Si aquella ardilla ibérica podía cruzar la Península de copa en copa sin tocar el suelo, él despliega su geopolítica de AliExpress por los cinco continentes sin dejar en ellos más huella que la de carbono
NotMid 13/04/2024
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Hace un lustro escribimos que en Sánchez todo es mentira salvo la ambición, y la mentira no ha hecho más que crecer desde entonces. En este momento el Gobierno es un holograma invasivo que a falta de consistencia presupuestaria nos ocupa el salón con fantasmas de la guerra, giras de míster universo concernido por la paz mundial y reclutamientos catódicos donde el kilo de bufón se paga (lo pagamos) a precio de soprano.
Mientras el PNV pone fecha de caducidad a la legislatura, que habría alcanzado su otoño en abril y conocería el invierno a la vuelta del verano, el mayo de Puigdemont trae noticia de ultimátum: presidentes los dos o ninguno. Vaciadas de actividad legislativa, las cámaras parlamentarias se reinventan como corrales de comedia por donde desfilarán pícaros y espadachines, damas en apuros y graciosos a comisión, falsos culpables y embozados delincuentes con el sueño colgado de la UCO. La política española vuelve a componer un retablo barroco y obliga al telediario a ocuparse de la ficción: una encuesta del CIS, otro plan de vivienda o el fascismo en cada esquina. Y de pronto en la pantalla sale Pedro, primer actor del centro esperpéntico nacional, fardando de secundarios y sin escatimar localizaciones, hoy en Arabia, mañana en Cuelgamuros y pasado en Oslo. Donde toque menos en una calle cualquiera de España por lo que pueda pasar, que hasta de Dos Hermanas salió abucheado, seguramente por las dos. Si aquella ardilla ibérica podía cruzar la Península de copa en copa sin tocar el suelo, Pedro despliega su geopolítica de AliExpress por los cinco continentes sin dejar en ellos más huella que la de carbono.
Viaja por el planeta en su avión como el piloto hinchable de Aterriza como puedas, clamando por el Estado palestino ante quien le quiera recibir hasta que un homólogo con lecturas le pregunta que cuándo y que dónde. Entonces se vuelve hacia la pérfida Albión y promete solemnemente la caída de la verja de Gibraltar, mientras ceutíes y melillenses siguen esperando que Mohamed levante las aduanas. Y para un entierro, el saharaui, donde teníamos vela de la ONU, va el geolíder y sale de najas.
¿Qué tocará mañana? ¿Un paseo por La Palma para palpar cenizas y certificar que el volcán se ha enfriado? ¿Un hermano mellizo del novio de Ayuso? ¿Terminar de deshacer el pacto de Estado contra la violencia de género que se alcanzó con Rajoy? Lo cierto es que Pedro llegó a presidente sin que la presidencia, que presupone la voluntad de representar a todos los españoles y no a una mitad contra la otra, haya llegado nunca a Pedro.