Verse fuera del Mundial fue “un golpe duro” para el francés, que no ha sido el mismo estos meses. Renovó a finales de 2022, pero en la Supercopa de Arabia, donde recibió la oferta de los saudíes, ya empezó a dar mensajes confusos.
NotMid 05/06/2023
DEPORTES
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En 2009, la visita de Florentino Pérez a la casa de aquella familia de origen argelino en los suburbios de Bron, en Lyon, cambió la historia del Real Madrid y estrechó para siempre un lazo entre el presidente del conjunto blanco y Karim Mustafa Benzema. Ese joven delantero de 21 años se iba a convertir en el jugador favorito del máximo mandatario de Chamartín, una admiración futbolística que se mantuvo firme a pesar de las críticas y las dudas que se acumularon durante muchas temporadas a la sombra de Karim, a pesar de que fueron otros y no él los que se llevaron los Balones de Oro (Cristiano y Modric) o los momentos icónicos de la década (Ramos). A pesar de todo y de todos, Florentino siempre tuvo un ojo abierto y un hombro para abrazar a Benzema.
Sólo por él, y por nadie más, se levantó de su asiento en el palco para celebrar un gol. En Lyon, en 2011, en la primera visita de Karim a su casa como jugador del Madrid. Entró en el minuto 65, marcó el 0-1 y el presidente se puso en pie, brazos en alto, para celebrar lo que era mucho más que un tanto. Era su propia razón. “Ver esa imagen de Florentino me ayudó mucho”, dijo Benzema en su momento.
Fueron los años del “perro” Higuaín y el “gato” Benzema, apodos de Mourinho en una época de extrema competitividad entre el argentino y el francés. El Madrid murió en tres semifinales de Champions consecutivas y la directiva eligió: siempre Karim, que se hacía grande Europa mientras Gonzalo era más regular en Liga. El ‘Pipa’ hizo las maletas a Nápoles, Ancelotti aterrizó en el lugar de Mourinho, los blancos conquistaron la Décima y Benzema renovó su contrato hasta 2019.
Sin competencia, el francés entró en una racha de irregularidad que agitó a la grada e hizo reflexionar al club, con los 11 goles en la Liga 16-17 y los 5 en la 17-18 como pozo de su rendimiento. En Copa de Europa, sin embargo, agradeció la confianza de Zidane y del presidente y compensó la balanza con exhibiciones camino de las tres orejonas seguidas. Aquel regate imposible en la línea de fondo del Calderón en 2017, los dos goles en las semifinales contra el Bayern al año siguiente, el gol en la final de Kiev…
Se fue Cristiano, al que hizo todavía mejor, se fue la ‘BBC‘ y Florentino (y el Madrid) volvió a poner todo el peso del escudo sobre sus hombros. Y Benzema, ya con una venda en la mano y no en los ojos, respondió con cinco temporadas que son historia del club. “Yo juego para la gente que sabe de fútbol“, declaró en noviembre de 2018.
“EL BALÓN DE ORO DEL PUEBLO”
En la memoria quedará para siempre el curso 21-22, una de las Champions más extraordinarias de la historia madridista, olimpo de las remontadas nacidas en los pies de Karim, que con 44 goles firmó los mejores meses de su vida y se coronó Balón de Oro. “El Balón de Oro del pueblo“, lo denominó.
En pleno éxtasis continental, Karim confesó que se iba a retirar en el Madrid “sí o sí”, “no hay otra opción”. Pero algo comenzó a enturbiarse el pasado invierno. El galo y el conjunto blanco renovaron su relación hasta 2024 en los últimos meses de 2022, por lo que sabían que su vínculo no terminaba en junio de 2023. El club no lo hizo oficial, siguiendo la misma rutina que otras renovaciones ya firmadas, como la de Vinicius, pero estaba sobre un papel.
Llegó entonces el Mundial de Qatar. El antes, el durante y el después, clave en todo este proceso. En las semanas previas al torneo, Benzema, con evidentes molestias musculares, se dosificó con el Madrid para poder llegar en forma a la Copa del Mundo, una espina que tenía clavada desde hace años. El Madrid no ofrecía parte médico, pero no disputó los cuatro partidos de Liga anteriores a Qatar. Según el club, no tenía “buenas sensaciones”.
