NotMid 12/04/2022
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Empiezo a pensar que mis madrugones son atroces, porque desde hace unos días los primeros seres sintientes con los que tengo contacto desde que me despierto son unas ratas. Salgo de casa a hurtadillas, mientras la familia duerme, cuando aún no despunta el alba, y ahí me las encuentro, en plena calle, a lo suyo, cada vez mejor instaladas en el barrio. Di aviso hace dos semanas al servicio de emergencias madrileño para que alguien se hiciera cargo y la madrugada de antes de irme de Semana Santa me las volví a encontrar. Me sentí un poco culpable, lo confieso, como si las hubiera traicionado. Dense cuenta de que las he visto crecer.
El primer día solo vi una, de tamaño medio, calculo que todavía perdería una pelea con un gato. Huidiza y desconfiada, corría a esconderse en su solar de la esquina cuando oía mis pasos. La otra noche lucía lustrosa y bien nutrida, acompañada por una compañera igual de lozana. Creo que se han percatado de que no soy peligroso y mi presencia ya no las distrae. Tan seguras se muestran que ahora soy yo quien desvía su ruta. Ambas podrían aspirar a un combate con un rival más ambicioso, un pitbull o un presa canario.
Su dieta es variada y, como han retirado los contenedores de la calle para acometer unas obras, ellas se sirven de las bolsas de basura como si estuvieran en un bufet. Su menú se compone fundamentalmente de los restos de una pizzería cercana pero seguro que de vez en cuando se dan algún capricho porque, para que se hagan una idea de que no hablamos precisamente de un suburbio de Bombay, frente a su solar hay una magnífica ostrería, de excelente producto, trato atento y abundante clientela.
Cuando volví a interesarme por el destino de mis ratas, desde el ayuntamiento me dijeron que algo se haría, que no morirían de muerte natural, vamos, pero yo creo que a este paso van a sobrevivir al alcalde.Ya me imagino a nuestros munícipes alegando que lo que pasa es que, claro, se empiezan a notar los efectos del comunismo en España. Esa excusa demostraría que no saben mucho del tema. En primer lugar, porque si esto fuera un verdadero comunismo a las ratas ya nos las habríamos comido. Además, y creo que no soy yo dudoso, si todavía fuera Carmena la alcaldesa, mis ratas serían célebres, tendrían nombre y honores de portada y puede que hasta se les estuviese preparando una biografía.
Por si acaso, yo voy a cambiar definitivamente de ruta, que estas ratas empiezan a tener una edad y, por el desparpajo que les noto, a saber si ya han aprendido a leer el periódico y hoy descubren mi traición.
ElMundo