El único desvelo de la sanchosfera gira en torno a cómo eludir la vigilancia de las instituciones
NotMid 31/01/2024
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Las sesiones de tortura a las que Junts somete a Pedro Sánchez son tan fascinantes que terminan desviando nuestra atención hacia un voyeurismo morboso. El cruel espectáculo suscita preguntas ociosas que nos mantienen distraídos. Por ejemplo, cómo es posible que tantos se hayan entregado al culto fervoroso de un ídolo con la firmeza de un guiñapo.
Aún peor pérdida de tiempo es enredarse persiguiendo los toscos señuelos que el Gobierno echa a andar. Esto de la fachosfera sólo es la traducción práctica de la voluntad frentista expresada por el presidente en la investidura y asumida con la habitual diligencia servil, y con una inédita prosa de fanzine, por el boletín oficialista que se ha autodeclarado como el único periódico de referencia en España. Es una forma de denominar a los salvajes que viven más allá del muro.
La competencia más feroz se da hoy en el mercado de la atención. Las distracciones son una evasión necesaria. No se puede estar todo el día concentrado, soportando sobre los hombros la gravedad de las cosas. Además, con algo hay que llenar las columnas. Pero, para evitar que la distracción se convierta en alienación, de vez en cuando conviene recordar lo fundamental y expresarlo en lenguaje recto.
La Ley de Amnistía es el pago del precio de la investidura. Una transacción vil que no se habría dado jamás si Sánchez no hubiera necesitado los votos de Junts. El canje de impunidad por apoyo parlamentario es corrupción política. De la peor especie. Una ley redactada por sus beneficiarios es una ley corrupta. La amnistía no responde al interés general, sino a un fin espurio, que es comprar a crédito del Estado una prórroga en el poder. Esta es la trama principal y lo demás sólo son las peripecias de sus protagonistas para garantizar el éxito de la operación.
El grupo proponente de esta ley ignora en qué consiste, porque se va escribiendo en función de los autos judiciales en lugares ignotos. Sus señorías ya se enterarán por la prensa de qué es lo que han votado. A sus redactores les da igual si los delitos de Puigdemont encajan en uno u otro tipo, cuánta violencia desplegó Tsunami Democràtic para coaccionar al Estado, con qué sicarios putinistas se reunieron los enviados de la Generalitat y lo que supone abortar una investigación sobre la injerencia rusa en una democracia occidental. Ni el PSOE ni la sanchosfera tienen alguna consideración moral sobre esto, ni sobre nada, porque su único desvelo es operativo y su único ejercicio de conciencia gira en torno a cómo eludir la vigilancia de las instituciones que podrían paralizar la operación.