Tres años después del giro de Sánchez, es hora de que aclare el precio real de la paz que pactó unilateralmente con Marruecos
NotMid 18/04/2024
EDITORIAL
La solemnización del apoyo de España al plan de autonomía marroquí para el Sáhara en el encuentro sorpresa de ayer entre los jefes de ambas diplomacias, José Manuel Albares y Nasser Bourita, abunda en la opacidad con la que Pedro Sánchez forzó el giro histórico en la posición sobre la antigua colonia española. Un vuelco que, tres años después de la carta que el presidente envió a Mohamed VI -y que sólo se conoció cuando el propio rey de Marruecos la hizo pública en una escandalosa operación a espaldas de la ciudadanía-, sigue sin explicarse pese a las reiteradas peticiones por parte del Congreso y el rechazo del socio minoritario de la coalición.
La declaración institucional hispano-marroquí del Jueves Santo celebra una relación bilateral que atraviesa el «mejor momento de su historia» tras la crisis diplomática de hace tres años, abierta por la llegada a España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para recibir tratamiento médico. Un desencuentro que Sánchez cerró plegándose a las demandas de Rabat de manera turbia y unilateral, sin la búsqueda de un consenso imprescindible para protagonizar un vuelco de tal calado en la política exterior española, cuyos intereses y líneas maestras trascienden el color del partido que ocupe el Gobierno. Más aún en un asunto como el del Sáhara, territorio ocupado por Marruecos en 1975 aprovechando la agonía de Franco, que genera una especial sensibilidad en la opinión pública de nuestro país. Una forma de hacer política sin buscar acuerdos que Sánchez ha convertido en un hábito que repercute en la debilidad de su Gobierno, incapaz de sacar, por ejemplo, adelante el aumento del gasto militar que demanda el compromiso con el rearme de Europa, para el que tendría los votos si pactara con el primer partido de la oposición.
Bourita confirmó junto a Albares -en una reunión que no figuraba en la agenda pública del ministro y en cuya apresurada convocatoria del miércoles tampoco se citaba el conflicto en la ex colonia- que el giro de Sánchez sobre el Sáhara de 2022 fue un «punto de inflexión» y ahora existe más «confianza» y «espíritu positivo». Y cargó contra quienes reclaman un referéndum de autodeterminación avalado por la ONU por obstaculizar «una solución» y buscar «mantener otros 50 años» a los refugiados saharauis en el desierto argelino. Insistió además en enmarcar la posición española en un amplio contexto «internacional» tras el espaldarazo de Trump y Macron al plan marroquí.
El objetivo oficial de la reunión era repasar el cumplimiento de la difusa hoja de ruta pactada en la visita de Sánchez a Marruecos, en abril de 2022, que suturaba la relación con Rabat a base de ceder al chantaje marroquí no sólo en la cuestión del Sáhara, sino también en el ámbito migratorio, en el que Rabat hizo la vista gorda sobre el asalto de miles de jóvenes migrantes a Ceuta, y en el diplomático, con la destitución de Arancha González Laya como ministra de Exteriores.
Tres años después, es hora de que el presidente explique hasta dónde llegan las concesiones al reino alauí y cuánto les va a costar a los españoles la paz que pactó con Marruecos.