El partido que más se parece al separatismo a fuerza de pactar con él quiere volver a ser el partido que más se parece a España
NotMid 18/05/2024
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Se diría que las plegarias de los romeros de Ferraz han sido atendidas: una enorme bandera de España cubre el muro de la sede socialista. No se constataba tanta eficacia atribuible al rezo del rosario desde Lepanto. El partido que más se parece al separatismo a fuerza de pactar con él quiere volver a ser el partido que más se parece a España. El partido que se aupó al poder de la mano de los autores del 1-O, que dimitió en Galicia en favor del BNG, que le entregó la alcaldía de Pamplona a Bildu, que deformó el código penal para ahormarlo al perímetro delictivo de Junqueras, que resucitó a Puigdemont con una ley de impunidad a su medida y que se burla por defecto de los pijos de pulserita rojigualda profesa ahora el credo cayetano desde su misma fachada. ¿Se ha caído el sanchismo del caballo plurinacional o está vendiendo una mula ciega en la feria preelectoral de junio? ¿Milagro o farsa?
Sin ánimo de poner a prueba la fe de nadie nos tememos que Ferraz no es Lourdes, del mismo modo que el monasterio de las clarisas de Belorado no es la iglesia de Wittemberg en cuya puerta clavó don Martín sus 95 tesis. Sencillamente el PSOE cree que le conviene desempolvar la bandera para explotar la victoria de Salvador Illa sobre Puigdemont (veremos quién ríe el último) en beneficio de Teresa Ribera, que ya pasó de llamar señorito a Juanma Moreno a formar con él una hermosa postal marismeña.
El numerito neurasténico de la epístola a los panolis sirvió para demostrar que el partido tragará hasta el fin con las ciclotimias sanchistas como el estómago de una oca se adapta al paso intestinal del bolo (o bulo) alimenticio. Las únicas tragaderas que permanecen cerradas en ese gallinero son las de Javier Lambán, en cuya aragonesísima vergüenza ha decidido mandar exclusivamente él. Ya solo falta saber si los votantes son tan olvidadizos o fanáticos como los militantes: saldremos de dudas en las urnas europeas. De momento Pedro se desgañita proclamando la muerte del procés los días pares mientras se cita en secreto con Puigdemont los impares para prometerle nuevas prebendas procesistas, no sea que don Carles se tome en serio el pinturero despliegue de la banderola de Ferraz.
¿Se puede engañar a todos todo el tiempo? El tertulianaje de la cuadra oficialista, ese que exhibe orgulloso en los ijares la P que Pedro les ha grabado a fuego, parece convencido de que seis años de cesiones pornográficas al independentismo pueden taparse corriendo detrás de una rojigualda sobrevenida y de esta protesta risible: «¡Los símbolos no pertenecen a la derecha!». Que es como si Urtasun se queja ahora de que no le dejan ser taurino.