Los choques con la brigada 47 de Ucrania provocan los primeros muertos de militares enviados por Pyongyang
NotMid 12/11/2024
MUNDO
Los soldados ucranianos que defienden las trincheras de Kursk han tenido que aprenderse estos días la siguiente frase: «Son-eul deul-eo». Significa «arriba las manos» en idioma coreano. El número de norcoreanos desplazados a Rusia, siempre según la inteligencia de Seúl, superará los 12.000 hombres, el tamaño aproximado de una división. Unos 3.000 de ellos ya están desplegados en la región de Kursk y, según declara la tercera brigada de asalto de Ucrania, esta semana han tenido ya los primeros muertos y heridos. Estos militares asiáticos son parte del despliegue ruso para liberar la región de Kursk, ocupada en parte por Ucrania en agosto y aún en manos de Kiev.
¿Suponen 12.000 soldados una ventaja esencial en esta guerra? Con ejércitos de más de 800.000 miembros en estos momentos, no es una cifra decisiva, pero sí ofrece cierto alivio a Vladimir Putin, empeñado en no realizar una segunda gran movilización obligatoria a pesar de las enormes bajas acumuladas en el frente. Según asegura Pyongyang, se trata de militares «de élite» que formarán parte de unidades de asalto, pero en el ejército ruso estas unidades, conocidas como Storm Z, son todo lo contrario que la élite: carne de cañón sacrificable para tomar posiciones enemigas al precio que sea. Son las que más bajas acumulan, algunas de ellas con más del 90% de muertos y heridos, como han reconocido algunos prisioneros rusos a este reportero. Estos soldados norcoreanos aparecen en varios vídeos grabados por sus colegas rusos alabando las raciones de combate de las tropas de la Z, que no son especialmente sabrosas. Como en su país no tienen internet de libre acceso, según cuentan los soldados rusos todos los norcoreanos se pasan el día viendo vídeos porno en sus teléfonos.
Los soldados enviados por Kim Jong-un, vestidos y armados por Rusia con su clásico uniforme flora digital, no tienen experiencia en combate, por mucho que la guerra entre las dos Coreas siga oficialmente sin terminar, y ya se enfrentan a las mejores brigadas ucranianas, como la 47 mecanizada, que ahora lucha en Kursk y que usa material occidental como los carros de combate Abrams o los blindados Bradley.
Más allá de la llegada de estos soldados y los tres generales que les comandan, sea cual sea su nivel, la participación de Corea del Norte puede ser crucial por otra cuestión: la munición. Aunque muchos soldados rusos se han quejado de la baja calidad de los proyectiles norcoreanos, que pueden llegar a estallar dentro del tubo del cañón al atravesarlo, para las tropas de la Z ha sido un alivio recibir al menos cuatro millones de proyectiles de todos los calibres desde Pyongyang, mientras la Unión Europea no era capaz durante meses de juntar el millón de balas de cañón prometidas. También se ha visto ya el fusil de asalto AK74 en su versión norcoreana en manos de militares rusos. Los soldados ucranianos han tomado algunos de ellos como trofeo de guerra en las últimas horas.
Respuesta de Seúl
En la lógica escalatoria de esta guerra, el movimiento de Pyongyang conlleva, inevitablemente, otro por parte de Seúl que aún está por ver. Medios especializados aseguran que ya han llegado a Ucrania asesores surcoreanos para apoyar a Kiev y que pronto comenzará a fluir armamento y munición desde el país asiático, con uno de los ejércitos más poderosos y modernizados del mundo, además del cuarto exportador de armas de todo el planeta. No es extraño que a este esfuerzo se una Japón, otro de los países rivales de la dinastía feudal de los Kim (y de Rusia) que hasta ahora se había mantenido de perfil.
Conforme avanza el otoño en Ucrania, los campos y carreteras se van llenando del clásico barro negro o rasputitsa, «ese mar de lodo» que atrapa a los vehículos blindados y ralentiza las ofensivas, como bien experimentó la Wehrmacht alemana en su invasión de la URSS en 1941. La llegada de las lluvias puede suponer un gran alivio para las tropas ucranianas, que siguen retrocediendo en el frente del Donbás ante el lento pero constante avance ruso. Para el Instituto de Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), «el ritmo de los avances rusos en Ucrania ha aumentado en las últimas semanas, pero sigue siendo lento y consistente con una guerra de posiciones en lugar de una maniobra mecanizada rápida, lo que pone de relieve lo estancados que han estado en general los avances rusos después de más de dos años y medio de guerra».
