El abrumador dominio sobre la Fórmula 1 que está ejerciendo el equipo Red Bull desde el año 2022 está llevando a algunos sectores a empezar a cuestionar algunos aspectos, entre los cuales comienza a aflorar el quitar mérito al piloto, Max Verstappen
NotMid 19/03/2024
DEPORTES
El neerlandés cuenta, al escribir estas líneas y antes del GP de Australia, con 56 victorias en el campeonato, todas logradas de la mano de Red Bull comenzando en aquel impresionante Gran Premio de España de 2016, la primera vez que se subió a un Red Bull en carrera y la primera vez que se vio en condiciones de poder ganar un Gran Premio, teniendo que sostener a un campeón del mundo como Kimi Räikkönen acechándole a pocos metros a sus espaldas. Y el neerlandés, con sólo 18 años, 7 meses y 15 días, se convirtió en el piloto más joven en lograrlo.
Actualmente, encadena nueve victorias seguidas desde 2022, y en los últimos veinte Grandes Premios, 19 los ha ganado Verstappen, racha sólo cortada por Carlos Sainz en Singapur el año pasado. Es el tercer piloto con más victorias en las estadísticas, cuenta con 100 podios que le colocan séptimo de momento y sus 57 poles le ubican en cuarto lugar a la estela de las míticas 65 de Ayrton Senna. Números ya enormes y que siguen creciendo. Pero, ante el dominio brutal del joven piloto neerlandés, la respuesta es empezar a considerar que el mérito es más del coche.
La cuestión no es nueva
No es algo nuevo. Lo hemos visto muy recientemente con Lewis Hamilton en sus años de dominio con Mercedes-Benz de 2014 a 2020, con el paréntesis del título de Nico Rosberg en 2016, y que tuvo su fin en la brutal temporada de 2021, luchando precisamente de tú a tú con Max Verstappen, ambos mereciendo el título que se resolvió de forma polémica con una decisión bastante discutible desde dirección de carrera. Lewis habría ganado 6 de sus 7 títulos de manera fácil.
Lo hemos visto, por supuesto, con Sebastian Vettel, cuyo periodo de éxito de 2010 a 2013, curiosamente también de la mano de Red Bull, con cuatro campeonatos del mundo seguidos, es visto como algo no atribuible al alemán, sino única y exclusivamente a los coches diseñados por Adrian Newey a la cabeza del departamento del equipo. Cualquiera hubiera ganado con esos coches, y aquí llegamos al punto clave de la distorsión en el razonamiento.
El fantástico piloto Cualquiera
El piloto de apellido Cualquiera lleva ganados por lo menos 62 títulos de campeón del mundo de pilotos, que son los mundiales en los que el campeón del mundo de pilotos ha ganado contando con el mejor coche, que, convendremos, deberá ser considerado el que ha ganado también el mundial de constructores. Podríamos poner a Cualquiera en esos coches y tendríamos el título asegurado, sin dificultades. Vamos, el ‘mono detrás del volante’ del que hablaba Niki Lauda a inicios de los años 2000.
Pero este perverso argumento a favor de Cualquiera, que sostienen ahora con Max Verstappen, se derrumba cuando se observa que, en muchos de esos 62 campeonatos, el segundo piloto del mundial no fue precisamente el que llevaba el otro coche imbatible, es decir, que sin el piloto campeón, Cualquiera hubiera desperdiciado el mejor coche de la parrilla. Y ello porque nuestro respetado y querido Cualquiera no fue –ni es- capaz de sacar todo el potencial del buen coche puesto en sus manos.
En esto de las carreras de coches, parece que se está queriendo olvidar que ellos son precisamente la pieza fundamental. Nadie ha ganado carreras con un Andrea Moda, un Minardi, un Eifelland o un Forti. El diseñador y el equipo alrededor son fundamentales en el éxito para el piloto, que es además el último eslabón para ello, pero no el menor tampoco. Contar con el mejor coche es precisamente el deseo y la obsesión de todos los pilotos del planeta. ¿Por qué? Porque con él podrán lograr los resultados deseados, gracias también a su talento y calidad de pilotaje, que encuentra la herramienta definitiva para ello.
Verstappen es casi perfecto
Y eso nos devuelve a Max Verstappen, que es posiblemente la evolución final, casi perfecta, de la raza de piloto de carreras. En ese desarrollo, el neerlandés es completo en la práctica totalidad de los campos de excelencia requeridos para un piloto. Es rapidísimo a una vuelta, y no sólo ahora que su coche le permite hacer poles. Ha madurado en la gestión de la carrera y las emociones, convirtiéndose en un piloto regular sin errores apreciables. Su talento para adelantar –excluyendo el DRS- es magnífico. Su control del monoplaza, casi abusivo comparado con otros compañeros, jugando con el coche a placer. Y es un carácter competitivo inmisericorde, agresivo, duro, implacable. No deja ni las astillas del hueso a los rivales.
Pero Cualquiera cogería estos Red Bull y haría todo eso, claro. Lo cual emerge a la superficie ante la crisis interna en el equipo austríaco y la posibilidad de que el neerlandés deje el equipo, dada la aparente creación de facciones internas en una lucha que no vamos a tratar aquí. Como si Red Bull no cometiera también un error tremendo dejando ir a un piloto joven y con las cualidades que atesora Verstappen.
La normativa ha fallado
Para evitar estos dominios, la solución ha sido la de crear una ficticia igualdad que, en la tercera temporada del reglamento igualitario, ya ha demostrado ser falsa. Habrá quien esperase que Haas o Williams podrían hacer podios o ganar carreras, claro. O que la competición el día de la carrera sería cerrada como en la Fórmula E, por ejemplo. Que los coches, con las limitaciones presupuestarias y demás, se igualarían. En esta columna ya se advirtió en 2022 que los cambios normativos suelen dar coches dominadores, que es lo que ha ocurrido.
Pretender que la Fórmula 1 sea igual para todos la desvirtúa en su más profunda naturaleza. La IndyCar ahora usa un solo chasis, antes había alguno más, pero eran todos iguales. Lo mismo para la F2 y F3, que en su tiempo tenía distintos coches. La estandarización en la F1 es innegable, como también que no está funcionando. Pero que haya un coche dominante no debe implicar que se dispare al piloto porque es sustituible. Aparte de que los equipos suelen adaptar sus creaciones a las virtudes de su primer piloto, que les dará los mejores resultados y quizás el ansiado campeonato del mundo, y obviando que el piloto ayuda en la progresión del monoplaza también.
Así que Max Verstappen podría ser Cualquiera. Como lo fueron Fangio, Ascari, Clark, Stewart, Lauda, Piquet, Senna, Prost, Schumacher o Alonso. Por citar a más pilotos prescindibles en sus equipos en sus respectivas eras. Pero es justo lo contrario. Disfrutemos de la belleza y casi perfección del pilotaje de Max Verstappen y su simbiosis con un excelente Red Bull. Está haciendo la historia que otros solo pueden soñar y que jamás lograrán. No despreciemos así el talento de un piloto único.
Agencias