El candidato a la investidura designado por el Rey hace dos semanas había comunicado al PSOE que el debate se celebraría en octubre. Las exigencias de Junts complican los planes y rebajan el optimismo
NotMid 15/10/2023
OPINIÓN
LUCÍA MÉNDEZ
Después de fracasar el intento de investidura de Alberto Núñez Feijóo, el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, adelantó en RNE que el debate de investidura de Pedro Sánchez podría celebrarse en esta semana, el martes 17 de octubre. El presidente en funciones comunicó a sus ministros que no había tiempo que perder y que su investidura se celebraría con rapidez. Los socialistas barajaron estos plazos, en la creencia de que el pacto con los partidos independentistas estaba muy avanzado.
Los planes no han salido como pensaba Sánchez. Ahora ya sólo se dice que el plazo para el debate finaliza el 26 de noviembre, día antes de la convocatoria automática de la repetición electoral.
Sánchez combate contra el tiempo y contra el desconcierto que cunde en el PSOE porque las señales de humo de la negociación con Junts -totalmente secreta- salen de color negro por la chimenea del chalé de Waterloo. El líder socialista sigue abonado al optimismo. «El pacto se da por hecho con toda seguridad y que las negociaciones con Junts van bien, aunque más despacio de lo que nosotros querríamos, nadie contempla una repetición electoral habiendo llegado hasta aquí creyendo sin duda que Sánchez seguiría», señalan distintos dirigentes socialistas. Sin embargo, el candidato a la investidura cerró la ronda de reuniones con los grupos parlamentarios que deben votarle con un fracaso casi absoluto. Sólo Bildu anunció la disposición de votar a favor. La portavoz de Junts, Miriam Nogueras, entregó a Sánchez la transcripción del discurso de Carles Puigdemont con las exigencias ya conocidas de amnistía antes de la negociación, un mediador y avances en el reconocimiento de la autodeterminación.
EL PREÁMBULO
Nogueras anunció que Junts guardaría silencio sobre la negociación. Pero unas horas más tarde, Puigdemont en sus redes sociales advirtió a Sánchez que nunca renunciará a la unilateralidad y que si España no se la reconoce, habrá elecciones otra vez. El optimismo oficial viene a decir que estas manifestaciones son para consumo interno, ya que en Junts tiene presiones para que la negociación descarrile. «Tiene muchas tensiones internas. Hay personas que siguieron a Puigdemont desde el primer día que creen que al independentismo no se le ha perdido nada en la política nacional de España y que no se puede elegir a Sánchez presidente porque, para el caso, es igual que Feijóo», señalan fuentes del antiguo nacionalismo catalán moderado.
El lugar donde ha encallado la negociación, de acuerdo con lo poco que trasciende a los muros de Moncloa y de Ferraz, es el preámbulo de la ley de amnistía que nadie conoce. Según los interlocutores de este diario, «el punto de fricción es encontrar las palabras adecuadas en la exposición de la ley para que ni el PSOE ni los que organizaron el referéndum y declararon la independencia puedan aparecer como claudicantes ante el otro». Los socialistas consideran que ni Junts ni ERC están en condiciones de replicar el 1-O, a pesar de que repitan que lo volverán a hacer, pero consideran «inasumible» que un partido como el PSOE, que respaldó la aplicación del 155, asuma que el Estado pida perdón por la actuación de los tribunales. «Si se trata de tensar la cuerda, vale, pero si de verdad se pretende que el Estado pida perdón a cambio de una investidura, eso no lo puede hacer ni Pedro Sánchez ni nadie. Es necesaria una rectificación de lo que hicieron. Más o menos expresa. Si no ceden, el pacto no es posible». De la habilidad de los negociadores para encontrar una fórmula que ninguna de las partes sienta como una «rendición» depende el acuerdo.
El PSOE sigue pensando que todas estas escaramuzas tienen como objetivo «subir el precio de la investidura» y que en este proceso negociador «nada es lo que parece». En último extremo, Moncloa y Ferraz señalan que una repetición electoral sería «un auténtico suicidio» para Junts y ERC, y que este tren no volverá a pasar para el ex presidente Puigdemont cuyo horizonte, sin un acuerdo, es el exilio y puede que la cárcel. «Él verá, nunca va a tener una oportunidad como ésta», concluyen dirigentes socialistas. En este análisis, que tiene toda la lógica, descansa el optimismo para evitar la repetición electoral.
Otra cuestión es que en el mientras tanto, el silencio que mantienen los socialistas sobre la negociación le esté suponiendo un coste ante la opinión pública y ante sus votantes. «No nos va bien esa estrategia, estar callados mientras los independentistas hablan y presumen de tener en sus manos el futuro de Pedro Sánchez es mortal para nosotros». Por ello esperan que esta semana haya comparecencias públicas de dirigentes del PSOE para llenar ese vacío argumental mientras las negociaciones continúan en la sombra.
Guerra de partidos en X por Israel
La escalada bélica en Oriente Próximo, donde los ataques terroristas contra Israel han desencadenado el brutal cerco de Gaza, ha sido el motivo principal del enfrentamiento izquierda-derecha en la red social X por parte de muchos dirigentes políticos. Mientras que los altos cargos del PP, con Borja Sémper e Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, aireaban el salvajismo de Hamas para apoyar a Israel, los de Sumar confrontaban con el PP denunciando el cerco y la masacre del ejército israelí contra la población de Gaza.
La violencia en Oriente Próximo ha abierto una brecha mucho mayor que en la invasión de Ucrania, donde hubo más consenso entre los partidos españoles. Capítulo aparte merece la actuación de dos ministras del Gobierno en funciones, que han llegado a solicitar a Pedro Sánchez que denuncie al primer ministro israelí ante la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. Y Enrique Santiago ha rehusado considerar a Hamas como una organización terrorista.