La alianza entre Bruselas y Pekín no sería beneficiosa para los intereses europeos, razón por la que es muy poco probable
NotMid 20/04/2025
OPINIÓN
FEDERICO RAMPINI
El partenariado contra EEUU no será el principal tema de conversación entre la Unión Europea y China. Y es que dicha alianza no beneficiaría a los intereses europeos. Hasta la víspera del 2 de abril (Liberation Day), quienes más odiaban a Trump en Europa eran, sobre todo, los progresistas: por lo que es y por los valores que representa. Pero, tras el 2 de abril y con la guerra de los aranceles desatada, muchos conservadores europeos han comenzado a considerarlo, también, un líder peligroso, dañino, poco fiable y capaz de infligir un gran daño a la economía mundial.
En este clima de hostilidad universal hacia Trump, son muchos los que esperan una alianza entre Europa y China para derrotar a estos EEUU. Pero dicha alianza no sería en absoluto beneficiosa para los intereses europeos, razón por la que es muy poco probable. A pesar de los evidentes esfuerzos de Xi Jinping en ese sentido.
Europa y China se encuentran en el mismo lado del desequilibrio macroeconómico global: exportan a EEUU más de lo que importan de ellos. La República Popular, como Alemania, e incluso más que ella, ha construido a lo largo de décadas un modelo de desarrollo mercantilista que implica la inhibición del consumo interno y la acumulación de avances comerciales externos. Pero estas analogías no comportan convergencias de intereses: más bien todo lo contrario. Si Estados Unidos se cierra, China buscará mercados para sus excedentes industriales en otros lugares. Esto puede significar una sola cosa: dificultades a la vista para las economías europeas.
Les propongo el análisis que de este tema hace uno de mis think tanks favoritos, Eurasia Group, en el siguiente texto firmado por Emre Peker y Mujtaba Rahman, directores de su división europea: «La UE se verá obligada a contrarrestar simultáneamente el exceso de capacidad industrial de China y las desviaciones del comercio global con el telón de fondo de la guerra comercial transatlántica desatada por Trump. Bruselas responderá ofreciendo cooperación a Pekín, pero reforzando al mismo tiempo las medidas proteccionistas contra China».
Las desviaciones comerciales causadas por la escalada de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China empujarán a la Comisión Europea a poner en marcha medidas de protección para evitar que China y otros países inunden el mercado europeo con sus productos. Los aranceles de Trump obligarán a Bruselas a adoptar una línea comercial más dura frente a Pekín.
Los responsables políticos europeos adoptarán una retórica más suave hacia China para evitar una guerra comercial a dos frentes, pero es muy poco probable que esto se traduzca en una cooperación entre Bruselas y Pekín contra Washington. Cualquier relajamiento de las acciones comerciales de la UE contra China sólo será posible en respuesta a improbables concesiones por parte de Pekín en temas que vienen de largo, como el exceso de capacidad, el acceso al mercado interno chino, las condiciones de reciprocidad, las inversiones y el apoyo de China a Rusia en la guerra de Ucrania.
Al entrar Trump a la carga, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que la UE debía dialogar con China para ampliar los vínculos comerciales y de inversiones. Muchos fueron los sorprendidos por el tono conciliador de Von der Leyen, conocida por ser una de las principales partidarias de una estrategia de seguridad económica al estilo estadounidense. En realidad, sus intervenciones no apuntan a un cambio en la política de la UE hacia China, sino que más bien evidencian el enfoque pragmático y transaccional que Bruselas pretende adoptar para gestionar los riesgos económicos provenientes sea de Estados Unidos o del país asiático.
Bruselas endurecerá su posición contra las prácticas comerciales desleales de China. Un mayor diálogo entre ambos no se traducirá en un partenariado contra EEUU. Bien al contrario, la UE seguirá buscando el diálogo con Washington para contrarrestar conjuntamente el exceso de capacidad industrial china como parte de los esfuerzos de Bruselas para rebajar las tensiones comerciales transatlánticas. La Comisión mantendrá además la presión sobre las políticas de mercado disruptivas de Pekín, buscando reequilibrar el creciente déficit comercial Europeo con el gigante asiático.
Las relaciones transatlánticas –del comercio a la seguridad– difícilmente se recuperarán al cien por cien de los daños infligidos por el segundo mandato de Trump. En consecuencia, la UE tendrá que abordar sola la gestión del expediente chino en un contexto de debilitamiento del orden mundial multilateral.
La máxima prioridad de la UE será evitar una guerra comercial a dos frentes con EEUU y China. Bruselas intentará proteger a Europa del dumping chino y de la sobrecapacidad sin provocar represalias de Pekín. Es probable que el hecho de que Pekín se haya concentrado en los aranceles estadounidenses ayude a Bruselas a evitar la escalada de tensiones comerciales UE-China. Del mismo modo, el llamado de Pekín a la UE para que sostenga conjuntamente un orden internacional basado en las regulaciones existentes, ofrecerá a Bruselas cobertura diplomática para seguir ejerciendo presión sobre China en relación a los desequilibrios comerciales y su exceso de capacidad industrial.
Contrarrestar las desviaciones comerciales [NdR: exportaciones chinas que no pueden llegar al mercado estadounidense y son, por tanto, redirigidas hacia Europa] será la parte más fácil. La Comisión está reforzando sus mecanismos de monitoreo y será muy sensible a los aumentos de las importaciones que minan la industria europea, en particular, sectores críticos como el acero, el aluminio, el sector del automóvil, el químico y las tecnologías limpias.
Convencer a Pekín a que coopere para reequilibrar el comercio UE-China será, en cambio, mucho más difícil. Von der Leyen les ha pedido reciprocidad y corrección. El comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic, hizo hincapié en los mismos puntos durante su visita a China los días 27 y 28 de marzo. Pidió, en particular, paridad de condiciones, un mayor acceso de las empresas europeas al mercado chino y acciones concretas por parte de Pekín en relación a su exceso de capacidad industrial.
Asimismo, ha afirmado que las inversiones chinas en la UE –en particular, en el sector de los vehículos eléctricos e industrias relacionadas– deberían comportar transferencia tecnológica. China aún no ha respondido a las peticiones concretas de la UE. Además de las medidas para protegerse de las desviaciones del comercio chino hacia la UE, el bloque ampliará sus investigaciones anti-subsidio y antidumping a productos chinos. Gran parte de las acciones comerciales de la UE responderán a las demandas de la industria y al control de los picos de importaciones por parte de la Comisión. Bruselas seguirá concentrándose en los metales y los productos químicos, con la intención de intervenir también en otros sectores como los electrolizadores, las baterías, las turbinas eólicas y los chips.
Sobre el escritor
Federico Rampini es periodista y escritor italiano, miembro del think tank Council on Foreign Relations. Autor del blog Oriente / Occidente en Corriere della Sera. Este artículo fue publicado en su versión original en italiano en Corriere della Sera el 13 de abril de 2025 (Copyright: Corriere della Sera, Milán)