Rutte pide a los países de la Alianza y a las “naciones amigas” que trabajen juntas para “mantener rutas marítimas libres y abiertas en la región”
NotMid 09/04/2025
EUROPA
La OTAN vuelve a merodear por una de las grandes democracias de Asia con una visita de dos días a Japón del líder de la Alianza Atlántica, el neerlandés Mark Rutte, y eso siempre provoca una aireada rabieta por parte de China. “La visita de Rutte representa un paso más en la acelerada infiltración de la OTAN en la región Asia-Pacífico en los últimos años”, señala un editorial del periódico chino Global Times, uno de los más ruidosos altavoces mediáticos de Pekín.
En realidad, fue el ex primer ministro japonés Fumio Kishida quien, preocupado por una China cada vez más asertiva y que había ejecutado peligrosos simulacros de invasión alrededor de Taiwan, dio el paso para estrechar lazos con la OTAN cuando se convirtió en el primer líder nipón que asistía a una de sus cumbres. Fue en la que se celebró en Madrid en 2022, la misma en la que los aliados calificaron por primera vez en su documento estratégico a China como un “desafío sistémico”.
Kishida, caído en desgracia por varios escándalos de corrupción de su partido, activó en su país un histórico plan de rearme que rompía con la tradición pacifista heredada de la posguerra y que ha dado continuidad el actual líder, Shigeru Ishiba, el mismo que, durante la campaña electoral de 2024, antes de ganar las elecciones, llevaba como propuesta más llamativa la creación de una “versión asiática de la OTAN” para disuadir a China.
En los últimos meses, Ishiba ha rebajado el tono hacia el país vecino y políticos relevantes de su gabinete incluso se han estado acercando mucho a Pekín para hacer fortalecer al menos los lazos comerciales frente a la embestida de la guerra arancelaria de Donald Trump.
“La visita de Rutte a Japón no es nada casual”, señalaban el martes funcionarios de Pekín después de leer en el diario The Japan Times una entrevista del jefe de la OTAN que señalaba a China como una amenaza. “No podemos ser ingenuos con China. La expansión de sus fuerzas armadas es asombrosa”, señalaba Rutte, quien, al llegar a Japón, durante un discurso en el puerto naval japonés de la ciudad costera de Yokosuka, manifestó su preocupación por la acumulación de armas del régimen chino y las últimas maniobras del ejército cerca de Taiwan. Rutte pidió a los países de la Alianza y a las “naciones amigas” que trabajen juntas para “mantener rutas marítimas libres y abiertas en la región”.
De nuevo, recordando el apoyo de Pekín al régimen de Rusia, el neerlandés insistió sobre China, que está aprovechando el caos global provocado por la autodestructiva guerra arancelaria de Trump para expandir su influencia y venderse como la única superpotencia capaz de ofrecer estabilidad. Unas declaraciones del líder de la OTAN desde la vecina Japón que llegan días antes de que el presidente de España, Pedro Sánchez, visite Pekín para estrechar lazos con su homólogo, Xi Jinping.
Rutte también ha recordado que Estados Unidos apoya una mayor participación de los miembros de la OTAN en la región de Asia-Pacífico. Esto se vio claro a finales de marzo con la visita a Tokio de Pete Hegseth, secretario de Defensa estadounidense. A diferencia de la posición de Washington respecto a la tradicional alianza con Europa, Hegseth sí que trasladó el compromiso de EEUU para continuar fortaleciendo la alianza de seguridad con la tercera economía mundial. “Japón es indispensable para enfrentar la agresión china al ayudar a Washington a establecer una disuasión creíble en la región, incluido el estrecho de Taiwan”, dijo el enviado de Trump.
Primer portaaviones
A pesar del aparente acercamiento comercial entre Tokio y Pekín, los japoneses no esconden su inquietud por el aumento del desarrollo militar de China. En el último mes, los medios nipones han desvelado que, además de tener a punto a su primer portaaviones desde la Segunda Guerra Mundial y la compra de cazas estadounidenses F-35, el plan de rearme pasa por desplegar misiles de largo alcance en la isla sureña de Kyushu, un punto estratégico clave para disuadir la presión militar de Pyongyang y Pekín, así como reforzar las defensas del archipiélago de Okinawa, donde están desplegados la mayoría infantes de marina estadounidenses que hay en el país.
Rutte también ha señalado durante su visita a Japón que espera que la OTAN intensifique su participación apoyando a Washington en la “proyección de poder colectivo” en una región estratégicamente importante. “Estados Unidos quiere una mayor participación de la OTAN por parte de los aliados de Asia y el Pacífico. No en el sentido del Artículo 5 (establece que, si un país miembro es atacado, los demás considerarán que se trata de un ataque contra todos), sino en el de proyectar poder y apoyarse mutuamente”, añadió el martes Rutte, que también ha dicho en público que la Alianza busca estrechar lazos con otras democracias como Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.
Desde Pekín, los analistas de cabecera de los medios controlados por el gobernante Partido Comunista reiteran que el paseo de Rutte por Japón busca impulsar la “otanización” de la región.
El principal punto conflictivo entre japoneses y chinos se encuentra en el Mar de China Oriental por unas islas rocosas y deshabitadas, las Senkaku, que están a 1.900 kilómetros al suroeste de Tokio. Fueron formalmente reclamadas por Japón en 1895 y, salvo el breve período después de la Segunda Guerra Mundial, cuando EEUU controló el territorio, fueron propiedad de una serie de ciudadanos japoneses hasta que en 2012 Tokio las compró y ahora están bajo su dominio.
Pekín, que las bautizó como Islas Diaoyu, las empezó a reclamar como suyas en la década de 1990 tras descubrir que las islas tenían reservas potenciales de petróleo y gas natural. A menudo, las autoridades japonesas denuncian que los barcos pesqueros chinos invaden sus aguas, obligando a la guardia costera japonesa a bloquearlos. También acusan a los aviones del ejército chino de sobrevolar la zona en disputa.
Agencias