Lo decisivo no es ser racista sino evitar actuar o mostrarse como racista
NotMid 13/12/2022
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
La izquierda española, su zoquetería incomparable, está dando grandes tardes en este mundial. El cineasta Jordi Évole, por ejemplo: «Sueño con una final Argentina-Marruecos, la peor pesadilla para un racista español», escribió en un tuit. No se comprende. Un racista español no tendría el más mínimo problema con ese partido y desearía fervientemente que ganaran los de su raza porque sabe que los argentinos no son más que italo-españoles que nacieron en los barcos. Otra cosa muy distinta sería si jugara la selección de Pedro Castillo. Lo que Évole ha querido decir, sin atreverse por su plúmbea condición socialdemócrata, es que una final Argentina-Marruecos sería la peor pesadilla para un racista catalán, porque ahí sí que no sabría cuál de los dos males escoger.
Otra gran tarde la ha dado Iglesias hijo exigiendo que se quede sin trabajo el locutor Juan Carlos Rivero. Durante la retransmisión por Rtve del partido Portugal-Marruecos, Rivero dijo de los marroquíes: «Roban y salen corriendo» e inmediatamente añadió: «Que es un término estrictamente futbolístico. Quien lo quiera sacar de quicio, que se mire el cerebro». En efecto, «robar y salir corriendo» es una locución deportiva de la misma familia que «robar la cartera». Si hubo racismo -paradójicamente bienintencionado- fue en el añadido: Rivero jamás se habría visto obligado a decir algo similar de los portugueses. Pero se trata del mismo racismo de Iglesias hijo, que también cree que decir que un marroquí roba el balón y corre es siempre una manera de llamarle ladrón. A diferencia de Rivero, sin embargo, lo suyo ni siquiera es bienintencionado.
Que Rivero o Iglesias asocien a los marroquíes con la delincuencia es perfectamente normal. Pero no porque los marroquíes sean delincuentes, sino porque lo normal, lo perfectamente normal, es ser racista. Son célebres y repetidos los estudios que demuestran que a los blancos se les dispara la amígdala cerebral al mostrarles, en contextos determinados, fotos de negros. Y supongo -pero solo lo supongo: ya se sabe que solo las personas weird tienen el privilegio de ser estudiadas-, que lo mismo debe de pasarle a los negros con determinadas fotos de blancos. Lo decisivo no es ser racista sino evitar actuar o mostrarse como racista. Y es aleccionador observar cómo la corrección política, o sea, el qué dirán, le ha jugado tan mala pasada al locutor Rivero obligándole a exhibir lo que cualquiera lleva dentro.