NotMid 13/10/2023
EDITORIAL
El desfile del 12 de Octubre celebrado ayer posee una enorme carga simbólica para el presente y el futuro de la Princesa Leonor, y, por extensión, para la pervivencia de los valores de nuestra nación a través de la Monarquía Constitucional que representa. Ataviada con el uniforme de gala del Ejército, exhibiendo así la coherente formación militar que está adquiriendo como próximo mando supremo de las Fuerzas Armadas, desempeñó un papel principal. Por primera vez acompañó al Rey Felipe VI en el acto más emotivo de la jornada: depositar la corona de laurel en homenaje a los caídos por España. Después ocupó la derecha de su padre en la tribuna Real y participó en el besamanos de Palacio. Los ritos y la tradición son esenciales para que una nación no se olvide de sí misma. La modernidad la dota la ejemplaridad y la transparencia requeribles por la sociedad, valores que la Corona refleja desde que Felipe VI accedió al trono.
La Princesa Leonor se ha incorporado gradualmente a la vida pública, ha ido asumiendo cada vez más responsabilidades y este mes es de gran relevancia institucional. Tras la jura de bandera del pasado sábado y esta Fiesta Nacional, espera todavía el punto álgido, el acto de mayor trascendencia, que tendrá lugar el próximo día 31. Leonor alcanzará la mayoría de edad y, como establece la Carta Magna en su artículo 61, prestará juramento de «de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución». Se espera una celebración muy solemne a la altura de la cita histórica, que es de gran significación política porque, a través de esa declaración formal, se comprometerá a defender nuestro ordenamiento, del que es garante la Corona como clave de bóveda del amplio entramado institucional democrático que los españoles nos dimos en 1978. Quedará así rubricado el relevo generacional que también encarna, y en el que se podrá reflejar nuestra juventud.
El desfile volvió a estar marcado por los abucheos contra Pedro Sánchez, por quinto año consecutivo. El presidente en funciones quiso pasar desapercibido, y no se anunció su llegada por megafonía, pero las protestas se sucedieron cuando se detectó su presencia. Hay que subrayar que un acto tan solemne no es en modo alguno un escenario apropiado para los silbidos y los cánticos que se escucharon ayer, pese a que el descontento que se evidenció responde a razones de peso. El propio Sánchez declaró ayer en el corrillo con periodistas que la amnistía es la llave de su investidura: tras negociar él mismo con el inhabilitado Junqueras, ahora tampoco descarta hacerlo con el fugado Puigdemont. El mensaje político es manifiesto, y no tiene reparos en lanzarlo en la fiesta de la nación: el Gobierno depende de absolver a quien quiso destruir España y su objetivo es intentarlo de nuevo.