“QUÉ PENA QUE TE TENGAS QUE IR, KARIM”
En el Mundial, y todavía renqueante, Deschamps decidió abrirle la puerta de salida con aquel “qué pena que te tengas que ir, Karim” que contó este periódico. Benzema, que podía haber estado bien para disputar los cuartos de final del torneo, se sintió utilizado, maltratado y expulsado por la Federación francesa y se retiró de la selección. Fue un palo emocional “muy duro“; según trasladó su entorno. Un golpe que le hizo empezar a replantearse muchas cosas. Entre ellas, también su futuro en Madrid.
Dos meses sin competir le hicieron mucho daño físicamente y no se vio nunca como el curso anterior, algo que ni él mismo terminaba de asumir ni entender. No quería arrastrarse. Probó todo tipo de entrenamientos, ganó fuerza y músculo, pero la chispa no volvía.
LA SUPERCOPA DE 2023, CLAVE
Mientras, en enero se presentó con el Madrid en Riad, capital de Arabia Saudí, para la Supercopa de España. Notó el cariño de la afición local, que le idolatra, y recuperó esa conexión de fe que inició con el país hace siete años. En 2016, en un momento vital y profesional complicado, Benzema peregrinó a La Meca, cuna del islam, a sólo 90 kilómetros de Yeddah, su nuevo destino. La misma religión que le hizo madurar durante los últimos años le acercó a su próximo equipo. Durante esas semanas, intermediarios del Gobierno y la liga de fútbol saudí le hicieron una primera oferta: 60 millones de euros netos por dos temporadas.
“No puedo hablar del tiempo que me voy a quedar, lo que puedo decirte es que voy a disfrutar el tiempo que me quede en Madrid”, dijo en la rueda de prensa previa a la final de la Supercopa contra el Barça, que se acortó por la incomodidad de Karim con las preguntas sobre Francia, el Mundial y su futuro. Tuvo varias oportunidades, pero no fue contundente con su relación con el Madrid. En Valdebebas algunos no entendieron aquellas frases misteriosas, pero la exclusiva de EL MUNDO, publicada a principios de febrero, aclaró las dudas. Arabia suspiraba por él y algo pasaba por la cabeza de Karim. Ya se estaba yendo.
Benzema no ha vuelto a salir en sala de prensa desde aquel día de enero en Riad. Ni siquiera en zona mixta, ni en los octavos, los cuartos y las semifinales de Champions, ni en la final de Copa ni en Liga. Ni siquiera ofreció la Copa al Bernabéu en el encuentro ante el Getafe. Nada del capitán. Con un carácter tímido e “indescifrable muchas veces“, nunca le han gustado los focos ni se ha sentido cómodo ante la prensa, pero en estos meses esa actitud extraña la ha llevado también al césped y al día a día del equipo, donde sí era alegre y sonriente. Muchos echaron de menos alguna aparición pública del líder del vestuario. En la hierba, durante la primavera se ha seguido dosificando en Liga para intentar ser importante en Champions, pero no lo ha conseguido y él mismo se ha dado cuenta.
Vinicius se convirtió en líder, el runrún sobre Ancelotti era constante y muchas voces pedían una renovación en la plantilla. “¿Y si ahora…?“, se preguntaría Benzema estos meses. Y como hiciera Zidane en 2006, ha decidido dar un paso a un lado antes de que el fútbol termine de echarle del todo. Lo da, eso sí, con la seguridad de los 100 millones netos anuales que le pone Arabia sobre la mesa, una conexión de fe convertida en conexión millonaria, y con el hombro de Florentino todavía presente para decirle “tú decides tu futuro, te lo has ganado“, como ha insistido el Madrid en el comunicado publicado en su web.
Entre presidente y futbolista dan igual los contratos, importan las palabras, como en 2009. Y las palabras de Karim esta semana ya avisaban de su adiós. En Valdebebas admiten unos últimos movimientos “confusos” del francés, que recibió el MARCA Leyenda en plena efervescencia informativa y sin nadie del Madrid acompañándole. Dijo que “en internet no estaba la realidad” y confundió más a los medios mientras seguía planificando su salida. Porque en el fondo, cuando Karim mencionó la opción de Arabia a la dirección del club, sí, ya se estaba yendo.