El apoyo a Ucrania y la defensa de la democracia liberal y los valores del humanismo europeo nos obligan a sacrificios
NotMid 18/06/2022
EDITORIAL
Europa sufre la tormenta perfecta en un asunto tan delicado como el energético. Los precios de los hidrocarburos se disparan sin parar y esta misma semana los Veintisiete se están viendo afectados por problemas de suministro de gas que, por un lado, encarecen todavía más el coste y, por otro, ponen en riesgo los objetivos para el almacenamiento de reservas estratégicas de cara al próximo invierno. Son varias las razones que explican lo que está pasando.
La reciente explosión en una instalación de gas licuado en Texas desde la que se produce el 20% de las exportaciones de todo EEUU, por poner un ejemplo, no ha podido ocurrir en peor momento. Pero, sobre todo, hay que mirar a Rusia. Desde la atroz invasión de Ucrania, el régimen de Putin está usando los flujos energéticos como herramienta desestabilizadora. Y, ante algunos gestos como el respaldo inequívoco del eje francoalemán al presidente Zelenski o el plácet dado este viernes por la Comisión Europea a Ucrania y Moldavia para que se inicie el proceso de su posible adhesión a la UE, el Kremlin estaría redoblando su pulso al club comunitario con el arma más poderosa con la que cuenta.
Así, Gazprom ha anunciado un recorte del 40% en los envíos de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 justo cuando está teniendo lugar la primera ola de calor que afecta a buena parte del continente y que conlleva un incremento enorme de la demanda energética. Y es que Europa está hoy por hoy atada a los hidrocarburos rusos. La dependencia de los mismos que tienen potencias como Alemania nos sitúan en un diabólico laberinto, porque no es fácil paliarla a corto plazo y Putin lo está aprovechando para elevar su presión.
El irrenunciable apoyo a Ucrania por parte de la UE y la firme defensa de la democracia liberal y de los valores del humanismo europeo nos obligan indudablemente a sacrificios -que serán más penosos por desgracia para sociedades tan endeudas como está ahora mismo la española-. Ello debe ir acompañado de mucha pedagogía por parte de los responsables públicos. Pero sobre todo de su máxima eficacia y rigor a la hora de gestionar esta situación tan complicada. En ese sentido, vemos cómo las medidas guiadas por puros clichés ideológicos del Gobierno de Sánchez se estrellan contra la realidad. Tanta propaganda con el logro del tope del gas y resulta que no sirve para bajar el precio de la luz y que incluso se encarece por la compra masiva de Francia de nuestra energía subvencionada.