Ha jugado contra siete jugadores. Algunos ya están retirados y otros tratan de volver después de graves lesiones. Solo Djokovic mantiene su gran nivel.
NotMid 05/06/2022
DEPORTES
El más persistente fue Roger Federer, que se presentó cuatro veces en el partido definitivo: 2006, 2007, 2008 y 2011, con un set como mayor botín en tres de ellas. Novak Djokovic, que sí fue capaz de derrotarle en los cuartos de 2015 y en las ya penúltimas semifinales, varó tres años en el último puerto, casi aniquilado en 2020. Casper Ruud (15.00 h., Eurosport) será el octavo jugador que intenta aquello que él también considera el mayor desafío para un deportista: superar a Nadal en Roland Garros sobre tierra batida y hacerlo, además, en una final, donde el español se mantiene impoluto.
Son 13 títulos en otras tantas presencias el que ahora es el tercer domingo en París, el mejor sustento de un bagaje que hoy puede elevarse a los 22 títulos del Grand Slam, ya dos más que Federer y Djokovic. “Este es Nadal y esto es Roland Garros. No me cansaré de repetirlo. Y a muerte”, comentó este sábado Carlos Moyà después del entrenamiento celebrado en la pista 7, bajo el sol más vigoroso en las dos semanas de torneo. Las gradas llenas, como siempre que el hoy número cinco del mundo se deja ver en una sesión práctica.
Entre los testigos, sus padres, su hermana Maribel, y sus tíos Rafael y Miguel Ángel. Abajo, en la arena, Moyà, Francis Roig y Marc López, sus tres entrenadores, con éste último, recién retirado de la competición, ejerciendo de sparring. Muy cerca, por momentos como una sombra del jugador, su médico, Ángel Ruiz-Cotorro, figura medular para entender cómo ha vuelto a llegar tan lejos en unas circunstancias físicas muy delicadas.
Ruud, debutante en la final de un grande, se une al grupo de valientes que trataron, con mayor o menor constancia, de discutir la copa a Nadal, que ha ganado 112 partidos en estas pistas y solo ha perdido tres, los dos mencionados ante Djokovic y los octavos de 2009 frente a Robin Soderling.
Por estilo de juego, el de Oslo puede asemejarse a Dominic Thiem, que atentó en vano contra el rey en las finales de 2018 y 2019. “Te diría que Ruud es el tenista con más juego de tierra que hay en el circuito. Es un estilo que tiende a la extinción, después de que se hayan unificado las bolas, las pistas. Tenemos jugadores todo terreno, y él se sale un poco de eso, aunque también se mueva bien en rápida, como demostró con la final de Miami. Veremos una batalla de fondo de pista, con intercambios largos”, agregó el entrenador de Nadal.
EL DRAMA DE THIEM
A sus 28 años, después de ser el número tres del mundo en marzo de 2020, Thiem, ganador ese mismo curso del Abierto de Estados Unidos, figura ahora en el puesto 189. Su último partido lo ganó ante Marton Fucsovics en Roma, el año pasado. Poco después sufrió una grave lesión en la muñeca derecha cuando jugaba contra Adrian Mannarino en Mallorca. Tras nueve meses fuera de las pistas, en su reaparición ha perdido los seis encuentros disputados.
El argentino Mariano Puerta, adversario de Nadal en su primera final en París, en 2005, el sueco Robin Soderling, a quien superó en la de 2010, y David Ferrer, su oponente en la de 2013, hace tiempo que colgaron la raqueta. Stan Wawrinka, 37 años, el subcampeón de 2017, volvió hace tres meses, después de más de un año de baja debido a dos operaciones en el pie izquierdo. Ganador del Abierto de Estados Unidos y del US Open, hoy es el 263º en el escalafón.
Nadal, que el viernes cumplió los 36 y puede convertirse en el campeón más veterano del torneo, ha ido viendo cómo quienes intentaron retarle en la final o bien dejaban caer la hoja roja o entraban en situaciones delicadísimas. Roger Federer, que el 8 de agosto entrará en los 41, no juega desde los cuartos del pasado Wimbledon y en los últimos dos cursos y medio sólo ha podido disputar 20 partidos. Después de dos operaciones de rodilla, ha anunciado su regreso en Basilea, a finales de octubre. No está claro si para hacer un postrero intento de seguir en la competición o para despedirse.
Nadie resiste como Rafael Nadal, que ha hecho de Roland Garros un fortín en el afán de dilatar una carrera ahora seriamente amenazada por la lesión crónica en el pie izquierdo. “Cada partido que salva es la transformación en otro jugador. Eso nos da confianza en que puede superar las adversidades”, apuntaba Moyà, tras reconocer su inquietud durante el encuentro de semifinales con Zverev, donde su pupilo dio muestras de fatiga. De un modo otro, tirando de repertorio, de espíritu o de oficio, Nadal, que superó las tres primeras rondas con suma autoridad, se ha plantado allá donde quería. Ganador esta temporada del Abierto de Australia, del ATP 500 de Acapulco y del ATP 250 de Melbourne, además de finalista en el Masters 1000 de Indian Wells, ha sido capaz de burlar todas las trampas del destino para intentar reconquistar hoy el título en París. Y hoy, Dios dirá.
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