Kim, Kan, Chen, Moise, Maksym, Kaneki… Son algunos de los coreanos de origen que defienden Ucrania de los invasores rusos… y sus aliados de Pyongyang. No quieren que el país termine dividido, como sucedió en Corea, y no dudan en enfrentarse contra sus vecinos del norte.
NotMid 18/02/2025
MUNDO
La casualidad quiso que las cicatrices que Kim lleva en la espalda dibujen algo parecido a un mapa de la península de Corea dividida por el paralelo 38, que es en realidad la incisión que le practicaron para quitarle un riñón tras sufrir el ataque de un dron ruso. Tanto la madre como el padre de Kim son de origen coreano, hijos de deportados de su península y asentados en la URSS. Las familias de sus vástagos quisieron que sus parejas también fueran coreanas. Así, los Kim dieron a luz a un hijo con los rasgos típicos, sin mezcla, que guarda las tradiciones culturales y religiosas, pero que tiene pasaporte ucraniano y lucha por su país cuando es invadido. De nombre Volodimir y de apellido Kim. «Después de las heridas he querido seguir combatiendo como infantería de primera línea, aunque admito que es tan doloroso que he tenido que renunciar y ocupar un puesto de instructor», dice en ucraniano.
Ahora este ucraniano de Dnipro es sargento mayor e instruye a cientos de nuevos soldados para que sepan protegerse y no los maten a la primera. Kim, apodado El Brujo, lleva un vehículo militar en cuya puerta hay dibujado un logo de un legendario Hwarang, también conocido como «guerrero de flor», con su espada a la espalda. El mismo logo lo lleva en su chaqueta de camuflaje en forma de parche, y otros descendientes de deportados coreanos en Ucrania. «Nunca me he sentido extranjero en esta tierra. Yo hablo ruso y ucraniano, y todos mis compañeros me tratan con un gran respeto. Saben que soy un guerrero y que moriré por esta tierra si es necesario», dice.
La guerra de Ucrania, que está apunto de cumplir su tercer año, volvió a abrir informativos hace unos meses con el envío de unos 13.000 militares norcoreanos enviados como refuerzo de Kim Jong-un a su aliado Vladimir Putin. Tras meses de asaltos kamikaze sin blindados y a plena luz del día, fueron retirados del frente por culpa de las enormes bajas sufridas, pero esta semana los han vuelto a ver, de nuevo, bajo la lluvia de drones de Ucrania. Sin embargo, los coreanos que luchan en el otro lado son mucho menos conocidos, pero también son miles y su historia merece ser contada.
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Chen, un activista y voluntario de Dnipro (madre coreana y padre ucraniano) atesora la historia de esas 5.000 personas que llegaron a Ucrania desde diferentes puntos de Corea. «Solo nuestros abuelos y abuelas hablan ya coreano, porque nosotros, en un esfuerzo por adaptarnos, ya aprendimos de niños el ruso y el ucraniano», comenta Chen. «En mi caso, por ejemplo, provengo de una rama de la familia Kim, que sé que es originaria de lo que es hoy Corea del Norte». Chen conoce a muchos ucraniocoreanos que en estos momentos luchan en todos los frentes contra Rusia.
—¿Qué opinión le merece que el líder de Corea del Norte se haya implicado directamente en esta guerra?
—Te voy a decir una palabra que es tan fuerte que no tiene traducción en tu idioma [la dice, y el traductor no encuentra cómo traducirla al español].
—¿Sabe si hay coreanos luchando por Ucrania en el frente de Kursk, precisamente donde han desplegado a los norcoreanos enviados por Pyongyang?
—Me consta que ha habido al menos 100 de los nuestros allí en algún momento, de los que unos 20 han muerto. Sé que el gobierno de Ucrania les ha asignado tareas como escuchas de radio o traducir los interrogatorios a los prisioneros. Tiene lógica, porque hablamos el mismo idioma y somos el mismo pueblo, aunque ellos luchen ahora por un régimen atroz como es Corea del Norte.

Las guerras han ido dejando a los ancestros de Chen en cementerios inaccesibles. Su familia no conoció la península de Corea dividida por el conflicto civil, ya que fue deportada en los años 30, durante la ocupación japonesa. Llegaron a la URSS buscando un lugar en el que establecerse y lo encontraron primero en Kazajistán y luego en Ucrania. No fueron los únicos. Miles de coreanos pasaron por lo mismo y fundaron comunidades de emigrantes unidas por la lengua y el respeto a las tradiciones. La gran mayoría no ha vuelto a Corea, pero todos la contemplan como un hogar lejano y legendario.
Chen no puede visitar las tumbas de sus familiares que quedaron en Corea del Norte, pero lo más dramático para él es que tampoco puede visitar las de sus padres, enterrados en el Donetsk ocupado por los rusos. Cada guerra, cada nueva invasión, ha ido dividiendo a su familia y alejando a sus ancestros.
Un grupo significativo de los primeros emigrados a la URSS fueron los llamados Koryo-saram antes y durante el período colonial japonés y se extendieron por toda la región, especialmente después de su migración forzosa en 1937. Otro grupo, los coreanos de Sakhalin, que vivían en la isla del mismo nombre, se consideran culturalmente distintos de los anteriores. Ambos pasaron enormes dificultades y padecieron todo tipo de privaciones hasta ser aceptados por un régimen que desconfiaba de ellos y no se lo puso nada fácil. «Cuando mi familia llegó a Dnipro quisimos integrarnos rápidamente y creo que lo conseguimos. La sociedad ucraniana nos aceptó y comprobó que éramos personas trabajadoras y emprendedoras. Hoy los coreanos devolvemos el favor en el momento en el que nuestro país más nos necesita», asegura Chen en su pequeña oficina de ayuda humanitaria.

