NotMid 10/06/2024
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Existe cierta nobleza en la desesperación. Por eso nuestro personaje favorito de los Monty Python siempre fue el Caballero Negro, entrañable paladín medieval que pretende seguir peleando contra el adversario que acaba de segarle los brazos y las piernas, degradándole a pedazo hemorrágico de voluntad ciega. Ahora veremos a Pedro vendiendo su hemorragia de dos millones de votos como una victoria, por más que el PP lo aventaje en cuatro puntos y dos escaños. Es cierto que la gestión de expectativas en Génova se parece más a la cabalgata navideña de Willy Wonka que a un partido organizado en torno a cierta cordura estratégica y alguna coordinación narrativa.
Pero la extrapolación nacional de estas elecciones europeas pone a Feijóo en La Moncloa, razón por la cual Sánchez no plagiará a Macron, que a su vez trata de hacerse un Sánchez llamando a los franceses a rescatarle tras la debacle del centro en Francia. Un tal Alvise empata en escaños a la vicepresidenta del Gobierno, martirizada además por el soplo en la nuca de su íntima enemiga Irene Montero. Y el separatismo catalán avanza hacia el colapso de la legislatura por la vía de convertir a Salvador Illa en el campeón europeo de los pagadores de fantas.
Pero la lectura nacional del 9-J palidece ante el cambio de rumbo que los europeos acaban de decidir para su hermoso y vetusto continente. El giro hacia la derecha tendrá consecuencias en política fiscal, militar y energética desde ya. El resumen de este junio europeo podría describirse, a la manera de Jardiel, como un corazón azul con freno y marcha atrás. Bueno será que vuelva la austeridad si no acabamos haciendo la mili los que pedimos prórroga de estudios en el gozne del nuevo milenio. Es posible que Greta Thunberg tenga aún muchos minutos de gloria mediática, incluso que gane Eurovisión cubierta de brea con una coreografía de hombres disfrazados de cormoranes, pero me temo que la agenda verde va a ser revisada con la misma alegre determinación con que se puso en marcha. Puede que Teresa Ribera encuentre consuelo a esta palinodia climática en el seguro confort de una comisaría europea, lejos de Pedro y de su propio ridículo al defenderle.
Por lo demás, los estertores de nuestro Caballero Negro ocuparán nuestro verano camuflados de juego olímpico pedrista. Pero a medida que a todos los integrantes de su equipo de agonizantes sincronizados les vaya llegando el otoño del descontento, entre jueces inasequibles a la intimidación y separatistas irreductibles al interés sociata, el anticipo de generales -o la moción- caerá por su propio peso. Y será sin nobleza alguna.