Sánchez prorroga los impuestos a la banca y a las eléctricas, y se niega a deflactar el IRPF para financiar más gasto
NotMid 28/12/2023
EDITORIAL
El presidente del Gobierno realizó ayer un balance de 2023 que dista mucho de la realidad social, política y económica que han vivido las familias, más en unos años delicados por la inflación, que ha desatado la mayor pérdida de poder adquisitivo de las últimas dos décadas.
Lo más grave de lo aprobado en el último Consejo de Ministros del año es que contra toda recomendación Pedro Sánchez ha decidido mantener los impuestos extraordinarios a la banca y a las energéticas, cuando las vicepresidentas Teresa Ribera y Nadia Calviño habían admitido hace días que las motivaciones técnicas sobre los que se sostuvieron en su origen ya no rigen. Era hora de que decayeran. En su lugar, los prorroga un año y justifica el de las eléctricas con un fin ambiental. Este ahora se podrá deducir según las inversiones que hagan las empresas, una salvedad que Yolanda Díaz, en su continua postura contraria al crecimiento, tilda de «regalo fiscal». En los equilibrios continuos que el presidente tiene que hacer con sus socios, ha pactado con el PNV incluir ambos impuestos en el régimen foral, por lo que los nacionalistas podrían aplicarlos según conveniencia, y agudizar así más la situación de privilegio de País Vasco y Navarra con el resto de España. Las reacciones de los afectados ante unas medidas que hoy sí cabe definir de arbitrarias no se hicieron esperar y la banca anunció ayer que el impuesto repercutirá negativamente en la concesión de crédito.
Mantener estos gravámenes forma parte del método elegido por el Gobierno para tratar de cumplir con el objetivo de déficit. Su estrategia es seguir recaudando más, lo cual redunda en un mayor lastre fiscal también para las clases medias. Sigue negándose a deflactar el IRPF, cuya recaudación sobrepasa ya los 112.000 millones en 11 meses, una cifra inédita. Sería la medida más recomendable. Lo contrario es una subida encubierta de impuestos, que se traduce en una doble pérdida para los trabajadores. Su poder adquisitivo cae, porque los sueldos no suben al ritmo de la inflación, y, a la vez, abonan más por el IRPF por las ligeras subidas salariales.
En el escenario comunitario de regreso a las reglas fiscales y de retirada paulatina de los fondos, se extenderá una política expansiva. Las medidas que antes podían justificarse por la pandemia y la guerra de Ucrania, sólo se mantienen por motivos ideológicos y populistas. Otro ejemplo: se implantará una ayuda universal para el uso del transporte público por la presión que ha ejercido Sumar, cuando el propio PSOE quería que la bonificación se mantuviera selectiva.
Increíblemente, en el balance de 2023 del presidente no existe la amnistía. La medida de gracia fue el elefante en la habitación de su larga alocución. Sánchez solo la mencionó de pasada en una respuesta a un periodista, pese a que fue la clave de bóveda de su investidura, ya está condicionando sus políticas y ha desatado una ola de polarización extrema, también entre la sociedad civil. El del presidente es un silencio elocuente, en fin, del daño que la amnistía ha causado a la convivencia y al presente y futuro de España. Pero no hablar de ella no va a hacer que caiga en el olvido, como parece pretender. Tampoco hizo alusión, por ejemplo, a la ley del sí es sí, que defendió en su día como un hito del feminismo, ni explicó qué progreso supondrá que desde hoy Bildu vaya a gobernar Pamplona como pago por sus votos.