Los dos ejércitos están cansados, pero adolecen de problemas diferentes. El mayor problema de Ucrania ahora mismo es la dificultad para reclutar soldados para ocupar posiciones de primera línea, un infierno en la tierra. Aunque en la guerra actual la defensa es mucho más sencilla que el ataque, las tropas de Kiev no consiguen rellenar todas las posiciones en un frente tan largo y rotarlas a la vez para que descansen. En esas circunstancias, prefieren ceder terreno antes que sufrir bajas defendiendo trincheras hasta el último soldado. El invierno para Ucrania va a ser duro. Los planes de Trump de alcanzar un alto el fuego no parecen sencillos y no llegarían hasta que tome posesión en enero en el Capitolio. Demasiado tiempo para congelar las posiciones actuales.
Tendencias
En cualquier caso, sus comandantes se agarran a varias tendencias no del todo malas teniendo en cuenta cómo va la guerra: la primera es el ratio de disparos de artillería, un arma relevante en esta invasión. Sus militares han pasado de disparar un proyectil por cada 10 de Rusia el pasado febrero, cuando la parálisis en el Congreso de EEUU taponaba la ayuda militar, a uno por cada dos lanzados por Moscú. Ucrania está convencida de que en los próximos meses se alcanzará el ratio de uno a uno por primera vez en toda la contienda. Las fábricas occidentales han tardado en ponerse a producir balas de cañón, pero el aumento ya es significativo, tanto de EEUU como de Europa.
Otro es el ratio de bajas, que sigue siendo favorable a Ucrania en general (uno a tres de Rusia, aproximadamente en toda la línea), pero que se acerca al uno a 10 en el frente de Pokrovsk, el más activo de la guerra en estos momentos. Ucrania no ha conseguido cerrar la brecha abierta por los rusos en Avdivka el pasado febrero y su avance se ha prolongado unos 30 kilómetros al norte, hasta topar con Pokrovsk, una ciudad de la región de Donetsk que ya ha sido demolida a distancia al estilo Grozny. Las tropas de la Z tratan de rodearla por el sur, donde la pérdida de Vuhledar por parte de Ucrania ha llevado a los rusos hasta el siguiente punto de defensa, Kurajove, una auténtica fortaleza defendida de forma natural por el río Vovcha al este y una tupida red de trincheras al oeste. De caer este baluarte, los rusos podrían llegar hasta la región de Dnipro, un punto muy peligroso para Ucrania, que excava nuevas líneas de defensa en profundidad a toda velocidad, perfectamente visibles desde las carreteras.
En cuanto a Rusia, enfrenta problemas evidentes de desgaste tras sostener una estrategia de ofensivas prolongadas durante meses, como las de Bajmut, Vuhledar o Sveronodetsk, saldadas con la toma de sus ruinas, pero a un coste altísimo. Lo explica el analista Michael Kofman en su artículo Por qué a Rusia no le va tan bien como parece, publicado en la revista Intelligencer. Rusia ha perdido más de 3.500 carros de combate, más de los que tenía en servicio el día que comenzó la invasión. Los almacenes de la Guerra Fría se van vaciando mientras que sus fábricas son incapaces de llegar a la tasa de reposición de destrucción de blindados. Los expertos en análisis de fotografías de satélite creen que Rusia comenzará a quedarse sin estos vehículos a mediados de 2025, lo que le llevará a ralentizar las operaciones para reservar un número determinado de ellos. ¿Qué pretende entonces Putin en estos momentos? Para los principales analistas del conflicto, Rusia está ante la última gran ofensiva que va a poder desatar antes de que el invierno y el desgaste frenen su esfuerzo.
El régimen de Vladimir Putin no desea reclutar a más rusos de forma obligatoria, una decisión que puede tener un gran desgaste político, y por ello se ve obligado a pagar cada vez más para reclutar cada vez menos. El pico de unos 30.000 voluntarios al mes hace seis meses que se alcanzó y desde entonces no para de descender. Los norcoreanos van a venirle bien de momento pero si Kim Jong-un no repone las pérdidas y envía cada mes a más carne de cañón, tarde o temprano tendrá Putin que hacer una segunda gran leva. Y en cualquier caso, a un ritmo medio de 1,2 kilómetros cuadrados de avance al día, el objetivo secundario de Putin en esta invasión, que es la toma completa del Donbás, no se completaría hasta dentro de muchos años.
Pero Ucrania ya no lucha por recuperar sus territorios, algo impensable hoy dada la falta de personal necesaria, pero sí combate por hacerle todo el daño que pueda a Rusia aún a costa de ir perdiendo metros poco a poco y de una forma escalonada. Por eso la mayor parte de sus ataques ya se hacen con drones, no con soldados. EEUU acaba de enviar 800 millones a Kiev para invertir en esa industria. La robotización de la guerra no ha hecho más que empezar.
Agencias