Mazón ligó ayer su futuro político a ser capaz de «liderar» la reconstrucción, pero obvió errores propios y explicaciones claves
NotMid 16/11/2024
EDITORIAL
Carlos Mazón centró ayer su comparecencia ante las Cortes Valencianas en exhibir una fortaleza política muy cuestionada y difícilmente recuperable tras la DANA. Si bien pidió disculpas por los «errores» cometidos, el reconocimiento de los concretos fallos en los que su equipo y él incurrieron aquel día fue insuficiente. Tampoco parece comprensible que una catástrofe que ha dejado al menos 217 muertos en la comunidad no se traduzca, por ahora, en destitución alguna.
Con todo, el dirigente popular sí asumió implícitamente su máxima responsabilidad política en la mala gestión de la tragedia al verbalizar como posible el escenario de su retirada como candidato a la reelección. Mazón liga su futuro político a ser capaz de «liderar» la colosal reconstrucción que queda por delante.
El mensaje puede entenderse en clave tanto externa como interna. Con su anuncio, el presidente autonómico pone su continuidad de cara a unas nuevas elecciones -previstas para 2027- a disposición de los ciudadanos valencianos y de su propio partido. La decisión fue duramente contestada por la oposición, pero lo cierto es que las alternativas no parecen deseables. Con tantas localidades devastadas y cuando el tiempo apremia para que las ayudas lleguen y las obras comiencen, una investidura en manos de Vox o, en su caso, una convocatoria electoral generarían un vacío de poder obviamente perjudicial.
Mazón estaba obligado a ofrecer explicaciones profusas sobre la concatenación de fallos e inoperancias que, por lo que conocemos, se produjeron el 29 de octubre. El presidente lo hizo sólo en parte. Dedicó largo tiempo a señalar a la Confederación Hidrográfica del Júcar, dependiente del Gobierno central, por no haberle avisado en tiempo y forma de la rápida crecida del agua en el barranco del Poyo. En cambio, pasó de puntillas por la falta de liderazgo con la que él mismo se condujo y que fue especialmente visible en dos momentos.
En primer lugar, no llegó al comité de emergencias hasta las 19.30 horas, tras una larga comida con una periodista para ofrecerle la dirección de la radiotelevisión pública. Sobre ello no dio explicaciones convincentes. Tampoco, en segundo lugar, sobre la tardanza con que se envió la alerta a los móviles, a las 20.14 horas, cuando varias poblaciones estaban ya inundadas.
Cuesta imaginar que los valencianos puedan sentirse reconfortados con la asunción declarativa de responsabilidades por parte de su presidente, cuando la herida de la tragedia sigue profundamente abierta. La feroz guerra entre PP y PSOE, multiplicada en Bruselas con el posible veto de los populares europeos a Teresa Ribera, así como su indudable indolencia ante la cuota de responsabilidad que le competía y le compete como ministra de Transición Ecológica, tampoco contribuyen a frenar la desafección ciudadana hacia una clase política que no ha estado a la altura.