Aldama, Begoña Gómez, David Sánchez y el fiscal general componen una personalísima historia de regeneración democrática en cuatro tomos
NotMid 28/11/2024
OPINIÓN
LEYRE IGLESIAS
Conviene pasar a limpio la lista de escándalos feos que afectan al Gobierno y a sus apéndices. Situarse, porque la montaña de hedor aturde el olfato.
Tomo 1. Un corruptor que impulsó la carrera profesional de la mujer del presidente asegura que sobornó a quien durante tres años fue, al mismo tiempo, la mano derecha de Pedro Sánchez en el Gobierno y en el PSOE. Afirma que pagó a su sucesor en Ferraz, y al jefe de gabinete de la ministra de Hacienda. Que otro ministro le pidió dinero. Y que en 2020, gracias a sus gestiones, España abandonó a la oposición democrática de Venezuela. Las acusaciones de Aldama deben sustanciarse, aunque la parte concerniente a Ábalos y al ubicuo Koldo está bastante acreditada. Así que ya puede decirse que, mientras oíamos lo de la tolerancia cero, la corrupción llegaba al estómago mismo del partido y del Gobierno.
Begoña Gómez y David Sánchez encabezan el tomo 2 de esta maraña. Respecto a la mujer del presidente, la digestión se hace cada día más pesada. ¿Se puede defender que, presentándose con el sello intimidante de La Moncloa, una amiga suya contratada por Presidencia pidiera dinero a empresas reguladas y negociara su cátedra con la Complutense? Dicen que no hay nada, pero con Gómez son ya cuatro los imputados. El caso del hermano del presidente, a quien la Diputación de Badajoz le fabricó con urgencia un extraño puesto directivo, debe de ser otra inventada de las que prosperan en los juzgados. Tampoco él está solo: desde ayer le acompañan ocho imputados más, entre ellos, el líder del PSOE en Extremadura. Es decir, el partido.
El tomo 3 lo encarna el ministro 23 del Gobierno, cuya «participación preeminente» en la operación para derribar a Ayuso a través de su novio se está convirtiendo en la mancha que lo invade todo. Cuando aún no ha trascendido el contenido de sus móviles y de su ordenador, al fiscal general se le da ya por sentenciado, hay otra fiscal imputada, Juan Lobato ha dimitido y es probable que la mujer de confianza de Óscar López acabe también ante el Supremo.
Los intentos del Gobierno por desviar el foco son menos encomiables que el esfuerzo de sus medios afines por arrimar el hombro. La batalla Broncano-Motos es quizá el ejemplo más cómico. Del sometimiento acrítico han pasado al puro activismo. Ellos protagonizan el cuarto tomo de esta personalísima historia de regeneración democrática. Personalísima porque, es curioso, los cuatro tomos -también el de Ayuso, su fiera antagonista- conducen al presidente.