A diferencia del año pasado, la efectividad de la defensa antiaérea en las ciudades ucranianas anima a muchos refugiados a regresar
NotMid 23/12/2023
MUNDO
Ucrania sufre su segunda Navidad bajo las bombas rusas con algunas esperanzas y también muchos temores. Los trenes y las carreteras han vuelto a llenarse, pero esta vez hacia el interior del país desde sus fronteras. Varios convoyes salen de Europa cada día y cada noche llenos de civiles con todo aquello que pueden cargar. Estos días ya es difícil conseguir un billete para entrar desde Polonia, Hungría o Moldavia. El año pasado no sucedió. Muchos refugiados ucranianos, la mayoría mujeres y niños, arriarán su suerte durante unos días para pasar estas fiestas en familia. Todavía no hay cifras oficiales, pero la tendencia es muy evidente en todo el país.
Olga, una mujer ucraniana de 64 años que vive en España, visita su país por primera vez en seis años. “Como vivo cerca de la frontera húngara me siento más segura y quiero poder darle un beso a mi familia y celebrar con ellos la Navidad”. Sofia, una estudiante que salió del país cuando comenzó la invasión, regresa con su bebé también para ver a su marido, militar reclutado por la invasión, desde un pueblo de Irlanda. “Salí de Jersón a los pocos días de comenzar la guerra y aprovecho para regresar ahora, aunque quedaré con mi familia en Kiev. Ir a Jersón todavía es muy peligroso para ir con mi hijo. Muchos ucranianos buscamos quedarnos en zonas más seguras”.
Para que se produzca esta situación, inédita el año pasado, han tenido que suceder varias cosas: la primera es una mayor protección de las ciudades ucranianas gracias a la artillería antiaérea enviada por los aliados occidentales. Aunque las oleadas de misiles y drones rusos hacia áreas civiles no han cesado, la gran mayoría son derribados cada día, tal es la calidad de estos sistemas. La segunda es que la guerra se prolonga y las familias notan esa lejanía ahora mucho más que el pasado año.
La tercera: durante la Navidad de 2022, el régimen de Vladimir Putin puso su objetivo en las centrales eléctricas para dejar sin luz ni agua a la población de Ucrania, algo que constituye un crimen de guerra. Por ejemplo, la capital, Kiev, estuvo varios días a oscuras, dependiendo de los molestos generadores de gasolina para todo. Con la entrega de baterías antiaéreas como los misiles Patriot, Nasams, Iris o Hawk, cada día más ciudadanos ucranianos pueden volver a sus poblaciones.
Como vivo cerca de la frontera húngara me siento más segura y quiero poder darle un beso a mi familia y celebrar con ellos la NavidadOlga, residente en España
Para ese regreso el gobierno de Kiev cuenta con la prestigiosa Ukrzaliznytsia, la renfe ucraniana, la empresa pública que más personal emplea en todo el país (400.000 trabajadores) y que se convirtió en la clave del exitoso éxodo hacia Europa de los primeros días de la invasión de Putin. En dos semanas salieron de Ucrania casi seis millones de personas, la mayoría gracias al tren y a las terminales internacionales. Ahora, esos mismos viajeros toman el camino de vuelta.
Existen dos tipos de trenes, los de herencia soviética, pintados de azul y amarillo, que tienen sus propios vagones con cama o literas, y otros más modernos, cuya comodidad es similar a la que nuestro AVE (aunque viajan a una velocidad inferior), adquiridos para la Eurocopa de 2012 que unen por ejemplo la capital con la frontera polaca.
Por desgracia, no todas las ciudades ucranianas disfrutan de esa seguridad. Las poblaciones más fronterizas con Rusia o con los territorios ocupados por las tropas de la Z no tienen esa suerte. Jarkiv, Zaporiyia, Mikolaiv o Kramatorsk (todas ellas poblaciones rusófonas) sufren bombardeos constantes de misiles S300, un proyectil antiaéreo de origen soviético que los rusos usan en modo balístico (y muy impreciso) contra esas ciudades en una estrategia de terror que se ha cobrado la vida de miles de civiles ucranianos en casi dos años de invasión.
Los lanzadores están tan cerca de esas poblaciones que resulta casi imposible interceptarlos. Es decir, la mitad del país vive una engañosa seminormalidad que se rompe por las noches con las alarmas antiaéreas y las explosiones de los misiles interceptados. En la otra mitad no hay nada parecido a la normalidad.
LA ESTRATEGIA DE PUTIN
La estrategia del régimen de Putin, que por primera vez en esta invasión encuentra una ventana de oportunidad para conseguir algo a lo que llamar victoria, es saturar todas esas defensas para que Ucrania se quede sin munición y que la fatiga de guerra en los aliados, con cada vez más dificultades para aprobar paquetes de ayuda, vacíe los arsenales de Ucrania. Si la artillería antiaérea se queda nada que lanzar, las ciudades ucranianas y sus fuentes de energía quedarán a merced de los planes destructivos del Kremlin.
Esa, la guerra de desgaste, es la salida elegida por Putin y para ello ha puesto a trabajar a toda su industria con la idea de lanzar, por ejemplo, unos 700 drones de diseño iraní a las ciudades ucranianas cada mes, algo que sólo un autócrata con todo el poder puede permitirse. Ucrania, por su parte, tiene planes para lograr ese mismo objetivo, pero sobre las ciudades rusas o controladas por Rusia.
Putin ha puesto a trabajar a toda su industria para esta fase de guerra de desgaste
El uso de estos aviones no tripulados se está multiplicando hasta el punto de que ya son los responsables de la mayoría de muertes y destrucción de equipos en el frente, desplazando en esa labor a la artillería. Europa y EEUU deben poner sus fábricas a trabajar si quieren que Ucrania siga aguantando su pulso a Rusia. Finlandia, él último país amenazado por Putin, ya se ha puesto a fabricar proyectiles como loco. El que se quede sin munición perderá la guerra.
Como en el resto de aspectos importantes de su existencia, la invasión rusa también ha llegado al portal de Belén. Esta guerra cambiará Ucrania para siempre hasta en el modo en el que sus habitantes celebran la Navidad. Aunque San Nicolás, el día en el que los ucranianos reparten los regalos, no se ha trasladado de la noche del 18 al 19 de diciembre, sí se está moviendo el día en el que se celebra el nacimiento del hijo de Dios. Según el calendario gregoriano, el que se usa en España, es el 25 de diciembre. Según el calendario juliano, que siguen los ortodoxos rusos, es el 7 de enero. Cada vez más familias desconectan del almanaque ruso para abrazar el occidental e incluso el Gobierno Zelenski las ha cambiado de forma oficial al 25 de diciembre.
¿Habrá fiestas y discotecas abiertas en Ucrania durante la Navidad? Con total seguridad. En ciudades alejadas del frente, como la propia capital, el toque de queda no comienza hasta la media noche. Muchos clubes programan sesiones vespertinas de música electrónica para los jóvenes, que en el caso de los hombres no hayan sido llamados a filas. A las 12 regresan a su casa antes de que se apaguen las farolas. Pero hay hoteles que a esa hora cierran sus puertas pero no su coctelería, así que los trasnochadores pueden beber hasta la madrugada y luego dormir en una de sus habitaciones sin que los detengan.
Agencias