El alivio de su reelección no tapa los problemas de una Francia tocada
NotMid 25/04/2022
OPINIÓN
La presidencia de la V República francesa seguirá bajo el liderazgo de Emmanuel Macron. Así se confirmó ayer en unas elecciones en las que aventajó en más de diez puntos a Marine Le Pen. Al cierre de esta edición, el liberal concitaba el 58% de los votos frente al 41% de la ultraderechista. Tras cinco años de gran convulsión social, económica y sanitaria, el aún joven presidente ha revalidado su mandato, y lo ha hecho en un tablero político complicado y casi inédito en Francia. Con la certificación de la defunción de los partidos clásicos que otrora sostuvieron el sistema, se ha impuesto al radicalismo populista de Le Pen. Como escribió Paul Valéry «la mémoire est l’avenir du passé», y por eso la primera en respirar tranquila ha sido la UE a través de Ursula von der Leyen, al comprobar que quien hoy es el principal baluarte del proyecto comunitario ha vuelto a ahuyentar ciertos fantasmas. Pese a ello, la reflexión crítica es obligada: el incontestable ascenso del lepenismo y unos niveles de abstención inéditos en 50 años son manifestación palmaria de varios problemas.
Le Pen ha mejorado en siete puntos su resultado de los comicios de 2017 y sería una necedad obviar que más del 40% de los votos han ido para una candidatura que representa un proyecto de país cuestionable y unos valores que no casan con los fundacionales de la UE. No es este un fenómeno que solo suceda en Francia sino de gran alcance por Europa. El desafecto del ciudadano hacia los líderes percibidos del sistema y alejados de la calle y de las cotidianeidades es una constante que continúa propagándose, como muestra de ello también es esta abismal abstención del 28,8%, insólita en el país desde los años 60. El ciudadano, desconectado de los estadios más globales y ahogado por sus dificultades domésticas, opta por el falso pragmatismo que ofrecen tentativas personalistas como el lepenismo.
Una alternativa que por otra parte quizá haya tocado techo porque su gran limitación es la imposibilidad de captar a la mayoría en un país como Francia. De todas maneras, el aviso debe ser tomado en serio: sería una imprudencia creer que estas elecciones han sido un respaldo total al presidente, pues serán muchos los votos en los que ha primado el elegir el mal menor. La sociedad sigue desencantada con un sistema que no les ofrece ya credibilidad y a la que su Gobierno tendrá que ofrecer alternativas. A tenor de sus primeras palabras de ayer, Macron parece consciente: «Los que han votado por indignación a Le Pen deben encontrar una respuesta».
Todo ello no menosprecia su victoria, histórica por otra parte: es la primer vez que se renueva a un presidente sin que este forme parte de lo que se conoce como convivencia -cuando el presidente de un partido convive con un primer ministro de otro-. Lo que recuerda que todavía tendremos que esperar a las legislativas de junio para conocer la composición de la Asamblea, un asunto clave para saber hasta qué punto Macron tendrá las manos libres para reconstruir Francia. Su legado de estos cinco años será lo que quede.
ElMundo