NotMid 16/10/2022
DEPORTES
El Barcelona está en un momento delicado, difícil y, sin ser dramático, preocupante. Reconoció Xavi en la víspera que el Clásico era un partido que le ponía cachondo, “no es quizá la palabra adecuada pero sí, está bien porque es uno de esos partidos que siempre me gusta jugar”, pero pareció que a casi ninguno de sus futbolistas le contagió ese ánimo, ganas y rebelión.
Le atropelló casi sin pretenderlo el Real Madrid porque el Barça fue un equipo muy plano, previsible, lento y sin rabia. El 2-0 del descanso mostró a dos equipos diametralmente distintos. Uno que jugaba como quería y el otro que quería pero no jugaba. No jugó a casi nada el Barça durante la primera mitad y quizá, por una vez, debiera ponerse el foco más en los jugadores que en el entrenador, que sin hacer ningún invento les trasladó la responsabilidad de reivindicarse sin que surtiera ningún efecto.
Busquets, a quien Kroos pasó por encima y Modric poco menos que ridiculizó, fue una triste figura que apenas tocó el balón sin responsabilidad ninguna, se dejó caer al mínimo impacto consciente de su falta de punch y, defensivamente, no llegó a ningún lado. Su derrumbe arrastró a Pedri y provocó que De Jong no pudiera hacerse notar.
También, claro, porque delante de todos ellos Dembélé mantenía su carácter tan imprevisible como anárquico y Raphinha seguía sin mostrar lo que de él se espera. Siendo todo ello un drama, la herida sangró por donde más se temía: la banda de Vinicius.
No fue el horror que probablemente muchos quisieran hacer ver porque cuando mantuvo la posición estuvo acertado, pero a la que se fue arriba y tuvo que recuperar la posición ni tuvo la potencia necesaria, ni el fondo ni, ojo, la ayuda imprescindible de aquel Busquets que pasa de imperial a sobrepasado.
¿Qué necesita este Barça? Necesita piernas frescas, intensidad, fondo y también vértigo. No puede escudarse simplemente en el adn y el juego de posición y de combinación… Debe dar un paso al frente y refrescarse como demostró en la recta final, en la que llegó a salvar los muebles, la cara y las costuras.
El orgullo de Gavi, la rebelión de Ansu, el atrevimiento, con o sin errores, de Ferran Torres. Fueron esos tres jugadores los que dejaron señalados a quienes sustituyeron y mostraron que el Barça tiene miembres, sí, probablemente más de los que ahora, en momento de crítica despiadada, se pueda querer ver.
Pero necesita el atrevimiento de su entrenador en cambiar el chip, variar el orden establecido en el vestuario y dar un paso al frente. El Madrid le dio un baño de realidad… Y agarrándose a esa realidad debería el Barcelona renacer y recuperar el ánimo. Que lo necesitará.
Real Madrid da un golpe de autoridad en el Clásico
El Madrid salió líder del Clásico, nada que no pudiera considerarse anormal, y, quizá lo principal, reforzado como favorito ante un Barcelona al que le dio un baño de realidad indiscutible… Hasta el minuto 70, cuando con las entradas de Gavi, Ferran y Ansu el equipo azulgrana recuperó el aliente y el ánimo. Lo suficiente como para poner en duda lo que se suponía una victoria cómoda hasta entonces… Y que solo sentenció el equipo merengue gracias a un penalti de última hora.
Venció el Real por 3-1 despuésde un Clásico extraño, con cambios de guión al final inesperados y decisiones para pensar. No quiso el árbitro saber nada de una caída de Lewandowski en el área local pero sí lo hizo con otra de Rodrygo rozándose el final. El penalty lo acabó todo.
Después de tantos días de dudas con el lateral derecho Xavi acabó sorprendiendo con la elección de Sergi Roberto y fue por ahí por donde comenzó a cavar su fosa el Barça. Tras un inicio de tanteo, con un disparo insulso de Raphinha (otro partido para olvidar) y una respuesta de Vinicius que acab-o, rebotado, en corner, al límite del cuarto de hora le dio el primer golpe el Madrid a la línea de flotación azulgrana.
Se llevó un balón por fuerza Kroos ante la impotencia de Busquets y en cuanto se vio correr a Vinicius, ganándole metros sin problema a Sergi Roberto, comenzó a observarse que esa jugada sería decisiva. Lo fue. El brasileño se plantó ante Ter Stegen y aunque el alemán le salvó el remate a quemarropa, el rebote le llegó a Benzema, que solo en el área, con toda la calma, remató a la red.
Ya empezaban a verse las costuras del Barça, apesadumbrado y plano a partes iguales, lento y con una capacidad de reacción mímima enfrentado a un rival que ni quería ni necesitaba la pelota. Que se bastaba, el Madrid, con orden defensivo, contundencia en el centro del campo y rapidez de reacción.
Siendo tan poco era demasiado para el Barça. Y más lo fue cuando la defensa azulgrana, después de un ratito, tan corto como insulso, en que dominó con mayor prestancia la defensa, tierna, endeble y lenta a partes iguales, dejó que el balón le llegase como si nada a Fede Valverde fuera del área. Su misil raso y ajustado sentenció el 2-0.
HASTA EL FINAL… EL PENAL
Nada más, apenas, mostró el Barça hasta la parte final del duelo, con la entrada de Gavi y Ferran primero y Ansu Fati después. Fue el 10, precisamente y ya pasados los 73 minutos, quien avisó por primera vez con claro peligro con un disparo que se marchó fuera.
Más por necesidad que por convicción y en un arreón de orgullo quiso regresar de la nada el Barcelona y, extrañamente, el Madrid, tan dominador del escenario, le dejó despertar. Hubo primero un posible penalti de Carvajal a Lewandoski y después la rebelión al borde del KO.
Y fue Ansu, tras recibir de Gavi y saber encarar por velocidad, por fin, quien demostró que el Barça necesita más vértigo y menos pausa. Su carrera por la banda terminó en un centro que acabó llegando a Ferran tras no rematar Lewandowski para que rematase a gol.
Y llevase el Clásico a un final menos convincente a lo visto durante los primeros 70 minutos. Lo intentó hasta el final el Barça, con más corazón que cabeza pero, por encima de todo, con esa velocidad que se le había demandado antes. E hizo sufrir al Madrid.
Lo hizo hasta que al límite del tiempo una caída de Rodrygo en el área que no señalizó el árbitro sí lo hizo el VAR, el mismo que no quiso saber nada antes con Lewandowski y obsequió con el penalti definitivo al Madrid, que por medio del mismo brasileño sentenció.
Y se acabó. Desnortado el Barça durante 70 minutos y entregado a su desgracia al final.
Agencias