La urbe israelí fue atacada brutalmente el 7 de octubre desde la vecina Gaza
NotMid 26/12/2023
MUNDO
En las calles de Sderot se ven estos días más refugios antiaéreos que habitantes. Dado que gran parte de las estructuras de protección ante proyectiles se encuentran junto a las paradas de autobuses, el contraste es visible.
Como otras zonas atacadas en el sur de Israel, esta localidad sigue en cierta forma en el 7 de octubre. La fecha en la que unos 3.000 gazatíes armados se infiltraron en territorio israelí, asesinaron a 1.200 personas y secuestraron a más de 240. Incluso para los veteranos en Sderot, curtida en miles de proyectiles, fue una sorpresa sin precedentes.
Se trata de la ciudad más identificada con la asignatura pendiente de Israel ante Hamas en la Franja de Gaza y, desde 2007, ante la Franja de Gaza de Hamas. En 2001, las Brigadas Ezzedin Al Qassam lanzaron su primer y experimental proyectil contra esta villa y, 22 años después, una incursión apoyada con drones y proyectiles de mayor precisión y alcance.
Tras el 7-O, el símbolo de la resiliencia israelí se convirtió en ciudad fantasma. No hay rastro del bullicio del mercado de Sderot. El silencio de calles semi desiertas contrasta con el ruido cercano de las sirenas y las explosiones de proyectiles (palestinos o israelíes de interceptación) y lejano de los ataques aéreos y de artillería de Israel en el bombardeado enclave palestino. Unos minutos separan las dos zonas.
Tras el estallido de la guerra, se quedaron 5.000 de los 35.000 habitantes. Muchos de ellos, de avanzada edad que tienen dificultades en moverse o con trabajos vitales en la ciudad. El resto accedió a la evacuación que financió el país. Su regreso será completo, parcial o no será en función de la continuidad completa, parcial o salida de Hamas como grupo armado y régimen que controla el territorio vecino.
En Sderot, todos piden seguir la operación hasta acabar con Hamas y liberar a los secuestrados. Desde el alcalde Alon Davidi hasta el recién llegado Mike Kovalenko.
“Sabía que hay proyectiles contra Sderot pero lo de ese día fue increíble. Desde mi ventana vi terroristas dando vueltas con sus vehículos y disparando contra todo lo que se mueve. Tuve suerte de que no entraron en mi edificio“, cuenta Kovalenko mientras espera clientes en uno de los escasos kioscos abiertos. En su mayoría, son vecinos y reservistas desplegados en la zona. El producto más solicitado es el tabaco.
Se quedaron 5.000 de los 35.000 habitantes. Muchos de ellos, de avanzada edad o con trabajos vitales en la ciudad
Kovalenko refleja la sensación en Israel de estar bajo un ataque desde varios frentes. Mientras sus padres le recuerdan que debe ir a un lugar seguro tras cada alarma de los proyectiles de Gaza, él les pide no fiarse por si el grupo libanés Hizbulá, en su campaña de apoyo a Hamas, dispara misiles también contra su zona en el norte de Haifa. El hijo tiene menos tiempo para protegerse, un máximo de 15 segundos.
“APAGAMOS Y COGIMOS UN CUCHILLO”
Sólo algo tan brutal como el 7-O llevó a Gitit Botera a abandonar Sderot en la que vive desde hace seis años junto a su marido y su pequeña hija para estar en un hotel en Jerusalén. No lo hizo en 2021 cuando un cohete impactó en su casa en el ataque que mató a un vecino, el niño Ido Abigail (5).
“Como decimos aquí, el 95% es paraíso y 5% infierno“, comenta en alusión al goteo de proyectiles que se transformaba en lluvia durante las escaladas. Pero lo que entonces era un infierno en Sderot sería hoy paraíso en comparación con los 45 muertos y un secuestrado en la infiltración de Hamas.
Sderot sigue siendo una comunidad fuerte y familiar pese a los proyectiles
“Tras los proyectiles, escuchamos disparos y entendimos que terroristas habían penetrado en la ciudad. Cogimos un cuchillo de cocina, apagamos las luces de la casa y nos metimos en el cuarto sellado. Le dijimos a nuestra pequeña que no se podía hablar“, explica.
“Cuando los terroristas intentaron abrir la puerta de casa, me puse a rezar. No pudieron entrar o desistieron al pensar que estaba vacía”, añade aliviada, pero triste, porque conocidos suyos fueron asesinados. “Sderot sigue siendo una comunidad fuerte y familiar pese a los proyectiles que sufre desde hace tantos años”, asevera en uno de sus saltos a la ciudad.
