No sería extravagante que Feijóo entregara a Puigdemont la notable cabeza de Alejandro Fernández
NotMid 29/08/2023
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
El novelista Esteban González-Pons ha dicho de Junts que por «tradición y legalidad» puede ser un interlocutor legítimo del Partido Popular. Muy de acuerdo con el novelista respecto a la legalidad: Junts es tan legal como Bildu. Pero yo no me habría metido en el espinoso asunto de la tradición. No porque no exista, sino por su carácter. Tanto Junts como la antigua Convergencia tienen una larga tradición de relaciones con el PP. Dos rasgos la atraviesan. El primero, el desprecio. Al PP se le odia en muchos lugares de España; pero en ninguno se le desprecia como en Cataluña. El sentimiento va vinculado a otro rasgo tradicional: cada vez que ha sido necesario el PP ha comido de la mano del nacionalismo. Esto ha sido metafórico, aunque también real, como podría atestiguar la brillante saga de los Muy Amables.
La tradición sufrió un serio percance con la llegada de Alejo Vidal-Quadras y su demoledor uso dialéctico de la tercera persona del pasado simple: Vidal Quadras era un botifler, sin duda, pero inaccesible para la perifrástica botiguería. Hasta tal punto se convirtió en un problema que la única exigencia irrevocable de Jordi Pujol para sostener la investidura de Aznar fue la caída del líder catalán del PP. La razón era evidente: se trataba del primer político que amenazaba de forma no retórica el consenso nacionalista.
El único líder popular que públicamente se ha puesto en contra de las intenciones de tratar a Junts como a cualquier otro partido ha sido el catalán Alejandro Fernández, que no Díaz. Él conoce perfectamente la tradición del PP y en buena medida sigue el camino que abrió Vidal-Quadras y ensanchó venturosamente Ciudadanos. O sea que no sería extravagante que la historia se repitiera, con su cuota de infame farsa, y Feijóo entregara a Puigdemont la notable cabeza de Fernández. Desgraciadamente la mejor salvaguarda de Fernández, en contraste con la de Vidal-Quadras, es que también ese gesto sería inútil para llevar a Feijóo al poder. Pero las intenciones de Génova pasan por su apartamiento al frente del PP en Cataluña y la razón no es otra que insertar otra vez al partido en su tradición servil.
Yo estoy convencido de que el más adecuado para esa reeducación es Xavier Albiol. El hombre que en Badalona cogió una escoba para barrer inmigrantes lograría fácilmente el apoyo del prófugo Puigdemont. Hace pocos meses ya se lo dio en Ripoll a una alcaldesa con la misma escoba, que en su democrático afán exterminador de la bruticia no distingue entre moros y charnegos. Al alto Albiol, sí, parecía señalar el dedo de Feijóo cuando el domingo le dijo al director de este diario: «Yo no soy un rival político ni ideológico de Junts». Tal vez la confesión más estremecedoramente sincera que haya dado en mucho tiempo la ultimada política española.