La palabra del jugador por encima de la de su madre es la primera, en un contexto distinto al anterior, por la buena situación del Madrid y la nueva línea del PSG
NotMid 12/02/2024
OPINIÓN
ORFEO SUÁREZ
El blanco que viste la novia camino del altar es entendido como el símbolo de la inocencia y la pureza con la que se inicia una nueva etapa vital. La realidad, sin embargo, es que las novias vestían de colores muy distintos, incluso de negro para homenajear a un progenitor fallecido. El blanco no se impuso hasta que la reina Victoria lo convirtió en tendencia, en 1840, seguida por muchas otras en la aristocracia, como Grace Kelly, cuyo rostro era más angelical que el blanco más impoluto. A partir de ahí, las novias del pueblo quisieron ser reinas por un día. El blanco del Madrid tampoco responde a la pureza, sino a la inspiración en un viejo club de aficionados inglés ya desaparecido, el Corinthian. Si Kylian Mbappé acaba por vestir de blanco en el altar metálico del nuevo Bernabéu no será, asimismo, por inocencia. Florentino Pérez, de riguroso negro como los novios de casa bien, lo sabe y no está dispuesto a quedarse por segunda vez compuesto y sin lo demás, por lo que antes del último paseíllo hacia el altar es necesario escuchar el «sí quiero» y ver las arras, que tampoco las portan manos prepúberes, sino las de mamá Mbappé. Sólo después será el momento de los anillos.
Miradas y sonrisas se cruzan estos días en las tripas en obras del Bernabéu por lo que se intuye y solo saben de verdad unos pocos. Dos, quizás tres. No más. El silencio es clave. Que hablen los demás. Demasiado se habló desde dentro cuando Mbappé dejó en el altar a Florentino. No hay mayor humillación para un novio. Pocas más hirientes para un presidente que no es un presidente cualquiera. Es el presidente. Ahora es distinto. El Madrid ha vuelto a enamorarse, esta vez de Bellingham, que es lo mismo que enamorarse de sí mismo, de su leyenda, de lo que significa en la historia, de esa jerarquía aristocrática expresada en la forma de aplastar el sueño del Girona. El blanco del Madrid es en el fútbol como el blanco de la reina Victoria. Imperial. Mbappé, en cambio, está en un desamor falso con el PSG, porque nunca lo anterior fue amor. Fue por dinero. Una vieja historia.
DESINVERSIÓN DE QATAR TRAS EL MUNDIAL
Mucho dinero, hay que insistir, porque el contrato que retuvo a Mbappé no lo volvería a percibir ni aunque decidiera continuar en París. Fue como el último de Messi con el Barcelona, pero sin que la entidad azulgrana fuera un club-estado en lo económico, sólo en lo emocional: més que un club. Después del éxito de su Mundial, Qatar no está en la misma dinámica inversora en el fútbol. Este PSG, ya sin el argentino ni Neymar, es una prueba. El objetivo estratégico para el Estado del Golfo, con una de las mejores diplomacias del mundo, como prueba su equilibrio entre Estados Unidos, Israel y Hamás, está conseguido y ahora mira hacia otros sectores, como las renovables. Quiere la energía del futuro después de aglutinar la energía del presente.
A esa desinversión coyuntural se añade la amenaza creciente del Fair Play Financiero de la UEFA sobre el PSG, como bien ha advertido el portugués Luis Campos, nuevo director deportivo del equipo parisino. Retener a Mbappé sería posible, pero sin darle las llaves de la cueva de Ali Babá. Es decir, por debajo del coste actual para las arcas del club, de unos 200 millones de euros anuales por todos los conceptos. Nasser Al-Khelaifi continúa, en paralelo a su carrera de directivo en la UEFA, pero el plan de futuro es distinto. Habla el qatarí maravillas de Luis Enrique, pese a su irregular arranque. La nueva línea impuesta por Luis Campos es la de fichar talentos jóvenes y el club proyecta construir un estadio nuevo y abandonar el Parque de los Príncipes.
PENSAR EN MBAPPÉ, HABLAR DE HAALAND
El contexto del PSG y el del Madrid actuales, pues, debilitan la posición de Mbappé en la partida de la negociación, la misma en la que su madre, Fayza Lamari, ha exprimido a todos en el pasado. Ha deslizado la posibilidad de un destino en la Premier, que su hijo no quiere, del mismo modo que en el entorno de la cúpula blanca se habla de Haaland. Es parte del juego. En París callan, porque lo dan por perdido, no solamente por la carta enviada por Mbappé para anunciar que no prorrogaría una temporada más su contrato, y únicamente aguardan una buena salida, sin conflicto, que ahorre parte del coste del jugador esta temporada y no perjudique la imagen de sus gestores ante los aficionados, especialmente los ultra.
La partida de los silencios es larga, y la última apuesta, cara. Menos dinero del que cobra en el PSG es muchísimo dinero, y eso es algo que el Madrid sabe. Desde las salidas de Bale y Sergio Ramos, más las de Hazard y Benzema, ha bajado el techo salarial de la plantilla madridista hasta situarlo entre los 10 y 12 millones de euros netos al año, que es lo que percibe Vinicius tras su renovación. Mbappé no puede ajustarse a esa tabla, por lo que su llegada, minorada al no tener que pagarse traspaso, podría costarle al club unos 100 millones anuales por todos los conceptos, prima de fichaje, ficha, conceptos de fidelidad, si los hubiera, e impuestos. El Madrid no es dado a condicionar sus contratos a numerosas variables, como los alambicados documentos del Barcelona, pero podría ser una forma de abaratar la ficha anual mediante el pago de otro tipo de bonus, y de esa forma presentarlo, especialmente puertas adentro del vestuario. Para Hacienda, no obstante, todo es lo mismo: salario.
Si su llegada desplazaría a este Vinicius ‘on fire’ en la izquierda, no es una variable cuando hablamos de un fichaje de presidente. Eso sí, es muy posible que su llegada implicara alguna salida. Una operación estratégica en paralelo a la finalización del Bernabéu, que ha costado el doble de lo presupuestado inicialmente, y que no tendrá un acto de inauguración como tal, aunque los focos podrían iluminarse de forma especial tanto para Taylor Swift como para el futbolista francés, dos grandes iconos de la actualidad. La Liga francesa acaba el 18 de mayo; la cantante estadounidense actúa en el recinto de la Castellana el 30 del mismo mes.
“MI HIJO SUEÑA CON EL MADRID”
La voluntad real del jugador la conoce su círculo más estrecho, aunque el Madrid siempre ha estado en su cabeza, como bien supo Josep Maria Bartomeu en una aproximación sin mucha fe a su padre: «Mi hijo sueña con el Madrid, olvídese». Quienes afirman que ya ha decidido su destino, entre ellos algunos medios parisinos, dicen lo que dicen los demás, no el jugador, callado. Eso lo tienen claro en el Bernabéu. La madre no quiere que su hijo exteriorice públicamente su voluntad, puesto que todavía no hay nada acordado ni firmado. Con PSG y Madrid en la Champions, tampoco lo desean en el Parque de los Príncipes.
El futbolista es consciente de cómo acabaron las relaciones entre mamá y quien habría de recibirle en el altar. Mal, muy mal. Esta boda no es un enlace imposible entre montescos y capuletos, porque pesa más el dinero que la sangre, y de ese modo es posible criticar a la familia y casarse.