NotMid 13/12/2024
OPINIÓN
CAMILO MANRIQUE
Me preguntan: “¡Oye! ¿Y qué va a pasar en Venezuela?” Y yo les respondo con estricta formalidad: “Edmundo González Urrutia tomará posesión como presidente de la república el 10 de enero”. Entonces, me confiesan que no creen que Maduro entregue el poder por las buenas. Dejando aparte la obvia dificultad de lidiar con alguien como Maduro, y tratándose de política, lo que deberíamos preguntarnos es qué podemos hacer nosotros para que pasen las cosas que creemos que deberían pasar, y no esperar inertes a ver qué pasa. La pregunta, democráticamente hablando, debería ser: ¿Qué podemos hacer para que el 10 de enero se respete la voluntad del pueblo venezolano expresada masivamente en las elecciones presidenciales del 28J? La respuesta de España debería ser allanar el camino para que haya una transición pacífica y democrática en ese país con el que nos unen tantas cosas.
Esta tarea, sin duda difícil y exigente, no está siendo asumida por el Gobierno de España. Pedro Sánchez acaba de enviar a un nuevo embajador a Venezuela con la orden de preparase para “un nuevo mandato de Maduro sin reconocimiento internacional” (El País). Esta encomienda, desde luego pesimista, raya lo antidemocrático cuando califica de “mandato” un hipotético golpe de estado de Maduro en enero. Pero llueve sobre mojado. Inocencio Arias, veterano diplomático español, opina que es el expresidente José Luís Rodríguez Zapatero quien está detrás del nombramiento del nuevo embajador, así como del acoso al presidente electo en la embajada española en Caracas por parte de Delcy Rodríguez y su hermano, en presencia del embajador saliente, grabándolo, filmándolo y obligándolo a firmar truculentos documentos antes de darle el salvoconducto para que se exilara en Madrid. No tomar acciones a favor de la democracia en Venezuela es una cosa, favorecer activamente la dictadura que la atenaza es otra.
España tiene que reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, y lo tiene que hacer ya. Hasta ahora el Gobierno español lo que ha dicho es que “no se opondrá” a que la UE sancione a los chavistas corruptos, y el Ministro de Exteriores Albares ha dicho reconocer a Edmundo como “el candidato más votado” en las elecciones presidenciales del 28J: esta última declaración daría risa, si no fuera por los más de 2.000 ciudadanos inocentes presos, incluyendo 198 niños y adolescentes, que están siendo sometidos a torturas sexuales continuadas, como acaba de denunciar recientemente Tamara Suju, directora ejecutiva del Casla Institute.
La lucha del pueblo de Venezuela es dura, pero es democrática. Ha sido la unión de los ciudadanos lo que ha hecho tambalear a la tiranía chavista. La acción coordinada de más de un millón de voluntarios electorales, sumada a 11 millones de votos han demostrado al mundo entero la voluntad del pueblo venezolano. El comité de seis asesores de este milagro político-organizativo está siendo asediado en la embajada argentina en Caracas desde hace semanas. Allí se encuentran asilados desde el día siguiente de las elecciones y les acaban de cortar la luz, el agua y no dejan que les lleguen ni alimentos ni medicinas, mientras esbirros del régimen los amedrentan día y noche desde la calle y las casas vecinas que han allanado ilegalmente. Maduro está desesperado. María Corina está luchando incansablemente desde la clandestinidad y Edmundo ha declarado su voluntad de volver a Caracas para juramentarse en la fecha prevista, aún a riesgo de ser detenido. Ambos, María Corina y Edmundo, acaban de ser nombrados Premio Sájarov 2024 a la Libertad de Conciencia por parte del Parlamento Europeo, premio concedido por primera vez en 1988 a Nelson Mandela.
Es mucho lo que podemos hacer los demócratas del mundo, y los españoles en particular, en las semanas que restan para el 10 de enero. Pregúntate qué puedes hacer tú por la democracia en Venezuela, y estarás contribuyendo al mismo tiempo a que España frene la degradación de la suya. Maduro ha entrado en pánico al ver que su colega-tirano sirio ha caído como un castillo de naipes abandonado por Rusia, Hezbolá e Irán, los mismos valedores del régimen venezolano. España haría bien en apoyar al pueblo y no a un sátrapa en caída libre: resistir junto a Maduro no es ser de izquierdas, es implicarse como cómplice en delitos de genocidio ya denunciados ante la Corte Penal Internacional. El momento para reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente electo es ya, si es que España quiere seguir siendo significativa para la Venezuela que nació el 28 de Julio del 2024.