Las monarquías modernas, lejos de aposentarse en un caduco estatus, implementan radicales transformaciones en la forma de ejercer su papel en las actuales democracias
NotMid 01/01/2023
EDITORIAL
La decisión de la reina Margarita II de Dinamarca de adelgazar el número de miembros de la familia real es un rotundo ejemplo de cómo las monarquías modernas, lejos de aposentarse en un caduco estatus, implementan radicales transformaciones en la forma de ejercer su papel en las actuales democracias.
Cuatro de los nietos de la soberana, los hijos de su segundo vástago, pierden desde hoy la condición de príncipes. Según la monarca, con el objetivo de que desarrollen sus vida sin los inevitables condicionantes que conllevan pertenecer a la realeza. Es evidente que el genuino propósito de tan drástica decisión es favorecer el ahorro de los costes que la monarquía supone para las arcas del Estado y, muy importante, minimizar las posibilidades de escándalos o conductas poco apropiadas que se puedan asociar a la Casa Real en estos tiempos de máximo escrutinio sobre la institución.
En esta misma senda, es de aplaudir el tesón con que Felipe VI avanza en su compromiso de modernizar la Corona desde una decidida opción por la transparencia y la ejemplaridad, requisitos indispensables para desarrollar con autoridad moral la tarea que le otorga la Constitución, como ha quedado de manifiesto tras su reciente discurso de Navidad en relación a la crisis institucional por el bloqueo en el poder judicial.