En secreto se han burlado del Parlamento y los que han perdido las elecciones están decidiendo los límites de nuestra geografía
NotMid 04/12/2023
OPINIÓN
RAÚL DEL POZO
Los separatistas han dejado en ridículo a España en Ginebra, donde está la tumba de Borges. El escritor argentino dijo que si hubiera una guerra de Suiza contra los esquimales, todo el mundo estaría a favor de los esquimales. “Es un país que yo quiero mucho y al que aborrecen”. Lo aborrecen porque allí se guardaba el saqueo los dictadores, los narcotraficantes y los traidores. Los de Convergencia amaban Suiza cuando escondían en sus bancos el dinero de “fer país”, el primer objetivo de Jordi Pujol. Aspiró por patriotismo al 3% de los contratos de la Generalitat, que desveló Maragall, para que solo los catalanes decidieran su futuro. En Convergencia aún no habían pasado del nacionalismo teórico al independentismo, y el bipartidismo los necesitaba para pactos de gobierno; los preferían a los comunistas. Y ahora han vuelto a Ginebra, donde más pecado había y van a decidir -con verificadores y mediadores en reuniones secretas de la Fundación Henry Dunant, que negoció el final de ETA- el futuro de la nación. En secreto se han burlado del Parlamento y los que han perdido las elecciones están decidiendo los límites de nuestra geografía. Ahora ser neutral ante el estropicio del Gobierno español, en secreto y con los enemigos, es ser desleal.
Nada sabemos de hasta dónde pueden llegar las concesiones del Gobierno a los separatistas, aunque estos tienen claros sus objetivos: el 100% de los impuestos y la autodeterminación. Ellos no han mentido nunca, pero no soportan que los intenten engañar. Por esa razón, los portavoces de Puigdemont advierten de que el diálogo no lleva a ningún sitio y la negociación bilateral empieza ahora. Al final de la primera reunión, Santos Cerdán, el enviado del PSOE, ha declarado que todo ha ido bien y las dos partes han revelado por fin que el misterioso negociador es el diplomático salvadoreño Francisco Galindo Vélez, que fue embajador de su país en París.
La cumbre de Ginebra provocaría burlas por grotesca y estrafalaria si no fuera porque está haciendo el canelo sentando al Estado español pactando de igual a igual con un partido minoritario, como si fuera otro Estado en una guerra. El país donde nunca se ponía el sol esta terminando haciendo el adefesio ante un enemigo formado por españoles, tratando a los amotinados como a héroes. “Qué ridículo internacional (y sideral)”, exclama Juanma Lamet. La cobardía, la deslealtad, el afán de poder, el odio, la impericia, la mentira se han mezclado en una de las estampas más sombrías de nuestra historia.