La reunión clave entre el secretario de Estado, Marco Rubio, y el presidente panameño, José Raúl Mulino, parecía certificar la distensión del conflicto. Sin embargo, Trump irrumpió al final de la jornada para desandar lo andado y volver a acusar a Panamá de violar el acuerdo sobre el Canal
NotMid 03/02/2025
IberoAmérica
Cuando parecía que la reunión clave de este domingo entre el secretario de Estado, Marco Rubio, y el presidente panameño, José Raúl Mulino, había certificado la distensión provisional del conflicto por la influencia china en el canal, Trump ha asegurado que piensa “recuperar el Canal de Panamá, o algo muy poderoso va a pasar”.
Todo apuntaba a que la visita oficial de Rubio a Panamá había transcurrido en buenos términos. “Pueden estar tranquilos los ciudadanos, no siento que haya ninguna amenaza de EEUU en estos momentos y mucho menos el uso de la fuerza”, aseguró Mulino, quien minutos antes había reconocido que los panameños han vivido días de ansiedad desde el discurso de toma de posesión de Trump.
“Un paso importante”, enfatizó el Departamento de Estado tras la reunión, aunque para seguir la línea presidencial insistieron en la necesidad de “cambios inmediatos” ante la supuesta violación del Tratado de Neutralidad en la que estaría incurriendo Panamá, provocada por “la posición de influencia y control del Partido Comunista de China”.
Horas más tarde, el propio Rubio, tras presenciar cómo el país centroamericano respiraba aliviado, insistió en que “EEUU no permitirá que el Partido Comunista Chino continúe con su control efectivo y creciente sobre el área del canal”.
Sin embargo, Trump irrumpió al final de la jornada para desandar lo andado y volver a acusar a Panamá de violar el acuerdo sobre el Canal. “China está controlando el Canal de Panamá. Eso no fue entregado a China, fue dado a Panamá, tontamente”, disparó el mandatario, quién amagó con tomar acciones para recuperar su control o “algo muy poderoso va a suceder”. Trump hizo esta breve declaración a los periodistas en la escalerilla del avión que lo lleva de regreso a Washington, tras pasar el fin de semana en su mansión privada de Mar-a-Lago (Florida).
El debut de Rubio en su primera gira internacional, con un “encuentro altamente respetuoso y cordial”, según Mulino, mostró cómo el exsenador por Florida se desempeñaba de modo muy diplomático, aunque sus palabras finales parecieran pronunciadas por su jefe político. Al menos sí sentaron las bases de las relaciones entre Ciudad de Panamá y Washington, dos estrechos aliados históricos. “Queremos trabajar con EEUU como siempre lo hemos hecho”, reiteró el mandatario, quien admitió que él mismo se encargó de “las voces de descargo” ante las acusaciones del despliegue chino en el estratégico istmo que une el Mar Caribe con el Océano Pacífico.
![El presidente panameño, José Raúl Mulino, y el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, durante el encuentro mantenido este domingo en Ciudad de Panamá.](https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2025/02/02/17385258688245.jpg)
El mandatario panameño se atuvo a la auditoría que actualmente realiza la Contraloría sobre los dos puertos en manos de una empresa china, Panamá Ports, uno en la entrada del canal, Balboa, y otro a la salida, Cristóbal. Al parecer, ésta es la principal preocupación para Trump y su equipo. Del resultado de esas investigaciones se encargará el equipo conjunto de ambas administraciones, pero EEUU presiona para que los puertos cambien de titularidad.
Como concesión a Washington, Mulino adelantó que Panamá no renovará el memorándum de entendimiento con China, denominado la Ruta de la Seda, alcanzado con Beijing hace ocho años para promover el intercambio de bienes, tecnología, capital y personal y “mejorar la coordinación de políticas”.
Por el contrario, el presidente fue enfático a la hora de reclamar a EEUU que realice más inversiones en su país, porque fue precisamente esa “retirada” la que provocó la entrada de capital chino, ávida de negocios en la región.
Donde sí se produjeron avances fue en el tema migratorio: el Gobierno panameño está dispuesto a fortalecer el aeropuerto de Metetí, construido a la salida de la selva del Darién, para llevar a cabo deportaciones a países como Venezuela, Ecuador y Colombia. Precisamente este lunes el propio Rubio asistirá al vuelo programado con deportados colombianos.
