Dado que Pedro Sánchez ya ha mostrado su disposición a buscar el apoyo de Junts, la llave está en manos de las fuerzas independentistas
NotMid 31/07/2023
OPINIÓN
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA
Las elecciones nos han dejado encima de la mesa dos problemas de difícil solución: uno, la conformación del Gobierno; dos, la gobernabilidad posterior. Dado que Pedro Sánchez ya ha mostrado su disposición a buscar el apoyo de Junts a pesar de que el respaldo a los partidos independentistas haya caído al 27%, la llave del primer problema está en manos de las fuerzas independentistas. Si esa investidura sale «bien» (calificación difícil de aplicar a una investidura con el voto de Junts), la gobernabilidad posterior no vendrá definida por la geometría más o menos variable de la legislatura anterior, en la que tuvimos presupuestos y leyes aprobados por cifras superiores a los 190-195 escaños. No, cada vez que Pedro Sánchez entre en el Congreso y antes de empezar a hablar, ya tendrá 172 votos en contra (PP, Vox, Coalición Canaria y UPN), que tendrá que superar acudiendo a una insuficiente coalición de 171 sin Junts que solo podrá superar si suma a Junts y logra los 178.
Pero el regulador de temperatura de Junts también puede funcionar en sentido contrario y situar enfrente de Sánchez 179 votos negativos a cualquier propuesta o ley que presente. Por tanto, no hablamos de que Junts tenga solo la llave de la investidura sino de la gobernabilidad del país del que se quiere separar.
Esto plantea al PP el dilema de mimetizarse con un PSOE que dijo no estar dispuesto a facilitar la investidura del PP si con ello pudiera evitar que Vox entrara en el Gobierno, haciendo exactamente lo mismo por el otro lado: no ofrecer al PSOE, desde ya, no tener que depender de Junts para la investidura. Es cierto que el PSOE no lo pedirá y que el PP tampoco lo ofrecerá, pero eso no invalida el argumento. Al revés, confirma que PP y PSOE se han situado en la Doctrina Varoufakis, en honor al ministro de Finanzas griego durante la crisis del euro, empeñado en demostrar que la Unión Económica y Monetaria era un fracaso aunque para ello tuviera que sacar a Grecia del euro y empobrecer a su país.
Al fin y al cabo, ¿qué son un corralito y unos jubilados haciendo cola en un cajero a cambio de tener razón? Y así estamos: ¿necesitamos que Vox entre en el Gobierno para demostrar que niegan la violencia de género, la libertad sexual y el cambio climático y así armarnos de razón para el futuro aunque eso dañe a las mujeres, al colectivo LGTBi y a las políticas climáticas? ¿Y necesitamos que Puigdemont condicione el futuro de este país para demostrar que lo condiciona? Paren, que yo me bajo de un país así.