Tras año y medio en la oposición, el veterano dirigente del Likud vuelve al poder anunciando como principales misiones evitar un Irán nuclear y normalizar relaciones con más países árabes. Su Gobierno exige reformas del poder judicial
NotMid 29/12/2022
MUNDO
Bajo la preocupación de los sectores liberales y progresistas en Israel, el Gobierno ultraconservador de Benjamín Netanyahu ha sido investido en la Knésset rompiendo quizá la cadena sin precedentes de elecciones (cinco desde 2019) pero no la aguda polarización del país reflejada en la manifestación de protesta este jueves ante el Parlamento en Jerusalén. El dirigente que en su primera etapa como primer ministro en 1996 se mostró a favor de limitar el mandato a dos legislaturas seguidas (ocho años), iniciará el 2023 al frente de su sexto Ejecutivo. En los meses de negociación tras los comicios del 1 de noviembre, sus socios de Gobierno han demostrado que no serán fáciles de gestionar con algunas demandas que, de cumplirse, provocarán tensiones con el poder judicial israelí, el liderazgo palestino y la Administración Biden.
Con 64 de los 120 diputados, la coalición más derechista en la historia de Israel (el conservador Likud, dos partidos ultraortodoxos y tres pequeñas formaciones ultranacionalistas) sustituye a la más heterogénea (ocho partidos de izquierda, centro y derecha y uno árabe) que hace año y medio envió a Netanyahu a la oposición tras 12 años seguidos en el poder. Si en el 2021 el bloque opositor puso el grito en el cielo -y nunca mejor dicho- ante la “erosión del carácter judío de Israel”, ahora la oposición liderada por el centrista y ex primer ministro Yair Lapid alerta ante la “la erosión del carácter democrático de Israel”
Agencias