En la Andalucía que fue de izquierdas mañana va a ganar la derecha que no gusta a los que no le votan, pero que no les asusta
NotMid 18/06/2022
OPINIÓN
RAFAEL MOYANO
El PP logró gobernar en Andalucía hace cuatro años con sólo 26 de los 109 diputados, los peores resultados de la última década. En 2008 consiguió 47, 50 en 2012 -y ganó las elecciones- y 48 en 2015. El PSOE ha sido el partido más votado en 10 de los 11 comicios autonómicos que se han celebrado en los último 40 años. En cinco ocasiones logró la mayoría absoluta, en otros cuatro se apoyó en Izquierda Unida y la última vez que gobernó lo hizo pactando con Ciudadanos tras despreciar los acuerdos con Podemos. A ese PSOE que siempre ganaba sin bajarse del autobús el PP sólo le consiguió arrebatar una vez del primer puesto del podio electoral, pero Javier Arenas no pudo llegar a San Telmo, porque Andalucía era de izquierdas. Lo fue hasta hace cuatro años y lo será aún menos mañana.
El autonomismo prendió con urgencia en la Andalucía preconstitucional, pero era un sentimiento más de “que no nos vuelvan a dejar atrás, de que no nos la vuelvan a jugar”, que una reivindicación nacionalista. En poco tiempo todo se tiñó de blanco y verde, se rescató a Blas Infante y hasta el rock se hizo andaluz. Era un tren en marcha al que había que subirse y lo hicieron todos los partidos, desde Alianza Popular al Partido Comunista, desde la Democracia Cristiana a la Organización Revolucionaria de Trabajadores. Todos juntos firmaron el Pacto de Antequera, que reclamaba la categoría de “histórica” para la Comunidad, pero lo que realmente se demandaba era no ser menos que vascos, catalanes o gallegos.
No fue una ocurrencia política, fue una respuesta política a la reivindicación de más de un millón y medio ciudadanos que salieron a la calle y que, más que ser andaluces, querían dejar de ser españoles de segunda. La izquierda lo tuvo fácil para capitalizar esa protesta frente a una derecha considerada mayoritariamente heredera de un régimen protector del señorito, símbolo y cliché de la desigualdad social. La izquierda logró los votos del descontento, el de muchos, y luego se quedó por largo tiempo gestionando los del progreso, el de la Expo, el AVE o la industrialización. Duró hasta que el término cortijo -la finca del señorito– también empezó a emplearse para designar el entramado socialista en la región.
Mañana va a ganar la derecha que no gusta a los que no le votan, pero que no les asusta. La derecha que lleva cuatro años gobernando con el contrapeso de Ciudadanos, el mismo partido que se lo dio la legislatura anterior al PSOE. Lo que preocupa a la Andalucía que fue de izquierdas es quién hará de contrapeso ahora, cuántos votarán a la otra derecha, la que sí asusta.
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