Cerca del lugar donde conversamos estaba la comisaría de Sderot que fue destruida por un tanque tras ser asaltada por Hamas. En esta zona, el responsable de seguridad de la ciudad, Ronen Gabai, resultó gravemente herido. Tras dos semanas en coma, abrió los ojos. Su primer milagro se produjo cuando, debido a las primeras sirenas, iba en coche con el alcalde. Éste le pidió ir marcha atrás para coger su arma. “De no haberlo hecho, hubiéramos sido los primeros muertos del ataque ya que terroristas estaban adonde íbamos a ir”, revela a EL MUNDO.
En el camino a la comisaría, Gabai vio un coche sin control que avanzaba hacia su dirección. El conductor estaba muerto con un tiro en la cabeza. “Un terrorista me disparó pero no acertó. Le disparé y tampoco le di”, recuerda antes del segundo milagro: El Kalashnikov del palestino se encasquilló lo que le permitió neutralizarle.
Según cuenta, “unos 30 terroristas bajaron de sus vehículos, atacaron la comisaría, mataron a nueve agentes y se atrincheraron”. Gabai escuchó los gritos de auxilio de dos niñas pequeñas en la parte trasera de un coche. Delante, sus padres tiroteados también en la cabeza. “Las niñas me preguntaron asustadas si yo era de la policía de Israel”, recuerda. Luego se supo que sus padres intentaron huir de la ciudad y al ver terroristas en la salida, se apresuraron a la comisaría pensando que era el lugar más seguro. Ese día, era el más peligroso.
Gabai recibió dos disparos en la zona del hombro. “Sentí una gran quemadura, pero la adrenalina hizo que siguiera. Con la culata del arma intenté frenar el derramamiento de sangre. Perdí la conciencia y me trasladaron en helicóptero al Hospital”, relata.
Nacido en Sderot hace 45 años, tiene a sus cuatro hijos evacuados en Tel Aviv. ¿Por qué siguen viviendo aquí?, le pregunto. “Me hice la misma pregunta muchas veces pensando en mis hijos que crecieron con estrés. Sderot lo tiene todo menos calma. Tras cada escalada, me decía a ver si ahora hay más tranquilidad”, responde antes de comentar que, pese a la situación, prefiere que “la guerra siga para lograr la calma definitiva y no volver a lo mismo que en los últimos 22 años”. Admite que no es optimista.
Como los padres de Gabai, habitantes de Sderot visitaban la Franja de Gaza antes de la Intifada en el 87. Por ejemplo para comprar verduras o reparar su coche o dentadura a mejor precio.
Sentí una gran quemadura, pero la adrenalina hizo que siguiera. Perdí la conciencia
En esta ciudad creada en 1951 y con clara mayoría conservadora, reside el izquierdista Diego Scirreta, que desde hace años aboga por la paz con los palestinos basado en la solución de dos Estados. Los proyectiles -el último destrozó su salón pero él y su madre ya habían sido evacuados- no cambiaron su deseo de convivencia con los gazatíes.
Como muchos en su campo ideológico, el 7-0 ha supuesto un terremoto en sus convicciones replanteando su activismo conjunto con palestinos. “Aunque Hamas me sorprendió por su terrible crueldad, sabíamos que era un enemigo de la paz. Lo que me decepcionó fue la falta de condena por parte de palestinos. No se puede estar a favor de la paz sin levantar la voz contra los islamofascistas de Hamas”, señala este israelí que emigró de Argentina en 1999.
Cuando se le pregunta qué siente ante el elevado número de civiles muertos en la masiva ofensiva israelí al otro lado de la frontera, Scirreta aconseja no creerse las cifras de Hamas y reconoce: “En anteriores escaladas, lloraba por los civiles muertos y podía tener sentimiento de culpa. En esta ocasión no. Me duele cada muerte pero las sociedades deben ser responsables de sus actos, apoyos y votos. Los habitantes de Gaza votaron a Hamas en 2006 y por ejemplo en la entrega de rehenes salieron a insultarles y escupirles”.
Me duele cada muerte pero las sociedades deben ser responsables de sus actos, apoyos y votos
“Los terroristas nos invadieron, asesinaron niños y ancianos, violaron mujeres y secuestraron bebés mientras Israel ataca en Gaza para destruir a Hamas”, afirma Butera ante las críticas en el extranjero a su Ejército. Tampoco esconde su malestar ante “el gran fracaso de Inteligencia y seguridad del país por lo que alguien deberá asumir las responsabilidades”.
“Quizá Israel entiende por fin lo que gritamos aquí hace tiempo sobre Hamas. La gente no volverá sin que vuelva la seguridad”, avisa Gabai, esperando que Sderot deje de ser sinónimo de proyectiles, neutralizaciones y refugios.
Agencias