Al final de la escapada, el Gobierno rechazó el chantaje de Junts sobre terrorismo y traición y se embarra la legislatura
NotMid 01/02/2024
OPINIÓN
RAÚL DEL POZO
El pleno del Congreso debatió ayer la Ley de Amnistía entre el suspense que montaron el Gobierno y sus socios, y quedó claro que la medida no asegura la pacificación de Cataluña, sino su esprint hacia la independencia. Al final de la escapada, el Gobierno rechazó el chantaje de Junts sobre terrorismo y traición y se embarra la legislatura y las ideas del Ejecutivo. Para Feijóo no es una ley, sino un privilegio; el Gobierno estaba con respiración asistida y el desenlace le dio la razón.
Se inició la sesión con una catilinaria de Míriam Nogueras acusando a los jueces de prevaricadores y franquistas. Negó que ellos fueran terroristas. Dijo que los jueces y los enemigos quieren acabar con la cultura catalana como lo están haciendo en Baleares y en Valencia, rechazó esa ley con agujeros que no es la que ellos firmaron y exigió que el PSOE votase a favor de sus enmiendas. «Tienen miedo», dijo, «a amnistiar delitos que no se han cometido». En el pleno se ignoraba si se habían interrumpido o no las negociaciones entre Junts y el Gobierno, que daban razón a los que piensan que esta va a ser una legislatura corta y esperpéntica. Sin Pedro Sánchez, el principal sospechoso de perpetrar la medida, que solo acudió al final; sí asistió el beato mientras el prófugo sigue dando la vara, porque siguen en sus campañas electorales para ver quién será Bolívar.
Horas antes del debate, ya Junts desafiaba a Pedro Sánchez y amenazaba con tumbar la ley si el PSOE no incluía la impunidad de los delitos de terrorismo y alta traición. El juez Joaquín Aguirre implica a Puigdemont por contactos con la trama rusa para lograr la independencia y desestabilizar nuestra democracia, y Puigdemont intenta blindarse ante los jueces cuando el poder ejecutivo y el legislativo atacan al poder judicial. Como dice Carlos Alsina, denunciar la trama Putin-Junts era para Pedro Sánchez un ejercicio de responsabilidad, y ahora hablar de ello es hacer méritos para ingresar en la fachosfera. Feijóo le da la razón cuando declara que los virajes del nuevo PSOE, cómicos y cósmicos, y cada votación serán un calvario. Si el Pleno no aprobaba la ley, se devolvía a la Comisión de Justicia, lo que daría un mes de plazo para volver a presentarla. Y así ocurrió en la votación final. El panorama es oscuro: los jueces se han opuesto a una ley que borra los delitos de rebelión cuando la Constitución y el poder judicial están siendo ferozmente atacados.