NotMid 19/01/2024
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Confío en que a nadie le sorprenda que una persona sin formación alguna puede representar a la nación en el Congreso. Los diputados tienen a su servicio a trabajadores especializados que les prestan un asesoramiento imprescindible. Los letrados, o sea. Nada le urge más a la presidenta de la Cámara, Francina Armengol, que despejar las sospechas razonables de la oposición, que denuncia que les hurtó el informe de los letrados de la Comisión de Justicia sobre la Ley de Amnistía hasta que expiró el plazo de presentación de enmiendas. La voluntad de ignorar los argumentos del informe por parte del grupo proponente es explícita; esto además revelaría la intención de evitar que las enmiendas de la oposición los incorporasen. Un autosabotaje de la Cámara que vulnera el derecho de los representantes: de los representados, es decir.
La pieza de los letrados de la Comisión de Justicia es deliciosa, en fondo y forma, por su claridad expositiva, su vigor jurídico y porque está escrita con un estilo muy sutil. El desenlace desmonta pieza a pieza la más aparatosa chatarra con la que se pretende justificar la constitucionalidad de la amnistía. En lugar de constituir un antecedente, como los falaces presumen, la amnistía preconstitucional del 77, un instrumento para el cambio de régimen, es una referencia que permite concluir que la amnistía no es una herramienta a disposición del legislador. Es ahora cuando viene el giro más delicado del informe. Si los legisladores quieren, pueden reformar la Constitución para acercarla a la amnistía. Sería mucho más fácil que acercar la amnistía a la Constitución. La bruma de la propaganda se va desvaneciendo y se empieza a apreciar la verdad deforme.
La mayoría reforzada que la reforma constitucional requiere desnuda el fin espurio de la operación de Pedro Sánchez, que no es la pacificación de Cataluña ni nada que se le parezca. El fin espurio es comprar los votos de las minorías independentistas para constituirse en minoría suficiente y ser investido presidente del Gobierno en lugar del ganador de las elecciones. El fin espurio es marginar a quien podría facilitar la reforma constitucional que la amnistía requiere. El fin espurio requiere de un medio corrupto, como es extender un manto de impunidad con el que impedir la alternancia. De ahí la vaguedad con la que se alude a los delitos que pretenden ser amnistiados. Lo sustancial es el delincuente.
Esta es la realidad. La verdad, si lo prefiere nuestro aristotélico presidente. ¿Cómo va a ser eso constitucional? En realidad es algo peor. Es profundamente envilecedor.