una guerra arancelaria que amenaza con frenar, e incluso recortar drásticamente el crecimiento económico global, al destruir el orden comercial impulsado por el propio Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. Un nuevo golpe de la errática Administración norteamericana a la línea de flotación del multilateralismo, con el que aspira a imponer la ley del más fuerte en el ámbito internacional.
La Casa Blanca concretará el miércoles una batería de tasas de entre el 10% y el 25% contra todo lo que considere un gravamen injusto o una barrera comercial a EEUU, una premisa que en el caso europeo se ha retorcido hasta el absurdo de incluir el IVA. La indefinición de los nuevos impuestos a las importaciones -no se sabe si se aplicarán a 10, 15 o 200 países, ni si serán temporales o habrá exenciones- ha contribuido a la caída en las Bolsas en las últimas semanas, al disparar la inseguridad jurídica en la primera potencia mundial.
La cruzada arancelaria de Trump -que ha bautizado de «día de la liberación» una guerra comercial que el Wall Street Journal califica en cambio como «la más estúpida de la historia»- pretende reequilibrar por la fuerza el déficit comercial de Estados Unidos, reindustrializar el país y compensar los masivos recortes fiscales que ha prometido a ciudadanos y empresas. Un plan que, como desgrana hoy nuestro Primer plano, manipula conceptos básicos de la economía y se enfrenta al rechazo prácticamente unánime de expertos, aliados e inversores de Wall Street. La abrumadora mayoría sostienen que esas medidas proteccionistas serán perjudiciales para los estadounidenses al provocar inflación, rebajar el PIB y disparar una incertidumbre que ahuyentará la inversión.
La nueva amenaza económica obliga a Europa a acelerar la búsqueda de autonomía estratégica, garantizando una independencia financiera que, como en el caso de la militar, sólo se conseguirá avanzando en la integración de los mercados europeos y evitando una fragmentación que inevitablemente acaba beneficiando a Washington. También buscando nuevas alianzas que hagan de contrapeso a la hostilidad del viejo socio. En ese sentido es positiva la vía que abrió Ursula von der Leyen en Mercosur, un acuerdo que impulsó pese a las reticencias de Francia e Italia al pacto. Y es ineludible un acercamiento a China que debe, sin embargo, realizarse con máxima cautela ante una dictadura con afán imperalista que puede usar la relación comercial como caballo de Troya de una injerencia en Europa similar a las que ha llevado a cabo en África o América Latina.
La UE ha identificado ya cinco grandes sectores contra los que apuntan los aranceles: coches, farmacéuticas, metales, madera y semiconductores. Una base que permite trabajar en la negociación a la vez que en una posible represalia que plantee sanciones quirúrgicas contra sectores clave para el orgullo industrial estadounidense, el poder de las grandes empresas tecnológicas o incluso Estados clave para el triunfo electoral del Partido Republicano en las elecciones de medio mandato.