Las versiones forman parte de los borradores del periodista, justo cuando los hechos solo alcanzan la condición de indicios en su cabeza
NotMid 12/07/2022
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
A este locutor Ferreras le viene un día su socio Inda con una de sus basuras convencionales -una cuenta bancaria a nombre de la madre de Pablo Iglesias en la que Nicolás Maduro iba depositando sus óbolos- y decide airearla en su programa de la Sexta, consciente del carácter burdo -tosco, basto, grosero- de la información. A mí que me registren, se le oye pensar. La información la ha publicado Ok Corral, por lo tanto yo me limito a dar cuenta de que existe. Y ahora mismo, pero ahora mismo, voy a llamar a Pablo Iglesias para que aporte su versión de los hechos. Un trabajo irreprochable. El procedimiento principal con el que se expanden las falsedades.
En primer lugar está la llamada práctica del rebote. Los apuros éticos (concedamos) de un periodista ante el carácter burdo de la información que ha conseguido se disipan cuando se trata de la información que ha conseguido otro. La práctica del rebote es antigua y con ella llenaban y llenan radios y televisiones sus programas. En el ecosistema digital ha cobrado suma importancia. En el período analógico el rebote solo hinchaba las informaciones: les daba mayor audiencia y prestigio. Ahora el rebote es la información, porque sin él las informaciones solo emergerían de la fosa digital en forma de fuegos fatuos. De ahí el interés y la coherencia de joint ventures como la de Ferreras e Inda, que alcanza su lado cómico si se piensa en la gran afición al baloncesto (Se olvida del ¡Protesto! y retorna al baloncesto, decía un inmenso eslogan de mi niñez, destinado a higienizar los melenudos) de nuestro locutor.
En segundo lugar está el falso blindaje de las comillas. Las mentiras de Ok Corral en la Sexta son las mentiras de Ok Corral y la Sexta, una empresa conjunta, insisto, de buenos beneficios. Tampoco las mentiras pierden su condición al amparo de las llamadas versiones de los hechos, implacable pleonasmo. Los hechos no tienen versiones, lo diga Rashomon o su porquero. Las versiones forman parte de los borradores del periodista, justo cuando los hechos solo alcanzan la condición de indicios en su cabeza. Hacer que comparezcan verdad y mentira en pie de igualdad es una de las más deplorables -y tradicionales- prácticas del periodismo. Y pretender, como nuestro locutor pretende, que la comparecencia de Iglesias le confiera neutralidad (newtralidad, sí, toda) es una prueba más del extravío moral y profesional del periodismo corriente. Pero no hay que perder la esperanza. Nuestro locutor ha dicho, con gran pompa, que ha aprendido la lección y que nunca más dará crédito a un burdo rumor. Hoy la ha aprendido hoy. Frisando los 56 años, nuestro talludo becario.
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