NotMid 24/05/2024
OPINIÓN
Los liberales son francamente optimistas y celebran que un Gobierno se quede en minoría parlamentaria. Si no tiene artillería legislativa no puede causar destrozos, concluyen, y de ahí su regocijo por la parálisis. En una semana, el PSOE ha cosechado las mismas derrotas parlamentarias que victorias lleva en toda la legislatura.
Que la investidura era un fin en sí misma lo sabía la misma noche electoral cualquiera que conociera mínimamente la naturaleza de Pedro Sánchez. La prueba del ocho -más bien del siete, de los siete diputados que Junts prestó a cambio de la impunidad de sus dirigentes- es que la Ley de Amnistía puede ser la última iniciativa que reúna en el Congreso a la mayoría de la investidura. Pero Sánchez es presidente y eso significa que, aunque no tenga Parlamento, tiene una cancillería. El refugio de la diplomacia demuestra que los liberales se equivocan: subestiman el destrozo que puede provocar un pato cojo. Ya estarán comprobando que no hace falta escribir una sola línea en el BOE para lesionar gravemente el interés nacional.
Sánchez lo ignora todo sobre el Estado palestino que, ironías del lenguaje diplomático, va a reconocer. Lo reconoce sin conocerlo. Por de pronto, ya se lo han agradecido dos instancias, Hamas y la ANP, que se han dado por aludidas como Administración de ese Estado. Entre todo lo que Sánchez desconoce del Estado que reconoce están los límites territoriales del mismo. Es comprensible que no sepa precisarlos porque es una de las principales divergencias de cuantas han impedido su constitución desde hace décadas.
El oportunismo del PSOE ya se encarga Sumar de llenarlo de ideología. Yolanda Díaz sí parece conocer las coordenadas del nuevo Estado y, según su atlas, estaría limitado por dos accidentes geográficos: el río Jordán al este y el mar Mediterráneo al oeste. Se trataría de un vasto territorio con un problemilla orográfico llamado Israel, que tendría que desaparecer junto con sus nacionales judíos, árabes, drusos, cristianos y ateos. A pesar de que en Europa ya hay varios países que reconocen a Palestina, España puede reivindicar su carácter pionero. Se trata de la primera nación occidental con una vicepresidenta que reconoce la jurisprudencia de la carta fundacional de Hamas, que incorpora la expresión para despejar cualquier duda respecto de cuáles son sus deseos de buena vecindad.