Ana Belén Montes sale de una cárcel de alta seguridad en Texas. Fue una espía de manual, durante el día trabajaba en el Pentágono y por las noches enviaba mensajes clasificados a La Habana
NotMid 08/01/2023
USA en español
Está previsto que Ana Belén Montes recupere hoy la libertad después de dos décadas encarcelada en una prisión federal de máxima seguridad en Texas. En realidad nunca fue libre del todo, ya que durante 17 años vivió la presión de espiar para Cuba mientras se desempeñaba como una alta funcionaria del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Un espía nunca es libre, siempre atado al servicio de ejercer la alta traición a favor de una nación enemiga.
De esta mujer, que era conocida en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) como la “Reina de Cuba” por sus conocimientos y su guía en la política hacia la isla, se ha dicho que es “una de las espías más peligrosas en la historia de Estados Unidos“. Así la ha calificado Scott Carmichael, ex agente de la contrainteligencia que ayudó a identificarla como el “topo” que trabajaba para el régimen comunista de los Castro. El arresto de Montes se produjo el 21 de septiembre de 2001 mientras trabajaba en su cubículo. Todavía el país estaba conmocionado por los ataques terroristas contra las Torres Gemelas perpetrados diez días antes. Después se sabría que la analista, además de pasar información clasificada a La Habana acerca de los movimientos de Washington respecto al gobierno cubano, también cedió información sobre la guerra en Afganistán que Cuba canalizó.
Con motivo de la libertad vigilada de Montes se publica el libro The Queen of Cuba: the inside story of how the perfect spy avoided detection, (La Reina de Cuba: la historia de cómo la espía pefecta evitó la detención) escrito por el agente retirado del FBI Peter Lapp en colaboración con la periodista Kelly Kennedy. Lapp, quien la esposó el día de su arresto, ha profundizado en los motivos que llevaron a Montes a convertirse en una pieza clave en la Guerra Fría que hasta el día de hoy pervive entre Estados Unidos y la isla vecina.
LA CLAVE EN SU RECLUTAMIENTO: SU SENTIMIENTO ANTIAMERICANO
Hay que remontarse a los orígenes de Ana Belén Montes para comprender la semilla que habitaba en ella y que el gobierno cubano supo detectar con destreza. Montes nació en 1957 en una base americana en la entonces Alemania Occidental donde su padre, un médico puertorriqueño, se encontraba destacado. Aunque la muchacha pasó su adolescencia en Maryland, sus raíces y gran parte de su familia radicaban en Puerto Rico.
Siendo una estudiante de posgrado en la universidad John Hopkins, en Washington, y ya con un trabajo en el Departamento de Justicia, los servicios de inteligencia cubanos la “captaron” en el ámbito académico en el que se movía al percibir un sentimiento antiamericano por la complicada relación de Puerto Rico con Estados Unidos. Los movimientos independentistas reclamaban la autonomía de un territorio que se quedó como Estado Libre Asociado y en fondo del corazón de esta estudiante especializada en temas latinoamericanos latía el resentimiento nacionalista. Cuba representaba para ella la lucha contra Goliat que David, encarnada por una isla en desventaja, libraba con feroz orgullo. Era la propaganda que Fidel Castro había diseminado hábilmente y Montes mordió el anzuelo ideológico. Cuando fue sentenciada en 2002, sin mostrar arrepentimiento defendió su “derecho moral” de ayudar a Cuba.
Era el año 1984 cuando Montes fue reclutada y llegó a viajar clandestinamente a la isla para ser debidamente instruida. Su misión consistía en ascender en el Departamento de Defensa y lo logró. En los casi veinte años que duró su servicio se desempeñó como una espía de manual: durante el día trabajaba en el Pentágono y en las noches enviaba mensajes encriptados a la Habana; se convirtió en una experta en clave Morse e intercambiaba documentos clasificados con espías que citaba cerca de su domicilio. Un material que al parecer los funcionarios de la misión cubana en Naciones Unidas luego trasladaban por valija diplomática.
Según se ha publicado, en 1989 Montes recibió una medalla de reconocimiento en uno de sus viajes secretos a la isla. Con razón la premiaban, pues con el tiempo logró algo fundamental y dañino para los intereses de Estados Unidos: convencer a Washington de que Cuba no representaba una amenaza de peso para la seguridad nacional y de ese modo diseñar una política que soterradamente respondía a la agenda castrista. El informe que elaboró en 1998 influyó grandemente en la política posterior hacia Cuba de los dos partidos. Dos años antes, por medio de una operación de espionaje y penetración en Miami, Cuba había derribado en el Estrecho de la Florida dos avionetas de la organización del exilio Hermanos Al Rescate. El papel de Montes fue crucial en uno de los mayores golpes que la dictadura cubana ha propinado a la oposición.
Aunque el régimen de La Habana ha sido discreto todos estos años en lo referente a esta dedicada espía que nunca buscó compensación monetaria, publicaciones afines han anticipado con júbilo su puesta en libertad y los grupos independentistas en Puerto Rico la reivindican como una “presa política”. Aunque en su día eligió colaborar con la justicia para evitar la pena de muerte, hasta el día de hoy se ha mostrado firme en sus convicciones profundamente antiamericanas. No todos los espías vienen del frío (John le Carré dixit). Ana Belén Montes podría acabar sus días en Cuba. El castrismo le debe mucho.
Agencias