El Gobierno panameño ya había hecho los deberes en el tapón que separa a su país de Colombia, ruta elegida por los emigrantes en su camino a Estados Unidos. De hecho el convenio firmado en julio pasado será ampliado en las próximas semanas. De momento las medidas puestas en marcha, que incluye el cierre de varios pasos para darle preferencia a uno solo, arrojan cifras inesperadas: en enero la reducción de emigrantes que atravesaron un territorio salvaje y lleno de trampas cayó el 94%, según los datos aportados por el Servicio Nacional de Migración. Frente a los 34.839 personas que cruzaron el Darién en enero de 2024, sólo 2.158 lo hicieron en el primer mes de este año.
Panamá figuraba en rojo en la agenda de Marco Rubio, incluso le dedicará dos días antes de seguir su viaje a Costa Rica, El Salvador, Guatemala y República Dominicana. Un debut complejo que comenzó con un guiño a su sangre cubana. Hijo de exiliados que llegaron a Miami sin un dólar, sin hablar inglés y con sus creencias católicas perseguidas en la isla, Rubio asistió a misa en la Iglesia de la Merced, en el Casco Antiguo. No fue una elección casual: en su interior está la imagen más grande en Panamá de la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre.
En claro contraste con la beligerancia mostrada por su presidente, Rubio se mostró afable desde el minuto uno, incluso dio la paz a los presentes en un ejercicio de diplomacia extendida. Frente al rictus contrariado que muestra Trump cuando habla de Panamá, Rubio hizo un ejercicio de empatía en medio del huracán. También se sabía bajo escrutinio mundial: primer latino en ejercer como poderoso secretario de Estado quien además decidió comenzar sus giras en las Américas, algo que no sucedía desde hace un siglo.
Por esas cosas del destino, la otra imagen de la virgen cubana permanece en la capilla de la Presidencia, dentro del Palacio de las Garzas, donde una hora más tarde el presidente José Raúl Mulino recibió a su invitado en un encuentro marcado por la contradicción: un mandatario proestadounidense amenazado con la invasión del canal, víctima colateral de los deseos expansionistas del inquilino de la Casa Blanca.
![Un hombre sostiene un cartel en protesta por la visita del secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, a Panamá.](https://e00-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2025/02/02/17385258736501.jpg)
Para que le quedase claro al país, Mulino saludó a la prensa con un “Viva Panamá”, que resume el estado de las cosas. Horas antes, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, había apostado por la unidad nacional en este “momento crucial” para enfrentar el huracán Trump. “La soberanía no se regala ni se negocia, se defiende con determinación y amor por nuestra patria”, clamó el clérigo, quien exhortó a mantener la siembra de banderas panameñas en calles y hogares.
La llegada de Rubio ha causado tanta expectación en Panamá como el aterrizaje de Leo Messi, quien al frente del Inter de Miami disputó en la tarde el partido del año frente al Sporting San Miguelito. De eso iba este domingo panameño, de duelos en la cumbre. Así lo perciben también los ciudadanos. Varios de ellos se hicieron selfies con el secretario de Estado a la puerta de la iglesia. No fue difícil encontrarles, por algo el país centroamericano es el principal aliado de EEUU en la región.
Otros, sin embargo, acudieron a la vigilia de la Plaza Cinco de Mayo, cerca del palacio presidencial, donde Rubio aparecía dibujado en carteles como si fuera el Joseph Goebels del American First, hasta con uniforme nazi. “Panamá se respeta”, “Esta patria no se vende”, “América no es sólo Estados Unidos” y otros lemas acompañaron al grupo de protestantes. Entre ellos destacaba Marco Andrade, dirigente sindical que informó, micrófono en mano, al “mensajero de EEUU que aquí hay un pueblo dispuesto a defender su Canal”.
Más tarde se quemaron carteles del Tío Sam. Uno de los insultos elegidos por los manifestantes “gusano asesino”, uno de los favoritos de la revolución cubana, desnudaba la filiación ideológica de los presentes: nacionalismo a ultranza, pero con insultos importados de otras tierras.
Agencias