Una paz justa pasa por garantizar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Ucrania
NotMid 26/02/2023
OPINIÓN
JOAQUÍN MANSO
«El presidente está aquí. Todos estamos aquí. Nuestras tropas están aquí. Ciudadanos, la sociedad civil está aquí. Todos nosotros estamos aquí. Protegiendo la independencia de nuestro país. Y así seguirá siendo. Gloria a nuestros defensores, gloria a Ucrania, gloria a nuestros héroes». Videoselfi de Volodymyr Zelensky y su equipo, Kyiv, 25 de febrero de 2022.
El preciso momento que cambió el curso de la guerra se produjo apenas 38 horas después de que Vladimir Putin iniciase la invasión de Ucrania. El instante providencial del ejercicio del liderazgo. Cuando el mundo entero estaba aún instalado en el derrotismo, Zelensky desdeñó el ofrecimiento estadounidense para evacuarlo y se apareció en las redes sociales para desplegar en 32 segundos toda la fortaleza moral de su causa, que es la de la identidad nacional de Ucrania y su resistencia, pero también la de un orden internacional basado en el Estado de derecho. La de la democracia liberal frente a la brutalidad de las autocracias. El presidente rescató el talento intuitivo de su previa carrera como actor para que su valentía y su jersey caqui cautivasen la emoción de las opiniones públicas occidentales e hicieran suya la guerra de todos por la libertad.
«Es el inicio de una guerra contra Europa. Una guerra contra la unidad de Europa, contra los derechos humanos fundamentales en Europa, contra la coexistencia pacífica de los países de Europa y contra la negativa de los Estados europeos a emplear la fuerza para resolver los conflictos fronterizos». Discurso a los pueblos de Europa, Kyiv, 25 de febrero de 2022.
La agresión de Putin ha dado paso al embrión de la Europa geopolítica. Una encuesta publicada esta semana por el ECFR revela que un porcentaje creciente de ciudadanos europeos prefiere una derrota total de Rusia en la guerra aunque eso signifique prolongarla. Es decir, que son conscientes de que es mejor detener ahora a Putin que hacerlo después en el Báltico o someterse de por vida a su chantaje nuclear. De ahí que hayan soportado este año sin apenas contestación las consecuencias económicas de los inéditos paquetes de sanciones, la inflación récord o las costosas medidas para aliviar la dependencia energética del gas ruso; de ahí la acogida favorable al incremento exponencial del gasto en Defensa; de ahí el viraje histórico de Alemania en su política de seguridad, la solicitud para ingresar en la OTAN de Suecia y Finlandia o la histórica concesión del estatus de «país candidato» a ingresar en la UE a Ucrania. Solo nuestro país padece en el Gobierno a elementos prorrusos que se oponen a ese camino.
«La paz de su país ya no depende solo de lo que les suceda a ustedes y a su pueblo. Depende de la fuerza de sus aliados […]. Me dirijo al presidente Biden. Usted es el líder de una gran nación. Me gustaría que fuera el líder del mundo. Ser el líder del mundo quiere decir ser el líder de la paz». Videoconferencia ante el Congreso de EEUU, Washington, 16 de marzo de 2022.
El viaje sorpresa de Joe Biden el lunes pasado a Kyiv es la prueba más vívida posible de que EEUU ha comprendido, tras el fracaso de su retirada de Afganistán, que la guerra de Ucrania representa un momento crucial en la historia del siglo XXI y una coyuntura crítica para sus intereses, su prestigio y su liderazgo. Entre los dos presidentes se ha forjado una estrecha relación personal, que Zelensky se encarga de reforzar en cada encuentro: «No sé si ésta será la última vez que te vea» es su saludo, según un reportaje publicado estos días en The New York Times. Una victoria de Putin reforzaría la percepción de un declive; una derrota del dictador en cambio repercutiría en todo el mundo, principalmente en el Indopacífico, desde donde China amenaza Taiwán y toda la hegemonía de EEUU. El renacimiento de la Alianza Atlántica en Madrid -la Cumbre de El Prado es el mayor éxito de Pedro Sánchez– es un gran paso adelante para Occidente. Como dijo Biden: «Un año más tarde, Kyiv aguanta; Ucrania aguanta; la democracia aguanta»
«Del otro lado, están los valores de los invasores rusos. Es la diferencia entre el bien y el mal. Es la diferencia entre Europa y un agujero negro, uno cuya oscuridad quiere absorberlo todo». Discurso al pueblo ucraniano tras la matanza de Bucha, Kyiv, 3 de abril de 2022.
«La sociedad abierta, la razón y la libertad son lo que está en juego en el frente». El colapso del ejército ruso por la corrupción, el recurso a las levas de carne de cañón o las matanzas de los mercenarios neonazis del Grupo Wagner son un reflejo del fracaso moral del imperialismo. Masacres indiscriminadas a sangre fría como la de Bucha, cámaras de tortura como la que nos enseñó el estremecedor reportaje de Javier Espinosa en Izium, la recurrente selección de objetivos puramente civiles, miles de mujeres violadas y niños asesinados deberían terminar con el directorio del Kremlin sentado por sus crímenes de guerra ante un tribunal penal internacional. Las alusiones de Putin a la pedofilia y a la homosexualidad en su discurso gélido y grandilocuente del martes acreditan que son dos modelos de civilización los que se enfrentan: la intolerancia, la mentira y el fascismo contra la libertad.
«¿Qué será lo que traiga el fin de la guerra? Antes decíamos: ‘La paz’. Ahora decimos: ‘La victoria’ […]. Cuando nos sentemos a la mesa de negociación, no será por miedo». Discurso en el Día de la Independencia de Ucrania, Kyiv, 24 de agosto de 2022.
El gran punto de inflexión de la guerra: en las semanas siguientes, el ejército ucraniano protagonizó una contraofensiva que le permitió liberar Járkov y más tarde Jersón. Putin respondió, a la desesperada, atacando infraestructuras críticas y amenazando con el arma nuclear. Pero la victoria ya no parece imposible. La heroica resistencia ucraniana y el sacrificio de sangre de sus ciudadanos conmovieron al mundo libre. Su ejército luchaba ya con nuestras armas y municiones; pronto llegarán los Abrams y los Leopard, también los 10 españoles; después lo harán, ya lo verán, los F-16. La ambición de Zelensky es que sea Ucrania quien defina en las negociaciones cuándo una paz es justa.
«Si nos mantenemos unidos como un puño, tenemos todo lo que se necesita para salir adelante, para llegar a la cima este año. La victoria es inevitable». Conferencia de prensa en el aniversario de la invasión, Kyiv, 24 de febrero de 2023.
El sensacional reportaje de Alberto Rojas este viernes en el Donbás, uno de los mejores que ha publicado nunca este periódico, retrata el escenario del frente en el que se decide la guerra, con su subsuelo de carbón, gas y petróleo. En esa región del este rica en minerales y en las salidas al mar que aseguren sus exportaciones se juega el país su futuro y se concentrarán todos los esfuerzos. Putin busca un punto muerto que facilite su estrategia de desgaste al apoyo popular a la causa ucraniana. Es el momento de destinar sin miedo todos los recursos posibles.
El dictador ruso no debe ganar nada. Una paz justa pasa por garantizar la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Ucrania. Impedir que el Kremlin cante victoria es un imperativo ético. Lo contrario enviaría un mensaje de debilidad que puede acelerar la próxima confrontación, con China ambigua pero al acecho para definir sus áreas de influencia en el nuevo orden mundial. O provocar la imitación de cualquier tiranía. Por eso la guerra de Zelensky es nuestra guerra. La guerra por la libertad.