NotMid 29/08/2023
OPINIÓN
ALBERTO R BARBERO
Tiene algo de paradoja que el propio comportamiento de Rubiales (y de Vilda) desde la final haya evitado que Las 15 que después fueron Las 7 puedan pasar a la historia como lo que nunca fueron ni son. Porque, de no mediar todo lo que ha mediado después, ganar les hubiera quitado la razón cuando justamente todo lo que hicieron vino motivado porque se veían en disposición de ganar.
Es de suponer que a estas alturas no serán tan osados ya los que según terminó el partido contra Inglaterra se lanzaron a los grupos de whatsapp, a las redes sociales o a la plataforma que resultara menester: “¿Dónde estáis ahora los que criticabais a Vilda? ¿No era tan mala la Federación? ¿Qué ha sido de las niñatas ésas?”, bramaban. España había ganado el Mundial y, como el fin justifica cualquier medio, tocaba dar la razón al presidente, al seleccionador y a todo el que hubiera puesto en su sitio a las futbolistas díscolas.
Pero fue entonces cuando Rubiales metió la pata, primero, y cuando emprendió una alocada huida hacia adelante, después. Pero fue entonces cuando los súbditos leales se mostraron como lo que son: tipos sin principios. Pero fue entonces, en fin, cuando se pudo apreciar por fin lo que venían sufriendo desde hace demasiado tiempo mujeres que, no por capricho precisamente, exigían hacer su trabajo en las mejores condiciones posibles (y no en las que lo hacían) para obtener el mejor resultado posible (y no el que obtenían).
Y estuvieron mucho tiempo intentándolo sin que se les hiciera caso o directamente sin que les recibiera. Y cuando hartas ya de estar hartas por fin se plantaron, la respuesta pasó por que lo dejaran por escrito. Y cuando lo dejaron por escrito se encontraron con que el documento se filtraba inmediatamente para utilizar a los medios de forma torticera (como se les utilizó con la supuesta dimisión) en el discurso que dejaba a las jugadoras como chantajistas. Y Vilda, faltaría más, se puso del lado del patrón en todos y cada uno de esos pasos. Por eso se le señalaba: nada más que por eso, nada menos que por eso.
El nutricionista que ahora sí y antes no, los viajes dignos que ahora sí y antes no, la preparación de los partidos que ahora sí y antes no… Tantas reclamaciones legítimas cuyo mérito para colmo pretenden atribuirse los que negaron la mayor durante años. Después mediaron una dudosa política comunicativa y una evidente falta de unidad para que el grupo se fragmentara entre aquéllas que se pusieron a disposición y estuvieron en el Mundial (tres), aquéllas que no viajaron ni por ésas (cinco) y aquéllas que fueron fieles a sus principios hasta el final (siete), pero eso no quita para que su lucha fuera siempre justa.
Honor para Lola Gallardo, Ainhoa Moraza, Claudia Pina, Mapi León, Patri Guijarro, Amaiur Sarriegi y Nerea Eizagirre, por cierto. Las 7 que no entendieron suficientes los cambios forzados y que se tuvieron que perder lo que se habían ganado siguen mostrando ahora, cuando la víctima es Jenni Hermoso, una solidaridad que no se mostró con ellas.
No hubiera estado de más, por otra parte, que el periodismo (masculino, las cosas como son) optara por buscar esas explicaciones que tanto reclamaba y que ellas quizás no acertaron a ofrecer, conscientes como eran de que cualquier paso en falso cuando se renuncia a una selección puede tener consecuencias jurídicas. Porque ahí estaban, para el que quisiera encontrarlas. Pero no: resultaba mucho más cómodo vivir a la sombra de una Federación cuyo verdadero rostro se aprecia ahora aunque ya estuviera ahí mucho antes.
La Asamblea del viernes, las amenazas, el ponte que se te vea, el eres un traidor o traidora que escucharon los y las que no asintieron en privado o aplaudieron en público, el medio millón que te voy a dar, el falso feminismo, las hijas, la madre… el espectáculo ha sido y es dantesco, así que apenas los necios conceden ya el espacio del que Rubiales se hubiera adueñado como campeón del mundo que era, así, en masculino, sin complejos, hace apenas una semana.
Pero las que estaban en lo cierto eran ellas. Desde el primer momento. Porque lo que reclamaban era justo. Ganando o perdiendo. Era justo aunque, hasta el pico sin sentido que Rubiales pretendió consentido, fuéramos a utilizar la victoria para decir que no lo era. Esta historia se ha escrito derecha con renglones torcidos, pero Las 15 que luego fueron Las 7 y que ahora ya son innumerables tenían y tienen la razón de su parte. Y tanto que la tienen…