Para conocer a otro de los coreanos que luchan por Ucrania debemos viajar a Izium, una de las ciudades más castigadas por esta guerra. En el tercer piso de un edificio partido por la mitad por una bomba de aviación nos espera Kan, un voluntario americano por parte de padre (americano militar desplegado en Corea del Sur) que conoció allí a su madre. Las uñas de Kan aún están sucias, como su ropa militar. Acaba de llegar de entrenar con su unidad. «Vengo a aportar todo lo que sé a una causa justa. He sido parte del Ejército de Estados Unidos. Estuve nueve años en Afganistán durante varios despliegues con paracaidistas. Eso me dio una experiencia que ahora puedo usar aquí. Cuando Zelenski hizo la llamada para que nos uniéramos a Ucrania no lo pensé», dice Kan. Forma parte de la tercera brigada de asalto en Ucrania, una de sus unidades de élite.
—¿Qué le motivó a venir?
—La guerra de Corea es la más olvidada en la actualidad porque técnicamente nunca terminó. La península quedó dividida por una zona desmilitarizada, que separa a un país democrático de una tiranía. No me gustaría que en Ucrania pueda pasar lo mismo: dos zonas separadas, una libre y la otra, sometida a un régimen autocrático. Tengo una conexión personal con ese problema.
—¿Cuál es la mayor diferencia entre la guerra de Afganistán y la de Ucrania?
—Los drones. En Afganistán los usábamos como complemento de nuestras misiones, pero nunca había visto nada semejante a esto. Aquí el dron es el rey, tiene mucha más capacidad que antes, ya sean los comerciales o los militares.
—¿Le gustaría enfrentarse a los norcoreanos que luchan junto a los rusos en Kursk?
—Con gran placer.
Pyongyang ha movilizado a sus mejores tropas para enviarlas a Rusia. Se trata de militares de las fuerzas especiales sin experiencia en combate, pero fanatizados por el régimen. Moscú, sin embargo, no las ha usado para su cometido —combatir más allá de las líneas enemigas, tomar bastiones enemigos o realizar sabotajes— sino en asaltos frontales a plena luz del día y sin ayuda de blindados bajo los drones ucranianos, la artillería y corriendo sobre minas antipersonales.

Las bajas de las primeras semanas fueron terribles y los drones espía ucranianos lo grabaron desde las alturas. Algunos soldados ucranianos describieron las tácticas que usaron después para combatir a esos mismos drones: que algunos de los soldados norcoreanos sirvieran de cebo humano para atraer a los drones suicidas y que otros trataran de acabar con ellos.
El precio a pagar por Ucrania, donde la lucha contra el invasor se ha saldado con mucha sangre, también la ha compartido esta comunidad. En un café de Kamianske (Dnipro) nos espera Moise, el padre de Maksym, coreano de origen, ucraniano de pasaporte, fallecido en un combate en Donbás. «Mi hijo no sólo era nuestro orgullo sino también el de su unidad militar. Se apuntó como voluntario porque siempre fue generoso con Ucrania, que es el país que nos lo dio todo». Moise muestra imágenes en su teléfono móvil de su hijo con su uniforme ucraniano y una gran sonrisa, una tras otra, hasta que llega al fatal desenlace, una tumba, y sobre ese mismo altar funerario, platos llenos de comida, la tradición coreana.
No es el único Kan que conoceremos en este viaje. Kan Kaneki es un voluntario francocoreano que combate en la legión internacional, la unidad creada por Zelenski al principio de la guerra para dar la bienvenida a todos aquellos que querían apuntarse a su lucha. Con base en Kramatorsk, capital del Donbás ucraniano, salió de Corea del Sur con su familia a los dos años, pasó seis años en el ejército francés y su principal motivación para enrolarse es «adquirir experiencia militar contra un adversario fuerte». «En Europa pensábamos que Rusia era un ejército poderoso con una reputación de país luchador, pero realmente estaba engañado por el bajo nivel de los soldados rusos de infantería con los que he luchado en Ucrania. La buena noticia es que, mientras tanto, he podido conocer la cultura ucraniana y me he enamorado de este país», cuenta Kaneki.
—¿Le gustaría combatir contra los norcoreanos?
—[Ríe] Me lo tomo como una oportunidad para poder aplicar mi diplomacia personal contra ellos en primera línea. Realmente me gustaría porque sé que tienen aún menos experiencia que los soldados rusos. No digo que sea fácil, pero enfrentarse a ellos puede ser muy interesante. Yo amo mi trabajo, así que me encanta adquirir experiencia al luchar contra otro tipo de soldados como son los norcoreanos.
Agencias