Puede que algún día hasta salvemos a todos los osos polares y todos los ‘Van Goghs’, pero no habrá quien nos salve de los activistas
NotMid 14/10/2022
OPINIÓN
RICARDO F. COLMENERO
No habían acabado de limpiar la sopa de tomate del cuadro Los girasoles de Van Gogh, que ya tenía la izquierda toda la culpa del atentado, confirmaba que el ecologismo había degenerado en una secta, y el cambio climático no era más que una conspiración alentada por tiktokers de pelo rosa.
Es lo que tiene vincular una acción y quienes la ejecutan con la causa que defienden, que lo mismo te vale para cogerle manía a la causa que a ellas. Últimamente no falta un día en que alguien se levante por la mañana dispuesto a salvar el planeta en nombre de todos, atentando contra un cuadro que no es suyo. Vivimos tiempos en los que quienes se autoerigen defensores de los mayores problemas de la humanidad son siempre los más incultos, los más incapaces o los más subvencionados, por eso los problemas van ganando.
El razonamiento de las activistas no era fácil de seguir. Resulta que debido a la pobreza energética en Reino Unido mucha gente no podrá calentarse una sopa de tomate. De ahí a cómo llegaron a lo de tirársela a un Van Gogh, quien murió en la más absoluta miseria, habría que ir a las actas de la reunión de Just Stop Oil, en las que seguramente propusieron más de una ocurrencia, para confirmar aquello de que el cerebro está diseñado para ahorrar energía. Lo de acabar la cosa echándose pegamento en una mano para engancharse a la pared no es nada que en Reino Unido no hayan visto hacer a Mr. Bean, y sólo que sufrieran algún tipo de trastorno mental justificaría que los vigilantes se apiadaran de ellas y las despegaran.
Por suerte la obra estaba protegida, y he leído que las activistas lo ignoraban, como tantas otras cosas. «Os preocupa más la conservación de una pintura que la conservación de nuestro planeta», gritó una de ellas, que es un poco lo que le soltó Rufián a Vox en el Congreso, que si les preocupaba más que Sánchez llegara tarde a recibir al Rey o que no haya luz en la Cañada Real, aunque en realidad lo que quería decir es si les importa más hacer su performance que criticar las suyas.
Por culpa de la pobreza energética no paran de emerger otra clase de pobrezas que no sólo amenazan al arte o al clima, sino que hacen que nos planteemos qué clase de mundo es el que estamos intentando salvar o para quién, porque puede que algún día hasta salvemos a todos los osos polares y todos los Van Goghs, pero no habrá quien nos salve de los activistas.