NotMid 12/08/2022
OPINIÓN
ALFREDO RELAÑO
Mucha gente me pregunta estos días por la abulia del mercado de futbolistas, excepción hecha de las audacias de Laporta en el Barça, que a su vez suscitan recelos. El aficionado relaciona verano con fichajes. Cuando entré a dirigir AS descubrí para mi sorpresa que se vendía el doble en julio y agosto, sin fútbol, que en plena temporada. Cierto que cogí la época de los galácticos: que si Figo, que si Zidane, que si Ronaldo, que si Beckham… Pero no era sólo la apoteosis del Madrid. Alrededor de esos fichajes se movían los muy jugosos de muchos otros equipos. Veranos felices. Este, sin embargo, está siendo largo en tiempo y corto en fichajes.
Hay una razón esencial: desapareció la ley Beckham, que ofrecía unas ventajas fiscales enormes a los jugadores extranjeros. Ya no hay eso, pero sí algo parecido en nuestras ligas competidoras. En Italia los extranjeros pagan en el norte un 30% al Fisco, en el sur, un 10%; en Francia se puede llegar a una reducción del 30%; en Inglaterra están libres de tributación los ingresos publicitarios obtenidos fuera del país. En España los futbolistas pagan un tipo medio del 48%, incluidas las rentas fuera de España, donde muchos de ellos obtienen buena parte de su rendimiento publicitario, ahora que su imagen global es vendible en los cinco continentes.
Aparte de eso, los honorarios de los agentes se consideran aquí rendimientos del jugador, que así tiene que hacer el pago congruente. Además, si un club argentino o brasileño vende un futbolista a España tiene que pagar un 19% de su ganancia a Hacienda, de modo que prefieren vender a otro sitio salvo que el comprador español pague eso. No es objetivo del artículo pedir que se rebajen los impuestos al fútbol, ni mucho menos. Falta dinero para cosas más necesarias, de modo que no se tome esto como una reclamación, pero sí como una explicación de por qué el mercado no es lo que era. El fútbol español compite hoy en desventaja.