Tras este despecho oval, en Ucrania y en Europa Central temen que, sin la ayuda de Washington, el frente no pueda aguantar más allá del verano. La participación de Estados Unidos es clave desde el punto de vista de la munición y el armamento.
NotMid 01/03/2025
OPINIÓN
XAVIER COLÁS
No es el peor mes de febrero de Volodimir Zelenski. A principios de febrero de 2022, Vladimir Putin estaba bastante seguro de que al mes siguiente su homólogo ucraniano estaría muerto: mientras Rusia negaba que tuviese intención de invadir Ucrania, varios comandos rusos de fuerzas especiales estaban ya esperando en Kiev a que llegase el momento para desplegarse, matar al líder ucraniano y retirarse de la zona aprovechando una entrada de las tropas rusas en la capital que nunca se consumó. “Necesito munición, no que me saquéis”, respondió aquel Zelenski cercado al empezar la invasión.
A finales de febrero de 2025, Vladimir Putin está bastante seguro que Volodimir Zelenski dejará pronto de ser presidente, tal vez el mes que viene: los boyardos del zar que intentó matarlo -y que, al no lograrlo, lanzó la mayor guerra de conquista desde la Segunda Guerra Mundial- han intentado durante estos años retratar al líder ucraniano como un obstáculo para la paz.
Tras esta bronca oval, en Ucrania y en Europa Central temen que, sin la ayuda de Washington, el frente no pueda aguantar más allá del verano. La participación de Estados Unidos es clave desde el punto de vista de la munición y el armamento, pero también desde el punto de vista logístico. Europa tiene recursos para apoyar a Ucrania, pero no tiene existencias para aguantar una guerra larga.
Rusia lleva desde 2022 culpando de la guerra al país que intentó ocupar en tres días. Que Donald Trump culpe ahora a Volodimir Zelenski de haber iniciado la guerra y no querer acabarla sólo podía ser recibido con alborozo por Moscú. La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajarova, reaccionó con rapidez a la regañina al presidente ucraniano, al que calificó de “sinvergüenza”, echando de menos incluso un poco de violencia contra él: “Creo que la mayor mentira de todas las mentiras de Zelenski es la declaración en la Casa Blanca de que el régimen de Kiev en 2022 quedó solo, sin apoyo. La forma en que Trump y Vance se contuvieron y no golpearon a ese sinvergüenza es un milagro de contención“.
No es el peor mes de febrero para Volodimir Zelenski: el hombre que se ha topado con caras de cemento en la Casa Blanca ha dormido entre sacos de cemento en su palacio presidencial. Pero sí es el peor mes de febrero para Europa Central. La cuestión clave ahora mismo en Kiev -pero también en Varsovia, Vilna, Riga, Tallin-, es si Trump simplemente dejará de dar la ayuda gratis -de manera que podría comprarse con dinero europeo- o si puede bloquear el suministro de armas, en cuyo caso no hay seguridad ni para Ucrania ni para Europa.
Al igual que Putin hizo en su discurso nocturno aquel salvaje 24 de febrero de 2022 -seguro de que Estados Unidos no ayudaría-, Trump ha exigido la rendición de Ucrania, convencido de que Europa no tiene nada que hacer. Acorralado en Washington, Zelenski afirmó que necesita garantías de seguridad. Trump estalló: “No tenéis bazas”. Como señalaba al caer la tarde Yaroslav Trofimov, periodista ucraniano y autor del libro Our Enemies Will Banish, “ahora les toca a Ucrania y a quienes dicen ser sus amigos demostrar que aún quedan bazas por jugar”.
En Ucrania y en Europa Central hace tiempo que políticos y expertos tienen identificado el problema Trump. Hasta la fecha, sólo quedaba calibrar su tamaño. El analista de defensa lituano, Vaidas Saldziunas, esboza los cuatro escenarios que se han barajado para Trump. El primero, que sea un agente ruso: “Si parece un pato y hace ruido como un pato, ya sabes”. El segundo, que sea simplemente “ingenuo”, tal vez loco o, en todo caso, equivocado. El primer escenario es catastrófico; el segundo, simplemente malo.
Hay dos escenarios mejores, o al menos los había hasta el despecho oval: que Trump sea más normal de lo que parece y que, “al final, Putin le enfade, y “Estados Unidos pase a vendernos las cosas caras, a exigir más a Europa como ha ocurrido desde el presidente Dwight D. Eisenhower”. Y, por último, que Trump sea “un maestro” y todo esto fuese una jugada letal para Rusia.
Mientras todavía retumba la bronca de Trump, bramando propaganda rusa ante el presidente de un país invadido, los escenarios del Trump-recuperable o el Trump-maestro son la luz que se apaga. “Pero mientras tanto, hay que mantenerlos [a los americanos] como sea. No hay alternativa. Lo demás es palabrería: incluso si empezamos ahora a armarnos, tardaremos más de dos años en estar listos“, lamenta Saldziunas.
El análisis más sobrio lo aportó Gabrielius Landsbergis, ex ministro de Exteriores lituano. Mientras los líderes europeos se lanzaban a las redes sociales para defender a Zelenski, Landsbergis, cuyo abuelo lideró la resistencia lituana ante la agonizante URSS, reformuló la primera frase histórica que Zelenski escupió entre sacos de cemento: “Necesita munición, no abrazos“