A todos les parecían mal sus ideas, pero Vox no comparecía a defenderlas
NotMid 04/=8/2023
OPINIÓN
FÉLIX OVEJERO
Durante la pasada campaña electoral entretuve algunos días en pasearme por las tertulias de las principales emisoras nacionales. Mi interés respondía a una perplejidad: la ausencia de Vox. Se pasaban las horas hablando del partido de Abascal, pero nunca pude reconocer una voz que defendiera sus puntos de vista. Me sorprendió: se trataba del cuarto partido en número de votos. A todos les parecían mal sus ideas, pero Vox no comparecía a defenderlas. Mi perplejidad aumentó al descubrir a periodistas con manifiestas simpatías por partidos con muchos menos votos y protagonistas de actos delictivos contra el orden constitucional. Me refiero a tertulias del conjunto de España, que en Cataluña eso es el pan de cada día: buena parte de la programación de los medios es un infatigable desprecio a la ley, una incitación al delito.
Me preocupó. No porque yo compartiera su programa de Vox, aunque sí algunos de sus puntos. No se escandalicen: Franco, Stalin, el Papa y ustedes mismos coinciden en que 2+2=4. Vox coincide con el PSOE en su condena de la gestación subrogada. Por mi parte, comparto propuestas de Vox como comparto no pocas de Sumar. Y es que la democracia, entre sus muchos problemas, tiene el de obligarnos a elegir un menú (el programa) completo, no permite los platos a la carta. Esa es una de las pocas ventajas de los buenos referéndums: por ejemplo, uno sobre la educación bilingüe en Cataluña.
La razón de mi inquietud era teórica. Comenzábamos a ser testigos -y actores- de un proceso autoconfirmatorio: la propia acción de decir algo desencadena acontecimientos que lo convierten en verdadero, aunque no fuera cierto cuando se afirmó. Como si un ministro de Economía dice públicamente que un banco está mal. Lo esté o no, el banco se hundirá.
Cuando uno tiene la ocasión y la obligación de exponer sus puntos de vista está obligado a dar razones inteligibles para sus interlocutores. No puede ir a un debate diciendo: «Esto es verdad porque es la palabra de Dios». A eso se refería La Rochefoucauld con lo de la fuerza civilizatoria de la hipocresía: aun si no crees en ciertos principios, al invocarlos, te comprometes con ellos. No digo que Vox sea hipócrita, digo que se vería obligado a razonar sus propuestas. La mejor descalificación de Vox es desmontar sus argumentos, si los tiene.
Si no tienes ocasión de exponer tus puntos de vista, para qué los vas a razonar. Te cueces en tu salsa. Al final, estés o no en el monte, acabas en el monte. Si no te escuchan ni te molestas en hablar, solo te queda gritar.
Claro que, si la decisión de no personarse es elección tuya, no caben lamentos. Si acaso, ir al psiquiatra: la paranoia tiene tratamiento.