Aunque su objetivo inicial era tomar Kiev, Rusia se ve obligada ahora a conformarse con asegurarse el Donbás, nuevo y decisivo capítulo de la guerra. Bombardea por segundo día consecutivo la capital mientras muere el octavo general ruso en el frente
NotMid 17/04/2022
MUNDO
A pesar de su inicial ventaja al contar con un ejército más poderoso y nutrido que el ucraniano, las fuerzas rusas se encuentran, a estas alturas de la guerra -cumplidos los 52 días-, mermadas y golpeadas por la feroz resistencia que han presentado sus rivales. El objetivo inicial de la “operación militar especial” lanzada por el presidente, Vladimir Putin, el 24 de febrero ha quedado ya fuera de foco y Moscú hace tiempo que se resignó a que la invasión no iba a ser la campaña relámpago para tomar Kiev e imponer un Gobierno prorruso que había planificado.
En estas ocho semanas, el conflicto ha evolucionado de forma muy diferente. La estrategia rusa ha tenido que replantearse sus siguientes pasos y ahora se centra en tratar de capturar la mayor porción de territorio en el sur y el este del país, donde se están concentrando fuerzas y armamento pesado. La batalla por asegurar la conquista de la región oriental del Donbás será el próximo y decisivo capítulo de la guerra. En el norte, sin embargo, los soldados rusos se han visto obligados a retirarse a finales de marzo, al fracasar su intento de asaltar la capital. Los ucranianos repelieron el envite a las puertas de Kiev. Pero el frustrado ataque ruso dejó pueblos y ciudades -con Bucha como símbolo- literalmente cubiertas de cadáveres de civiles, pruebas de que se habrían cometido crímenes de guerra.
Los expertos auguran una escalada en el este en las próximas semanas. Para preparar los combates en el Donbás, el Kremlin ha establecido tres áreas estratégicas de concentración y movilización de fuerzas en las localidades rusas fronterizas con Ucrania de Belgorod, Valuyki y Rovenki. El fin de este estacionamiento es mejorar la coordinación y los suministros, dos de los principales fallos que dejaron ‘vendido’ al ejército invasor en la primera fase de la guerra. Según estimaciones oficiales de EEUU, Moscú ha perdido casi el 20% del poder de combate que amasó en la frontera ucraniana antes de la invasión.
La ineficacia del engranaje militar se ha cobrado la muerte de ocho generales rusos en el curso del conflicto. El último ha sido el general de división Vladimir Frolov, que este sábado ha sido enterrado con honores en San Petersburgo, informó Ria Novosti citando al servicio de prensa de la Administración de la ciudad. Frolov era subcomandante del 8º Ejército.
Las imágenes satelitales muestran nuevas concentraciones de botas, vehículos blindados y equipamiento de apoyo en estos puntos. Además, Rusia está intentando utilizar la importante ciudad de Izyum, conquistada hace un mes y cercana a Járkov, para mejorar su capacidad de fuego y movilidad de efectivos, en un esfuerzo para aislar a los ucranianos en el Donbás. Hacia allí se dirige un gran convoy con un batallón de apoyo y elementos de comando y control.
Después de casi dos meses de invasión, la guerra ha tomado inesperados giros. El último, hace dos días, cuando misiles Neptuno hundieron el crucero Moskva, el buque insignia de la Flota rusa del Mar Negro. La debacle del Moskva es un duro golpe para Rusia porque “aseguraba la cobertura aérea de otras naves durante sus operaciones, especialmente para el bombardeo de la costa y las maniobras de desembarco”, explica a Afp el portavoz de la administración militar de Odesa, Serguéi Barchuk.
En represalia, el viernes Rusia intensificó los ataques aéreos contra Kiev, bombardeando una fábrica de material militar en la que se ensamblaban misiles Neptuno. También atacó otras 16 instalaciones castrenses en otros puntos del país. Este sábado, las fuerzas rusas han vuelto a la carga contra la capital, lanzando misiles de precisión contra un complejo industrial en el que se fabricaban tanques, situado en el distrito Darnytsky. El balance es de un muerto y varios heridos. Los cazas rusos también castigaron Leópolis y Járkov, así como Mykolaiv.
En Mariupol, ciudad asediada desde casi el inicio del conflicto, el ejército invasor vio avances este sábado al tomar la acería Ilyich, una de las dos grandes plantas donde los ucranianos se habían hecho fuertes. La defensa se concentra ahora en Azovstal, la otra gran fábrica de acero. Es en esta localidad estratégica donde el curso del conflicto podría cambiar de nuevo. Si Mariupol cae, Rusia obtendría un gran trofeo de guerra, al ser la puerta del codiciado Donbás.
“Si los ucranianos pueden aguantar esta próxima ofensiva, los rusos se encontrarán en una posición realmente peligrosa”, estima Justin Bronk, investigador del ‘think tank’ londinense Royal United Services Institute, preguntado por ‘Foreign Policy’.
Si, por el contrario la ofensiva sobre el este tiene éxito, asegura nuevas porciones de territorio y embolsa a las tropas ucranianas que luchan en el Donbás, Moscú consolidaría un corredor desde Crimea a las repúblicas prorrusas y obtendría una inestimable ventaja de cara a futuras negociaciones. El Kremlin se ha autoimpuesto un elemento más de presión: presentar algún logro destacable -como la caída de Mariupol- a tiempo de las celebraciones del Día de la Victoria, el 9 de mayo, que conmemora el aniversario de la rendición de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
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